romeo y julieta

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(Narrativa en primera persona de romeo. Muchas partes de la historia no serán igual a la original, en especifico, el apellido de las familias de los enamorados, espero que igualmente disfrutéis de la historia que estoy preparando.)

Las calles están húmedas después de la tenue llovizna que baña las vacías calles de una Verona sumida en un sueño nocturno, soy el único que ocupa ahora sus bellas calles. Las casas tienen en su exterior adornándolas, hermosas flores y plantas trepadoras que bajan desde las cerradas ventanas de estas. Miro al cielo y observo las estrellas, tiritando, su luz ilumina mi alma, y por un momento, me siento renacer; paro en seco y exhalo lentamente, viendo cómo una neblina escapa de mis labios. La primavera hacía poco que había comenzado, pero el frío se seguía haciendo notar duramente en la noche y tempranas horas de la mañana, pero yo adoro el frío, la noche y todo lo que se vincula a esta. Una oleada del viento hace que mi chaqueta negra se agite y el frío me cala hasta los huesos; los vaqueros que llevo en este momento no me protegen lo suficiente del frío, por suerte las botas sí lo hacen, al igual que los guantes de lana.

- Tú, maldito Panettiere, ¿Qué haces aquí tan solo?- Esas palabras se clavan en mi pecho haciendo que un sudor frío se me acumule bajo los guantes.

Me giro lentamente para observar de quién venían esas palabras. Dos hombres altos, uno delgado y otro fornido, me miraban con unos ojos que irradiaban ira y rencor. Eran de la familia Contini, eso estaba claro, su familia y la mía siempre habían tenido problemas, se dice que todo empezó en una subasta hace casi más de dos siglos.

- ¿Yo? Simplemente paseaba...- Contesto observando a ambos a los ojos.

Lentamente, estos dos se acercan, sonriendo de una espeluznante forma, cuando me quise dar cuenta ya había puesto pies en polvorosa y esos dos gorilas me seguían  pisándome los talones.

Crucé una calle tras otra para intentar perderles de vista, al final, acabamos llegando a la plaza de Verona, todas las calles iban a dar ahí; escuchaba su exagerada respiración justo detrás de mí, y en ese momento escuché la voz de mi primo, Iván. Este venía por la calle que daba a las afueras, justo a nuestra casa. Iván era alto y delgado, unos años mayor que yo, y siempre había hecho de hermano mayor desde que tengo memoria.

- ¡Romeo! ¿Se puede saber dónde estabas? Tu padre está preocupa... ¿Quienes son esos tíos? ¿Son amigos tuyos o algo?

-¡ Más os gustaría que fuéramos amigos de unos asquerosos panettiere como vosotros!- Dijo el más delgado sacando una navaja.

A partir de ahí todo ocurrió muy rápido, el Cotini se abalanzó a por mí seguido por su amigo, cerré los ojos, esperando notar la fría cuchilla en mi estomago. Pero no la noté. Al abrir los ojos, Iván había noqueado al Cotini de la cuchilla y se la había clavado en la pierna y su amigo estaba tirado en el suelo.

Las piernas me temblaban como si en mi interior estuviera teniendo lugar un terremoto, me sentía desfallecer. Las piernas me fallaron y caí al suelo, todo daba vueltas, era incapaz de levantarme del suelo por más que lo intentara, aún sentía la muerte sobre mí, acechándome, esperando que esos Cotini se levantasen y me mataran.

- ¡Romeo! ¡dime que estás bien!- Las palabras de Iván me sonaban lejanas, sentía como si me fuera a desmayar de un momento a otro.- Venga, te ayudaré a levantarte.

Iván me sujetó por debajo del brazo y me levantó con rapidez. Cuando ya era quién a mantenerme de pie solo se soltó y alejó un paso de mí, dándome la espalda. Cuando se giró me golpeó con la mano abierta con todas sus fuerzas.

- No quiero que vuelvas a salir a las 5 de la noche sólo, ¿Me has oido? si no llego a aparecer, ahora mismo estarías muerto justo donde estás.- Esas palabras hicieron que sintiera unas irrefrenables arcadas.- Vamos a casa, no diré nada de esto a tus padres, ¿Está bien?

-Sí- Contesté siguiéndole-. 


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