La lluvia había cesado y con ella los incontrolables sollozos de Nina; había llorado por horas hasta ser vencida por el cansancio y quedarse dormida en los brazos de Alexander. Este al darse cuenta de que su pequeño ángel por fin dormía, se levantó del suelo con ella en brazos y camino hacia su auto, oculto unos metros adelante.
Recostó a la niña en el asiento trasero y antes de cubrirla con su chaqueta, notó que Nina apretaba con fuerza un objeto entre sus manos, se lo quito pensando que así dormiría más cómoda, pero apenas lo hizo, ella protestó estirando los brazos como queriendo recuperarlo, pero no despertó.
Entonces Alexander estudió más detenidamente el objeto en su mano. Era una cámara fotográfica, la cual hasta hace unas horas pertenecía a Ivan, el hijo mayor.
Durante las cuatro semanas que llevaba observando a la familia, Alexander aprendió los gustos, hábitos y rutina de cada uno de los Zaitsev.
De lunes a viernes la rutina era casi la misma, Vassili el padre, iba todas las mañanas a llevar a sus hijos a la escuela y después a su trabajo como arquitecto. Por la tarde Lidia su esposa, recogía a sus hijos de sus respectivas atividades: Ivan prácticaba karate y siempre estaba tratando de partir por la mitad todo en su camino, después tomaba su cámara y fotografiaba cualquier cosa de su interés; Nina iba a clases natación, y cuando no estaba dando su recorrido diario por el bosque, se sumergía en su piscina y nadaba por horas; Alina tenía clases de Alemán en la guardería y le encanta cantar en esté idioma una otra vez mientras su madre tocaba el piano.
A la hora de la cena toda la familia se reunía y hablaban de lo que hieron durante el día. Después mientras los niños hacían sus tareas los padres limpiaban un poco, veían televisión y en ocasiones bailan en el salón, con sus pequeños como publico hasta que estos se dormían en sus asientos y tenía que ser llevados en brazos a sus habitaciones.
De todo esto y más había sido testigo Alexander durante su vigilancia a los Zaitsev, gracias a las cámaras y micrófonos que había instalado en distintos sitios de la casa. En ese momento, de esa casa llena de vida, amor y alegría, sólo quedaban un montón de cenizas. Sólo había logrado salvar a una pequeña niña, que desde ese momento para él se convertía en toda su vida.
Dio un ultimo vistazo a lo que quedaba de la casa antes de subir a su auto y conducir hacia la carretera.
No podía evitar sentir algo de remordimiento, de haber hecho las cosas diferentes, la puqueña que lo acompañaba en el auto no tendría que haber quedado huérfana, "lo hecho, hecho está y no se puede cambiar", pensó.
Siguió conduciendo con la vista clavada en el camino, en un inútil intento de acallar su conciencia, que lo torturaba con imágenes del terrible incendio. Siguió en ese estado de ánimo por unos instantes más, hasta que su vista se topo con el reflejo de Nina en el retrovisor y al intante toda la culpa que sentía se esfumó.
-Al menos está viva y segura conmigo- suspiró.
La vio detenidamente antes de volver su visita a la carretera y muy convencido se dijo:
-Tenemos que aprender a vivir con las decisiones que tomamos.
Luego de quince minutos mas de viaje en carretera, Nina se despertó muy desorientada, estaba en el asiento trasero de un auto, empapada de pies a cabeza y cubierta por una chaqueta que desconocía, a través de los cristales apenas distinguía la silueta de los pinos y las negras nubes cubriendo el cielo.
Nina aún sin emitir sonido alguno, centro su vista en el asiento del conductor, estaba oscuro y sus ojos ardían pero aún así logró reconocer a aquel hombre como Alexander.

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El Clan Romanov
General FictionAl perder a toda su familia, Nina es obligada a ingresar a un internado pribado para asesinos profesionales. Los años pasan y junto con Nina, crese día con día, su deceo de venganza; el enfermizo amor de su líder Alexander Petrov, termina por...