Encargo y entrega

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Estábamos ya cerca del castillo, decidí bajar un poco la velocidad del caballo y dejar que descansara un poco, pobre de mi amiga, jamás la hice correr tanto en todo lo que llevaba con ella. - gracias Luma - contestó, - estaba a punto de decirte que si por favor podíamos hacer un descanso -
- no te preocupes, mientras lleguemos antes que mi madre no hay problema. - le dije con una sonrisa
- Luma?- preguntó Edmund con voz triste
- que? - le pregunte
- como soportas eso todos los días? Estar con ella es simplemente horrible - me dijo con un tono que se parecía a una mezcla de miedo y arrepentimiento.
- es mi madre Edmund, no tengo a donde mas ir, además no pienso dejar solo a len, es mi hermano y siempre me ha cuidado y protegido - le dije con un poco de tristeza
- y que hay de Aslan? El no te puede ayudar?- me pregunto con un tono  obvio
- Edmund, Aslan es el enemigo de mi madre, y.... crees que le ayudaría a la hija de su enemiga? Además, hace 100 años desapareció, y nadie lo ha vuelto a ver hasta ahora, no puedo entrar en sus tropas sin que nadie lo note, soy de tes blanca y mis ojos son azules, además me parezco un poco a ella...no me va a recibir y mucho menos ayudar, y si eso no es suficiente, ¿te imaginas lo que mi madre me haría por intentar conseguir su ayuda? Seria el fin de mi existencia, además no puedo abandonar a mi familia - le dije con desconfianza.
- y crees que a mi me ayude?... A regresar - me preguntó
- no lo conozco Edmund, no se como es, pero cuando lleguemos al castillo debo de enseñarte algo - Edmund bajó la mirada y seguimos avanzando hacia el castillo.
Cuando llegamos al castillo encontramos, como era de costumbre a mi hermano que nos estaba esperando en el mismo lugar en el que siempre me esperaba cuando el no había ido a alguno de los viajes , este lugar  era una columna de hielo que sostenía la pared a la cual estaba sujeta y actuaba como pared hacia la escaleras. Pero cuando lo vi, mis ojos se arrasaron de lagrimas y mi corazón empezó a latir con miedo recordé al zorro del bosque, que había dado su vida feliz por guardar un secreto.
- Tardaste mucho - me dijo con una media sonrisa en el rostro, desprendiéndose de la pared y acercándose a nosotros
- Len...... - antes de que pudiera pronunciar una palabra mas él me interrumpió
- deja de hablar.... ¿Porque regresaron ustedes dos tan rápido y donde esta la reina? - me preguntó arrebatándome la palabra
Decidí callar, guardarme mis sentimientos para mi, se sentía raro no era lo que estaba acostumbrada a lo que hacía normalmente cuando algo me asustaba. Solía esconderme detrás de mi hermano o llorar mientras el me abrazaba. Respire profundo y me dispuse a darle el mensaje.
- Jadis solicita que redactes cartas para sus aliados - le dije
- si esas son su ordenes las cumpliré - me dijo
Len se dispuso a irse a su cuarto mientras Edmund y yo nos quedamos solos en la sala del trono.
- es muy frío - dijo Edmund
- El no es así - le conteste con la mirada gacha
- Jadis lo hechizó con un hechizo de sangre  - le dije con tristeza
Edmund agachó la mirada, - lo siento, no quise...-
- Está bien Edmund, no lo sabias - le interrumpí 
- Parece que no se muchas cosas - me respondió
- No es tu culpa, ella te engaño como a muchos - le contesté sin esperar respuesta
- Pero si es mi culpa, si no hubiera sido tan obstinado, tal vez estaría con mis hermanos, en el campamento de Aslan y tal vez... - contestó gritando
- ¿Y tal vez ? - le pregunte confundida - Tal vez estarías con tus hermanos y no abrías aprendido nada de lo obstinado que eres, o tal vez estarías en tu casa siendo el mismo niño engreído que siempre has sido - le dije divertida, pues con unos 100 años de experiencia ya me sabía aquella excusa.
- No me hace gracia - me respondió molesto
- Perdóname, con tantos años que he estado en este castillo me he acostumbrado a las palabras "si hubiera" - contesté un poco apenada
- Bueno de todas formas no importa ahorita, y ¿qué querías enseñarme?- preguntó Edmund
- Ven conmigo - le conteste. Edmund me siguió a hasta mi cuarto, abrí mi puerta con la llave, caminé unos pasos y abrí la puerta del closet.
- Toma - le dije tomando la carta que había escrito para aslan
- ¿Qué es esto? - contestó confundido
- Es una carta que escribí para aslan, si alguna vez te rescatan, ¿podrías dársela en mi lugar? - le pregunté. Edmund asintió con la cabeza y justo a tiempo, pues en el momento en que el la guardó se escucho un grito en el salón.
- Luma! Len! - gritaba mi madre                                                                                                          Edmund y yo bajamos corriendo hasta la sala del trono, en donde Jadis había descendido de su carruaje esperaba de manera impaciente por nosotros.
- ¿Que hace él aquí? - preguntó la bruja con impaciencia
- Estaba conmigo majestad - le respondí con timidez y un tono muy bajo
- Quiero que lo encierres en el calabozo ¿quedó claro? - preguntó
- Si majestad - le respondí agachando la cabeza, y preguntando nuevamente dijo
- Y bien, ¿ ya están listas las cartas? -
- Acabo de enviar la última, majestad - contestó len, que acababa de llegar
- Nada mal, ahora quiero que alisten sus equipajes, instalaremos un nuevo campamento - al término de la frase esbozó una sonrisa tranquila. Len y yo ya sabíamos que significaba aquella sonrisa, la guerra, se acercaba.

Hijos de la bruja blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora