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Salí de ese lugar y volví donde se encontraba Emma.

Al llegar un presentimiento extraño se instaló en la punta de mis alas.

Entré y busqué a Martín o a Emma

—¡Hey! Por aquí— Martin estaba agitando el brazo a lo lejos, caminé hasta él, a su lado, en un banco, se encontraba Emma, dormida.

—¡Wow!

—Tiene un gran rendimiento— me sonrió y nos reímos al ver el doble sentido de lo que había dicho.

—es buena— algo en mi interior se quebró. En esta existencia del bien y el mal, el cielo y el infierno, no todo es justo. Emma se suicidó, sí, pero es buen y en realidad nunca le hizo daño a alguien, solo a ella misma

—lo es— apoyó su mano en mi hombro—llévatela— asentí y alcé a Emma.

Sali volando hasta su mansión, en la plena entrada se encontraban malnacidos ladrones asesinos tratando de abrir la puerta.

—no creo que eso sea buena idea—Dije serió mientras volaba hacia ellos

— ¿y tú qué?—al parecer uno de ellos no tenia idea de quien era.

—un poco mas de respeto para su líder sería conveniente

—Oh, oh, man creo que se metió con el menos indicado

—¿de que habla? El no es...— para cuando cayó en la cuenta ya era muy tarde. Había dejado a Emma sobre una silla del pórtico y mi apariencia había cambiado drásticamente, ahora lucia patas de cabra y mi tamaño se había triplicado, le mostré los dientes, parecía un monstruo, y mi aspecto peludo solo lo atemorizaba mas

—Diablo— completé lo que iba a decir y lo agarré del cuello—lárgate de mi vista, tengo prioridades, pero no me olvido de ti, te atemorizaré en sueños por dos eternidades más y si vuelves a robar, obvio me enteraré, entonces, mal nacido hijo de perra, te juro que conocerás al verdadero Diablo, esto solo es un nivel de bebés—le amenacé escupiendo cada palabra con irá y adrenalina.

En cuento lo solté corrió como gato mojado, desorientado pues sus "colegas" ya habían huido antes de mi transformación.

Volví por Emma en mi forma mas amigable y entré, subí y dejé a Emma en su cama, mientras la acomodaba mis ojos recorrieron su cuerpo y me detuve en sus brazos, las marcas de sus cortes eran más notorias de lo normal, se debía a la prueba, en serio la afectó.

Cuando acabe de arroparla salí de ese cuarto, era pertinente vigilar la frontera antes de que al engreído de su exnovio se le ocurriese llegar por acá. Sin embargo, cuando iba hacia la puerta por la venta vislumbré ciertas alas distintivas de color gris.

Con coraje abrí la puerta, Ezequiel se encontraba ahí, sorprendido, seguro no se esperaba encontrar un hombre tan apuesto en la mansión de su amada, mentiras, tal vez estaba sorprendido de encontrarse de frente con el diablo.

—Hola, yo...

—eres Ezequiel ¿Cómo has llegado hasta acá?

—¿y usted como sabe quién soy?

—Responda la pregunta antes que todo.

—Eso no le incumbe, señor, dígame como sabe quién soy

—eso tampoco le incumbe, niño— empezamos con el pie izquierdo, ¡Que fantástico! En serio este muchacho no me agrada nadita.

—No soy un niño, por si no lo sabía tengo 21 años. Y a su inútil pregunta llegué volando.

—¡Ese imposible! Te venían vigilando desde antes que entraras a este reino

Mi Infierno es Tu CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora