El recuerdo del pasado

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Las manchas rojas que tiñen la nieve a mi paso son como las amapolas que una vez poblaron este ahora destrozado planeta. Me parece difícil de creer que esto haya acabado de esta forma, con un interminable invierno nuclear, y mi vida, escapando por cada poro de mi cuerpo.

Mi cuerpo, movido por el viento como una hoja caída en otoño, se deja ahora caer sobre el frío y duro suelo. Soy incapaz de moverme de nuevo, es mi meta, el final de mi historia, una historia efímera, que, tal vez, hubiera sido mejor no recorrer.

 Los recuerdos de toda una vida pasan lentamente ante mis ojos, y estos, se anegan en lágrimas; recuerdo cómo comenzó este invierno.

En aquella época no sabía qué hacer con mi futuro. Tras terminar el bachiller a duras penas, no quise aventurarme a la universidad por miedo a que no saliese bien, acto del que me arrepentiría el resto de mis días.

Caminando por las inhóspitas y contaminadas calles de la ciudad en la que me había criado, yo daba vueltas a ideas sin sentido sobre el futuro, que incierto, se aproximaba a mí, sumido en mi mundo, unos soldados se aproximaron a mí, y me hicieron entrega de un folleto el cuál decía:

"ÚNETE A NOSOTROS, TU PATRIA TE NECESITA AHORA MÁS QUE NUNCA"

Lo que en verdad llamó mi atención, fue el buen sueldo que ofrecieron, 1800$, en ese momento no era un sueldo nada malo, en una época de crisis como esa, pocos trabajos pagaban tanto.

Tras un tiempo, me hice soldado con todas las de la ley. Yo nunca había sido un patriota idiota que moriría por su país, pero el dinero, era capaz de mover montañas.

Se comenzaron a escuchar rumores de una posible guerra entre distintos países. Así fue. Al cabo de pocos meses, la guerra detonó en frente de nuestras caras y fuimos enviados en misiones de ataque para terminar con los países enemigos. Eso era algo que nunca había logrado olvidar en todos estos años. El monótono pero a la vez atronador sonido de las balas perforando paredes, rocas y... personas, las sangre que bañaba cada rincón de la tierra. Era incapaz de articular un solo movimiento, el cuerpo me temblaba como lo hace un árbol cuando es zarandeado por el viento, mis piernas, eran incapaces de sostener el peso de mi cuerpo, era como si hubiese envejecido 80 años en un suspiro, cada grito hacía que envejeciese otros tantos, hasta que caí a peso muerto sobre mis rodillas. Con la moral destrozada y el corazón en un puño, no me veía capaz de nada, ni aún de sobrevivir.

¿Por qué no escogí seguir estudiando? ¿Por qué? ¿Por qué escogí esto?

 Mientras me tapaba los oídos, sumergido en los oscuros pensamientos de mi mente, los aviones aliados bombardearon todo. Cuando me desperté, todo a mi alrededor estaba destruido, cientos de cuerpos inertes y agujereados a mi alrededor.

Yo tampoco estaba ileso, mi pecho, quemado, mostraba las heridas de las bombas, y me di cuenta de que, aliados y enemigos, todos ellos, habían sufrido un mismo destino, daba igual de donde viniesen, de qué bando fueses, ni las ideas que hayan tenido o dejado de tener, todos habían perecido, sufrido lo mismo, el destino de todo, LA MUERTE IGUALADORA.

Me incorporé lentamente, sufriendo dolor con cada movimiento, y me fui, me fui de ese cementerio de personas y edificios, que antes había sido llamada ciudad.

Durante un tiempo, permanecí escondido en las montañas y bosques de ese país. No dejaron de llegarme continuos rumores de que los países de todo el mundo, caían lentamente, uno por uno. Con el transcurso de los años, ya no había países para continuar peleando, batallando una guerra inútil. Ya no  existen países, sólo una destrozada y desértica tierra que ofrecía cobijo aun puñado de humanos incapaces de subsistir; y entonces, en mitad de junio, las temperaturas bajaron, y nevó, el grupo de personas que me rodeaban lo llamaron "invierno nuclear".

- "Esto ha ocurrido por los residuos de esas malditas bombas, ahora esos residuos abundan por toda la faz de la tierra, eso os lo aseguro yo, jóvenes."-Decía el más anciano, y más sabio.

Eramos más de 30 hombres y mujeres de distintas edades y localidades. Todos nosotros vagando como espíritus en pena por los lares de la tierra.

Encontrar algo que llevarse a la boca era un auténtico milagro; por culpa de ello, los problemas en el grupo comenzaron.

Una mujer y su marido, desquiciados por el hambre y cansancio que acarreaban; cogieron ambos armas de fuego y dispararon sin reparo alguno a todos, rápidamente nos dispersamos.

Y por ello estoy aquí, tumbado en el suelo, sintiendo la sangre fluir, tibia, al exterior. Sobreviví a una guerra, pero no a una bala en el costado ¿Comenzaron esas guerras por las distintas formas de pensar? Esa pregunta ya no me sería contestada, la luz se apaga lentamente, mis ojos se cierran... quería dormir, soñar por última vez con algo, pero no pude, no pudo ser, viendo ahora mi inerte y frío cuerpo tumbado en el suelo, a mi lado. Decidí seguir esa cálida voz que me llamaba por mi nombre... 

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