IV

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Ya había cuadrado problemas de Demonios, ángeles caídos, nuevos asesinos y unos tantos suicidas, y Emma aún no había salido de su habitación. Encargarse de hacer del infierno un lugar peor toma tiempo y aun así ella seguía ahí, encerrada.

Decidí hacer algo de comer, si niños de Dios, el Diablo cocina, tengo hasta mi propio canal.
Creo que haré pizza, helado, papas fritas, torta de chocolate... bueno no creyeron que sería sano, lo sano no llama mucho a la gula.

- ¡Emma....! -grité hacia las escaleras que llevan a su habitación, pero ni un aleteo.

Ya era demasiado tiempo, era hacerme el que no le incumbía o subir de una vez por todas saber que rayos estaba haciendo por allá.

Escogí lo segundo y subí las escaleras y abrí la puerta sin tocar, no había nadie en el cuarto, di un par de vueltas y me encontré un papel sobre la mesa de noche: "Me arrepiento tanto, te extraño, como todos los días y lo siento fue mi culpa y tantos sueños no cumplidos es en realidad la verdad condena que pagaré".

No había ningún rastro de Emma, entré en el baño. Una escena casi repugnante se plasmó frente mío. La bañera estaba lista pero Emma no se encontraba dentro de ella, sino sentada al lado de esta, las paredes llenas de sangre con frases ya borrosas por lo que el líquido se había escurrido, gotas de sangre por todo el suelo y el espejo sobre el lavamanos estaba quebrado con trozos dentro del lavamanos y al rededor, volví mi vista hacia Emma, ahora si parecía muerta, con sus manos moradas, la otra parte de espejo incrustada en partes de sus cuerpos, las plumas de sus alas estaban en el suelo alrededor de ella, no podía ver su cara, estaba tapada por el cabello, mojado tal vez de sangre, sudor, agua, y quien sabe que más, no podía contar todos los sitios de los que le salía sangre, las piernas, los brazos, sobre las costillas, el cuello, lo que alcanzaba a ver de las mejillas... se veía tan mal.

Claro que he visto escenas peores, accidentes múltiples, masacres, torturas, pero lo que más me intriga del ser humano es su poder para lastimarse a sí mismo, y ver a Emma así y saber que se lo ha hecho ella misma, con pedazos de espejo, sin importarle en algún momento el futuro ardor, sus futuras cicatrices si todavía tuviera una existencia terrenal, me sorprenden y perturban bastante.

En ocasiones los suicidas me son indiferentes, se han lastimado más que otros humanos, para mi hay dos tipos de suicidios, los que son accidentales y los reales suicidios, los que consisten en tirarse de un quinto piso por un chisme o cortarse con el novio o novia emo del momento, por ejemplo, es una clase de suicidio accidental, ¿porque accidental? Porque es simple, aunque el ser humano se lastima como si fuera un vicio tienen límites, y cuando se terminan quitando la oportunidad de hacerlo mas no lo piensan realmente, no están hundidos, están en una fantasía, y el no estar con toda la razón me lleva a concluir que no tenían idea de que hacían y no esperaban llegar tan lejos, más resumido un accidente. Pero cuando ya hablamos de suicidios por perder a toda tu familia, por la presión económica, familiar, social, de salud, cuando es estrés sin apoyo, cuando es soledad real y no una ilusión de sentirse solo, entonces es un suicido real.

-Emma- susurré- ¡Emma!-toqué su brazo y al no obtener respuesta la hale. Decidí que tendría que alzarla y llevarla a otro cuarto para poder curarla.

Duré unas dos horas humanos solo sacando cada pedazo de vidrio, por todos los que tenía parecía que se iba a desangrar, y lo haría si pudiera de hecho.

-Ez....-balbuceó

-shh-vendé su mano y desinfecté todas las cortadas.

- ¡Ay!- se quejó cuando toqué su cuello.

Al terminar la volví a alzar y la llevé a su cama. Me alegra haber hecho comida, seguramente cuando despierte tendrá hambre.

-Duerme Emma-canturreé en su oído y salí evitando hacer ruido.

La ira, fue la que causo esa explosión, tenía dolor y odio contra ella misma, lo que genero furia queriendo desquitarse consigo misma, estaba tan decepcionada que decidió hacer eso, bueno dudo mucho que lo decidiera, solo lo hizo y ya.

<<Huele a pizza>>Volé hasta la cocina y saqué la pizza del horno.

-¡Hey, Padre! ¿quieres pizza?

- ¿Didi?

-No me vengas con eso de Didi ahora. Es más, aquí entre nos, porque eres un ser tan hijueputa, tan descorazonado...

- ¿De qué hablas? -me interrumpió

-si vieras a Emma...

-Puedo sentir hasta acá tu ira.

-No me digas-respire hondo- ¿Helado? - comí un poco de helado mientras daba vueltas ansioso y pensaba en que haría.

-No lo hagas.

- ¿Que? ¿De qué hablas?

-Te conozco Didi- Suspire enfadado, como lo odio.

- ¿sabes qué? -me cargue de odio-corrección, me conocías, y ahora soy impredecible, sabiendo que no hay nada que me puedas hacer ¿y sabes qué más? te demostrare que cometiste el peor error de tu existencia y esto, ¡esto te perseguirá por los siglos de los siglos!

-Amén-Era Emma, frunciendo el ceño de pie detrás mío- unos segundos después se agarró la cabeza con las manos

- ¡Emma! ¿Estás bien? - encogió los hombros.

No sabía qué hacer, Emma no podía estar aquí mientras tenía una charla con Dios aquí.
Y si sé que sonó redundante, es la ansiedad.

-Niña trae la comida de la nevera y el horno- se fue lentamente con los brazos cruzados por llamarle niña, pero sin mirarme a la cara.

-Ya verás que es así, te arrepentirás-dije por última vez antes de ir con la chica malhumorada.

-te estaré esperando-alcancé a oír.  

-Emma, cosas como amen, cristo, eucaristía, bla, bla, en el idioma que digas dará igual, no puedes hacerlo o te dolerá la cabeza y sentirás un dolor interno que te quema- le aclaré mientras llevabamos alimentos no saludables ni nutritivos al comedor. 

-Okey- respondio apagada.  

Mi Infierno es Tu CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora