Kórek.

100 4 0
                                    

-Desde el momento en que nací cobré una vida, antes del parto de mi madre el doctor había confirmado que alguno de los dos moriría en el momento de dar a luz, tuvo que tomar la decisión de vivir o dejarme vivir, la respuesta es obvia o no te habría conocido y no estaría contando esta historia. En el momento del parto mi madre murió desangrada, fue algo difícil de asimilar para mi padre, por eso toda la vida me culpó por su muerte.

Crecí en un ambiente pesado, él conoció a una mujer que pronto se fue a vivir con nosotros, había quedado embarazada. Ella, compartía el poco afecto que mi padre tenía hacia mí, no conocía yo el amor paterno y mucho menos el materno, solo hasta que nació mi medio hermano y cumplió los tres años conocí el sentimiento fraternal.

Mi niñez no fue nada especial, es una historia demasiado común. Durante esta, despertó en mí el gusto por ver sufrir a los demás, en secreto buscaba del tema, veía videos crudos, donde no había censura alguna, todo era tan explícito y mágico, lo disfrutaba profundamente. Mis pensamientos estaban siempre orientados a esto, cada que veía una persona, imaginaba cientos de formas en las que podría hacerla sufrir, fuese buena o mala, fuese amigo o no , siempre venía a mí una forma diferente para cada persona. Luego, un año después, fue que conocí el arte de asesinar. Me convertí en un asesino aficionado.

Quise entonces aplicar y ver mis cualidades en el acto. Cuando mi medio hermano cumplió cuatro años, el momento de elegir el destino de mi vida, fue cuando me decidí por asesinar. Mi padre en este mismo mes, me invitó a ir con él a un pueblo cerca de la ciudad, recogería unas cosas que necesitaba, donde unos familiares de los que nunca había escuchado. Él era el hombre al cual corté las extremidades inferiores y quemé en la cruz; esto sucedió el primer día, en una granja del camino de un amigo suyo. La cruz la tomé prestada de un espantapájaros, y el serrucho de la bodega. Cuando llegó la noche, mi padre ebrio, cayó en el campo de maíz, éste, era el momento perfecto, me acerqué con el serrucho en mis manos y rápidamente corté sus piernas. Su grito de dolor fue el mayor placer que sentí en mi vida. Luego, con un tanto de dificultad lo levanté en la cruz amarrado, regué aceite inflamable a su alrededor y con un encendedor le prendí fuego. Se quemó lentamente, no duró vivo mucho tiempo, todo quedo en cenizas. Los trozos de piernas que aún quedaban como evidencia se las di de comer a los cuinos. Aún, quedaba el dueño de la granja en la que estábamos, para mi suerte se encontraba durmiendo, no despertó con los gritos. De la bodega tomé un taladro, me acerqué a su habitación, al lado de su cama conecte a la corriente el artefacto, lo acerqué a uno de sus oídos y lo encendí, su oído interno se enrollaba en la rígida y veloz vara metálica del taladro; ágilmente lo puse en su cráneo e hice la perforación que lo mataría finalmente. Feliz en el momento, hice lo mismo con su otro oído y finalmente las perforaciones restantes hasta que me aburrí. El cuerpo lo sepulté en el campo de maíz horas después de abrir el hoyo en la tierra, junto con el taladro, el serrucho y las cenizas de mi padre.

Para mi dicha, en la granja aún estaba el obrero durmiendo en su choza, estaba a un minuto de distancia. Me dirigí allí con un cuchillo, encontré la forma de entrar y rápidamente desprendí su cabeza, su ojo lo dividí en dos partes, tomé un vaso e intente exprimirlo y hacerme una bebida. El cuerpo lo dejé allí, no tenía tiempo suficiente para deshacerme de él, ya casi amanecía y debía irme del lugar. Desde allí fui caminando hasta la ciudad, y en la ciudad me dirigí a casa en bus, afortunadamente no tenía marcas de sangre y tenía un poco de dinero en mis bolsillos.

Ahora sabrás lo que viene, ya te di una pista. El chico y la madre que maté, eran precisamente mi medio hermano y su madre. Cuando llegué a casa, era de noche, estaba cansado de caminar, así que me dormí de agotamiento. Al día siguiente en la mañana, ya despiertos ambos, tomé el cuchillo sin afilar de la cocina y me acerqué ágilmente a ella, mi medio hermano sin poder hacer nada con sus 4 años, solo observaba, así que la asesine y luego lo mismo hice con él. Escuché unos pasos, alguien me vio haciéndolo. En ese instante un hombre entró en la casa y me habló.

-Sé todo lo que has hecho-me dijo-

- ¿Cómo? –pregunté asombrado-

-Eso no importa ahora pero, no te preocupes, no serás castigado por lo que hiciste, actualmente es permitido el asesinar, incluso ya hay academias que lo enseñan. Y agregando me dijo que fuera con él.

Yo sin preguntar ni decir nada más, sólo lo hice, este hombre me llevó a vivir a su casa y me ingresó a la academia, porque para él este era el lugar más adecuado para mí. Aún vivo con él y me cuida muy bien.

-Es una historia impresionante -dije-

-Sí, pero no puedo quedarme más tiempo, ya se me hizo tarde.

-Déjame acompañarte a la puerta

-No, no te preocupes.

Sin más, salió de mi cuarto, se despidió de mis padres y dirigió al subterráneo.

El arte de asesinarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora