Capítulo 1

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Publicado Originalmente: 9 de Junio de 2016

Corregido: 15 de Agosto de 2017 / 13 de Mayo de 2020

Comenzamos de nuevo con la historia. Espero que les guste y que me dejen sus comentarios para saber que opinan de la historia.  

            

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Alía se horrorizo al ver que uno de los empleados guardando unas cajas en el almacén equivocado. Corrió hasta él gritando—: ¡Que eso no pueden ponerlo ahí! —los dos trabajadores brincaron del susto al escucharla.

Así era Alía: mandona, exigente y a veces muy gritona. A pesar de eso, todos los trabajadores la respetaban y hacían caso a sus pedidos por más locos que fueran. Es la hija de los dueños del centro de cuido de animales y estaba a cargo mientras sus padres estaban atendiendo un caso en otro país. Dejándola como la jefa interina del lugar a pesar de su corta edad.

Alía observó la caja y señaló la bodega que se encontraba al otro extremo.

—Llévenlo hasta esa bodega. Todavía estas cajas no han sido revisadas y la última vez nos trajeron comida expirada. No podemos permitir que eso vuelva a suceder.

Los trabajadores asintieron y se apresuraron para llegar hasta la bodega y dejar las cajas. Al girarse alcanzó a ver a su amigo Santiago caminando hacia ella. Sonrió y fue corriendo hasta él.

—Sí que tienes una visión extravagante. Mira que saber dónde ellos dejarían la caja sin ni siquiera estar cerca. Sorprendido he quedado cuando saliste corriendo como un rayo para alcanzarlos.

Se encogió de hombros.

—Supongo que es mi genética. Mi madre dice que tengo una visión perfecta, que mis oídos están más agudizados y soy muy sensitiva a las reacciones. Ya intuí lo que harían.

Santiago se quedó pensativo.

—Y a eso agrégale que hablas con los animales. Eso es mucho mas raro que cualquiera de las cosas que dijiste.

Alía puso una mano en su boca con rapidez y miró hacia todos lados mientras se aseguraba de que nadie los veía.

—¡Dios, Santiago, no digas eso en voz alta! ¿Te imaginas que alguien te escuche?

Dejó caer la mano y volvieron a caminar.

—Nadie está por aquí. ¿Como van a escucharme?

Negó despacio y no respondió. Observó de forma distraída los arboles y el cielo que estaba completamente claro. El sol a esa hora golpeaba con fuerza el prado. Debía asegurarse de que regaran las plantas. La apariencia siempre era importante en ese lugar.

No le gustaba decir en voz alta su extraña habilidad. Estaba completamente consiente que eso no es normal, ni siquiera un poco. La hacía sentir rara porque hasta ahora no conocía a nadie que pudiera hablar con los animales de verdad.

Alía: Luchar por un reino sin conocerlo (HDM #2) (Disponible en Amazon) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora