Capítulo VI

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-Emma! ¿Cómo se te ocurre presentarte aquí? ¿has venido sola?- dije atemorizada
-No, la he traído yo. -dijo Alain, que justo en ese momento entraba por la puerta principal.-cuando salí de aquí anoche fui a ver a tu hermana por si necesitaba algo, pero el sueño se apoderó de mí y me quede dormido en el sofá. Esta mañana me ha despertado Emma asustada, ya que no sabía que te conocía Alex, le conté lo sucedido y me suplicó que la llevara contigo.
-Emma, ¡no puedes fiarte de una persona que aparezca en casa por la noche y no sepas quien es! -en ese momento mire a Alain- No te lo tomes a mal Alain. -Dije riendo.

Vi a mi madre a lo lejos. Mi hermana me miro a los ojos y vio mi expresión, en ese momento se giró y permaneció aferrada a mí.

-Emma, hija. -Dijo mi madre.

El silencio se apoderó de la sala. Decidí romperlo.
-Mamá, creo que es un poco difícil para Emma verte aquí.
-No, Alex, estoy bien. Mamá. -dijo mi hermana con lágrimas en los ojos mientras se aproximaba a nuestra madre-. Había soñado con este momento, aunque no en este lugar.

-Emma, Alex, me gustaría explicaros todo desde el principio, resolver vuestras dudas, pero me temo que aún no podrá ser. Lo que ha sucedido durante estos años es un tema bastante delicado y no quiero que corráis peligro.

Al escuchar las palabras de mi madre vinieron a mi mente recuerdos de situaciones espantosas que había vivido desde que mi padre fue secuestrado por El Dominio.
Una voz me sacó de mis pensamientos, era mi madre:
-¿Qué os parece si hoy comemos juntas y nos ponemos al día?

Asentí, aunque me parecía ridículo, después de tantos años, mi madre llegaba y nos decía con una sonrisa en la cara que si queríamos comer con ella para ponernos al día.
En ese momento Alain se fue, me hubiera gustado que viniera con nosotras.

-Rachel, por favor, encárgate de revisar los casos de los nuevos sublevados y avisa en cocina que hoy comerán dos personas más.

-Claro señora Fray. -dijo Rachel.
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Interior de un comedor

En casa no estábamos acostumbradas a comer semejante cantidad de comida. Pescado, carne, verduras, huevos, pasteles, etc. Una sucesión incontrolada de platos que llegaban y se iban de la mesa como si del vuelo de un ave rapaz se tratase. A pesar de eso, estaba todo un poco soso. En ese momento la voz de mi madre me sacó de mis pensamientos, una vez más.
-...por eso cocinan sin sal.
-Perdón, ¿qué has dicho? -espeté.
En ese momento mi hermana y mi madre me miraron riendo.
-Parece que el despiste que te caracterizaba de pequeña aún no se ha marchado. -dijo mi madre.
Me ruboricé, pero no llegué a sonreír.
-Estaba diciendo que aquí en el Dominio se han descubierto muchos inconvenientes presentes en muchos alimentos, entre ellos la sal. Esta sustancia que hace milagros con la comida, también llega a causar efectos nocivos en los seres humanos. La sal como la conocemos hoy en día, es portadora de muchas enfermedades que pueden llegar a ser letales.

-¿Qué enfermedades? -preguntó Emma intrigada.
En ese momento mi madre prefirió cambiar de tema y preguntar, cómo no, por el chico que había venido con Emma, Alain. Lo cierto es que todo el tiempo que estuvo interrogándome acerca de él, estuve pensando en su melena rubia y rizada, en sus ojos color miel, en sus manos...
-¡Alex! -gritó mi hermana.
-¿Qué pasa? -grité yo.
-Nada Alex, no pasa nada. -dijo mi madre riendo.
A lo lejos oí unos pasos acelerados que se acercaban. Mi madre se levantó de un salto. Era Rachel.
-¿Qué ocurre? -dijo mi madre.
Rachel la miró sin saber qué decir. Me resultó bastante extraño que se quedara en blanco. Parece tener las cosas muy controladas todo el tiempo.
-Venga conmigo, deprisa. -dijo Rachel.

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