El resto de las clases pasaron demasiado lento, sin ninguna novedad como el resto de los días. No había hablado en todo el día con Lea, y tampoco había vuelto a ver al misterioso Harry. Arrugué el ceño y saqué el papel doblado de mi bolsillo. Miré su número. Si creía que iba a llamarle lo tenía muy claro.
- ¿Qué es ese papel? - La voz de mi mejor amiga surgió de la nada, haciéndome pegar un brinco en el mismo sitio.
- Joder, haces menos ruido que los gatos. - Suspiré aliviada al ver que era ella y luego reí leve.
- Sí sí, pero ahora contéstame y no me intentes cambiar de tema. - Sonrió.
Lea era mi mejor amiga porque siempre era ella misma. Tenía un par de kilos de más, aunque ella dijera que eso era culpa de sus huesos anchos. No se avergonzaba ante los comentarios del mundo.
- Jan, estás un poco ida hoy.. ¿a qué ha sido por el buenorro de Styles? - Acercó mucho su cara a la mía, abriéndo los ojos de par en par e inyectándome ese color azul celeste en mis pupilas.
- Se llama Harry. - La miré y alejé mi rostro del suyo.
- Con que Harry eh.. pues menudo cuerpazo que tiene el chico, como lo que esconda debajo de sus bóxers sea como lo que se ve a primera vista.. - Me dedicó una mirada enarcando varias veces las cejas mientras se mordía el labio inferior con deseo exagerado.
- ¡Tía, no seas cerda joder! - Le pegué ligeramente en el brazo. Aunque en realidad.. ¿Tendría razón..? Oh Janis, borra esos pensamientos de tu mente.
- ¿Quieres que te acerque a tu casa? Por lo que he visto, la Kelsey se ha vuelto a enfadar contigo. - Me comentó mientras caminábamos hasta su pequeño mini cooper de color azul marino.
Suspiré. - Ya te digo, esta mañana creo que se pensaba que la estaba vacilando. - Abrí la puerta del copiloto y me senté en el asiento.
- ¿Por qué? ¿Qué hiciste? - Dijo mientras entraba por la puerta contraria y acomodaba el espejo retrovisor.
- Vacilarla.
Ambas reímos todo el camino y cantamos las canciones que nos sabíamos que salían en la radio. Nunca me cansaba de pasar tiempo con Lea. Era la que mejor me comprendía en el mundo, ni mi propia madre entendía mis problemas más que ella. Era normal que mi mejor amiga tuviera éxito con los chicos. De estatura media, cabello por los hombros y ligeramente ondulado, de un tono anaranjado natural, y lo que más destacaba, sus grande ojos celeste. En cambio yo, de una estatura algo menor, pelo largo y castaño y bueno, tampoco podía quejarme del verde que me había tocado por color de ojos.
[...]
- ¡Mamá, ya esto.. - No me dió tiempo a terminar la frase cuando cogí un posit pegado a la puerta de la nevera.
" Cariño, he tenido que salir por temas de trabajo, volveré en un par de días. Te he dejado comida suficiente en los estantes y frigorífico, y si por si acaso, tienes la tarjeta de crédito en el cajón. Te quiere, mamá xx"
Despegué la nota de la nevera y la dejé en la encimera. Podría aprovecha para llamar a Lea y decirle si quería venirse a pasar estos dos días. Cogí mi teléfono móvil y busqué su número en la agenda. Un pitido, dos, tres...
- ¿Diga? - Una voz de hombre resonó al otro lado del teléfono. Lo más extraño era que me sonaba, que me sonaba mucho.
- ¿Lea? - Dije con un tono de voz un poco más agudo del que tenía en realidad.
- No, soy Harry, ¿quieres dejarle un mensaje?
Me quedé petrificada, y mi capacidad de hablar parecía que me había abandonado.. ¿Era.. Harry?