Salí corriendo a la calle, iba en pijama, pero hasta que no puse los pies en la puerta de mi casa no me percaté de ello. Me apresuré en coger mi abrigo y mis zapatos y volví a salir.
Estábamos en Marzo y todavía hacía frío, sobretodo a estas horas de la noche.
-¿Dónde vas?- Me dijo una voz que provenía de la otra calle. Giré instantáneamente la cabeza para ver de quien se trataba.
No respondí ya que no había llegado a ver quien era.
-Hola.- Me asusté cuando volví a ver al chico de cabellos rubios delante de mí.
-¿Cómo has hecho...?- No pude terminar la frase ya que me había empujado al suelo quedando encima mía.
-Quita de encima, ahora.- le grité.
Me puso la mano en la boca para que me callara. Intenté zafarme de su agarre pero era casi imposible.
-Para.- Me dijo casi susurrando.- Están haciendo un recuento, contando a las personas casa por casa. Creen que alguien ha podido escapar, eso es lo que he oído.
-¿Qué dices? Es prácticamente imposible salir de aqui, hay personas que vigilan la barrera.
-Ya, pero se ve que la persona que ha salido se había hecho pasar por un vigilante y así pudo escapar.
-¿Y cómo sabes todo eso?
-Shh, ven.- No llegó a responder, ya que me empujo para que fuera detrás de un árbol.
-Es importante que no le digas esto a nadie, si no nos meteremos en un gran lío con El Dominio.- Segundos después asentí.
-Llevo tiempo investigando a El Dominio. Hace unos diez años, mi padre, Robert Emmer, renunció a su cargo político...- Lo miré confusa y en seguida comprendió mi pregunta.
-Simplemente porque no era partícipe de las especulaciones de El Dominio. Yo, por ese entonces, era pequeño, no entendía bien lo que este pretendía hacerle a nuestra ciudad.
-¿Y qué es lo que realmente pretendía?- Pregunté asustada.
-Agachate, pueden vernos.- dijo susurrando.
-Creo que tengo que volver a casa, sino verán que no estoy, tu también deberías volver, esto... ¿Cómo te llamas?
-Alain, Alain Emmer.
-Yo soy Alex, Alexandra Fray.
-CIUDADANOS, TODAS LAS PERSONAS DE LOS GRUPOS SEIS , SIETE y OCHO, DEBERÁN POSICIONARSE EN LA PUERTA DE SU CASA, VAMOS A PROCEDER A REALIZAR UN RECUENTO. TODO LO QUE EL DOMINIO HACE ES POR VUESTRA SEGURIDAD.- Oí una voz retumbando.
-Corre, vete.- Me gritó.
Asentí y llegué a mi casa lo antes que pude, entré y desperté a Emma que tenía un sueño tan profundo que no se había enterado de nada.
-Emma, vamos, hay que salir.
-¿Qué pasa Alex?
-Nada, vamos.
-CIUDADANOS, TODAS LAS PERSONAS DE LOS GRUPOS SEIS, SIETE y OCHO, DEBERÁN POSICIONARSE EN LA PUERTA DE SU CASA, VAMOS A PROCEDER A REALIZAR UN RECUENTO. TODO LO QUE EL DOMINIO HACE ES POR VUESTRA SEGURIDAD.Ese mensaje se repetía constantemente por el Territorio Norte que comprendía a los grupos Seis, Siete y Ocho, nosotras pertenecíamos al Ocho, el más grande en cuestión de población y recursos, pero el más pobre, en todo sus sentidos. Las personas que habitaban el Ocho eran frías y distantes, supongo que porque estaban asustadas.
Scarlet, la jefa de misiones de El Dominio, se posicionó en la casa 15, en esta vivía la familia Wilson.
-Son cuatro, efectivamente.- Dijo la mujer mirando a la familia con supremacía. Siguió caminando y se detuvo en la casa 16, la nuestra. Nos miró y me sentí pequeña, indefensa frente a su mirada.
-¿Dónde están vuestros padres?- Dijo.Qué gran pregunta, recuerdo que tenía seis años cuando mi madre nos abandonó, mi hermana tenía solo dos. Muchos años después se llevaron a mi padre, lo único que nos quedaba, y ahora, una de las causantes de aquella tragedia, me pregunta que dónde están mis padres.
-¿Va a responder señorita...- Hizo un gesto despectivo con su cabeza mientras miraba su cuaderno.-Fray? Dijo segundos despues.
Me quedé callada, pero al cabo de un momento procedí a hablar.
-Mis padres, mis padres murieron. - Dije cabizbaja.
Scarlet me agarró del cuello de la camiseta sobresaltandome.
-¿Cómo puedo saber que no me estas mintiendo?- Me susurró en el oído.
-¿Por qué iba a hacerlo?- Dije con la voz entrecortada.
-Señora, me temo que tenemos a un sublevado del grupo 6, venga enseguida por favor. - Dijo un hombre de raza oscura que portaba un arma y que tenía la respiración acelerada. Supuse que venía corriendo.
-Enseguida agente Kyle.
Se marchó con una expresión satisfactoria en la cara, dejándonos a mi hermana y a mí en la puerta de nuestra casa, creyéndonos vulnerables.El despertador hizo presencia en mis sueños a las siete de la mañana, como era habitual.
Cuando llegué a la cocina, me encontré a mi hermana desayunando unos cereales a la vez que leía el periódico.
-¿Qué haces despierta?- Le pregunté.
Se encogió de hombros pero no pronunció palabra.
-¿Qué lees?
-Nada.- Respondió cabizbaja
La rodeé y me posicioné a su lado. Cuando pude ver lo que se hallaba escrito en el periódico se me aceleró el pulso.
Se anuncia la ejecución al sublevado del seis, se le condena a dicha pena de muerte trás haber acusado a la justicia y a la ley de este gobierno de haber causado muertes a personas inocentes, de haber engañado a su propia población, de ser injusta con los grupos más humildes y de condenar, torturar y someter a las personas a cualquier barbaridad siempre que El Dominio no salga perjudicado.Mi cara de asombro no fue solamente por dicha noticia, si no por la persona que se hallaba detrás de aquel hombre. Casi no recuerdo su cara.
Mi madre.
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AHOGO
Teen FictionReflejando un posible futuro en la ciudad de Chicago. Esta se ve atacada por una enfermedad provocada por los antiguos pobladores de la tierra. Ahogo, la primera etapa de esta. Una rebelión hacia la libertad hizo que Alexandra Fray se viera involuc...