Eran hermanos, de sangre, no adoptados. Lo eran de verdad, sus genes eran los mismos. No era una metáfora ni nada parecido. Era la cruda verdad.
Habían comenzado lo suyo un día en el que el resto de su familia. No fue planeado, mucho menos estudiado. Nunca se habían imaginado que podría pasar algo entre ellos.
Nadie lo sabía. Era su secreto. Una de las pocas cosas que compartían.
Creían que era mejor mantenerlo en secreto, no querín que nadie se enterara por miedo a que los rechazaran por ser como eran.
Ese día en el que todo comenzó, su familia se había ido al funeral de uno de sus amigos más cercanos. Ellos suponen que ese es un motivo por el cual no quieren que sus pades sepan lo que tienen.
Quieren dejar de hacerlo, pero no pueden. Es una adicción. ¿Dejarán de hacerlo algún día? ¿Los descubrirán? El tiempo lo dirá.
