Oscuro

Caricias.

Al salir del departamento, me golpea la noche fría. Mantengo mi compostura al nivel del hombre raro que esta a mi lado, doy un paso enfrente para luego dar varios pasos y así caminar hasta donde yo sepa andar.

Era alrededor de las 12am, yo todavía seguía bagando por las calles de la ciudad. Aun faltaba poco para llegar al departamento, preferiría dormir en ese departamento y vengan a asesinarme que cualquier otro lado lleno de locos.

Al caminar por los pasillos del departamento noto algo diferente, la habitación vecina sin ninguna ocupación; escucho ruidos que provienen de allí.

Me acerco indecisa a la puerta y pego mi oído para poder oír con claridad.

—...Éste departamento es horrible, ¿no pudiste encontrar otro mejor?— La voz se escuchaba gruesa, parecía la de un hombre—.

— ...

Un carraspeo me hizo separarme de la puerta, la joven me miraba como si fuese un bicho no bienvenido.

— ¿Quien es usted—dijo—y que hace en mi departamento?

Frunci el ceño.

— ¿Eres la dueña? ¿Ya se hizo la sirujía? Digo, usted se veía un poco mas de edad.

Ella me fulminó con la mirada y luego la puerta se abrió.

— Lilith...pasa, te dije que no hablarás con nadie—dijo el muchacho del otro lado— ¿Quien eres? ¿cual es su nombre?

¿Y ahora que?

— Soy humana, se los aseguro—Me río— ¿Ustedes son los dueños o qué?

El muchacho no mostró ningún interés, solo miró a su hermana y ella asintió.

— ¿Desde cuando vives aquí?—espetó él —.

— ¿Para que quieres saber?

Él alzó una de sus gruesas cejas y tensó su mandíbula.
Sus facciones eran un poco ruda, su cabello negro, piel pálida, ojos oscuros.

— Otra idiota mas.

Ignoro lo último.
Una señora como de 34 años, apareció en la puerta con una molesto rostro.

— Les dije que no anduvieran fuera de la habitación—dijo—¿Quien eres?

¿Es encerio? Volco lo ojos y suelto un bufido.

— Para todos, soy una persona. Para ustedes, humana—suelto sarcástica —.

La señora y ¿Lilith? Relajan el rostro y sonríen. El muchacho, me mira serio sin ningún rastro de diversión.

— No hay peligro muchachos—dijo— por cierto soy Abigail, y ellos son mis dos hijos, Lilith y Liam.

¿No hay peligro? Si yo estoy chiflada, ¿ella que estaría?
Sonrío y me doy la vuelta para irme a mi habitación.

Voy a la cocina, saco del refrigerador un saco de papas y las pongo a freír.
Media hora después me encontraba en mi dormitorio, mirando el techo pensando en todo y saboreando las papas.

Escucho un sonido como algo quebrarse, bajo a toda velocidad a la sala. No había nada roto, que extraño juré haber escuchado algo. Subo a la habitación dispuesta a seguir comiendo. Me tumbo en el acolchado, estiro mi mano en un puño para tomar mis papas, pero no encuentro nada, estaba vacía. Había dejado mas de la mitad, imposible haberlo acabado tan rápido.
Esta bien, si estoy loca o no no me importa.

— ¿Quien anda ahí?—Solo se escucha el eco de mi voz— quiero ahora mis papas... ¿me oyes, quien quiera que seas? Devuelve lo que no es tuyo, no te pertenece. Es enserio tengo hambre...

Se qué parezco una demente, pero tengo hambre. Entiendanme.

Me acosté decidida a dormir e ignorar todo a mi alrededor, solté el aire de mis pulmones y respire de nuevo. Mañana seria otro día, otro día que estaría sola y con esta locura.

Sentí algo cálido en mi cuello, me sentí observada por alguien. Tenia miedo, no puedo seguir con esta agonía. Siento que cada día que pasa sin ellos, es como si me estuviera destruyendo. Una caricia en mi cabello, un aliento golpeando mi cuello, y siendo observada, era la descripción que ocurría.

Si esta es la realidad, no quisiera saber que es la locura.