2. Soy hija de Durin.

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-Camina.-Dijo un orco mientras me empujaba.

La tierra era negra ahí, pero después de cruzar el bosque de alrededor, todo sería verde.

Entonces, después de caminar un poco, llegamos a un bosque.

Y ahí, tuve un plan.

Me agaché, así, haciéndo que los tres orcos que me vigilaban y me sujetaran, se apartaran de mí.

-¿Qué haces?-Dijo el orco jefe detrás mío.

-Ponerme bien las botas, me van grandes.-Le dije con asco.

Yo iba la primera, podría escaparme sin problemas.

Entonces hize un rápido movimiento y empezé a correr, con mi espada en la mano.

-¡Cogédla!

-No podréis, ¡Soy hija de Durin!-Le grité con una sonrisa.

Yo tenía la velocidad de un elfo, así que tenía una gran ventaja.

Pero tendría más ventaja si fuera de árbol en árbol. Los orcos no pueden trepar.

Me fije que estaban lo suficientemente lejos, y entonces, empezé a trepar un árbol.

Cuando estaba acabando de subir noté un dolor en el brazo.

Acabé de subir y empezé saltar de árbol en árbol.

Sabía que era el dolor del brazo, me habían tirado una flecha. Pero ahora debía ganar ventaja o los orcos me alcanzarían.

Siempre había sido muy ágil, cuándo conseguía escaparme del castillo me gustaba saltar de tejado en tejado y trepar casas.

Después de estar casi media hora corriendo, vi que los orcos habían parado.

Me miré la herida, no tenía la flecha clavada y tampoco era una herida grave, sólo me había rozado la piel, haciéndome salir unas pocas gotas de sangre.

Bajé del árbol, ya que cansaba más ir de rama en rama, y empezé a correr por el camino.

Hasta que vi un caballo blanco alzarse ante mí, empezó a relinchar levantando sus dos patas delanteras. Yo caí delante suyo asustada. Había dos personas subidas en él.

Entonces el caballo se paró y yo me levanté. Cogí mi espada Orcrist y apunté a los que estaban subidos al caballo.

-¿Étaín?-Dijo uno, bajando del caballo. Era un enano pelirrojo que se me hacía familiar.

-¿Quién eres?-Dije seria apuntándolo con la espada.-Dímelo o te la clavaré.

Entonces, el hombre de arriba, que pude ver que era un elfo, me apuntó con su arco.

-Estrías muerta si lo tocaras.-Dijo serio.

-Legolas, baja el arco.-Dijo el enano al elfo.

El elfo bajó el arco.

-Tu estabas muerta...-Dijo el enano.

-Me capturaron los orcos y hoy me he escapado.-Dije sin dejar de apuntar.

-Yo te ví, vi tu esqueleto...

-Los orcos me llevaron a Gundabad, ahí he estado 14 años.-Hize una pausa.-¿Quién eres?

-Soy Gimli, Étaín.-Dijo el enano.

-¿Gimli?-Dije con una sonrisa.

Pero escuché pasos detrás mío.

Empuñé mi espada hácia ellos, que estaban detrás mío.

-Vaya, y yo que creía que eras una niñita inocente... Nunca debí darte la espada de tu padre.-Dijo el orco jefe.-Bueno, acabarás como él.

ÉtaínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora