Capitulo I

64 11 4
                                    

Sentía el ruido de sus pasos al caminar, pienso que todos en el fondo tenemos algo que deseamos volver a tener pero nunca conseguimos, mi deseo en este y en todos los casos para los que esa palabra aplique era ella, la sentía tan cercana en mi pensamiento pero tan lejana a mis manos, y ahora que lo pienso quizás nunca fue mía, o más bien fui tan suyo que al final termine perdiendo mi propia identidad en un mar de dependencia emocional

Sobre el porqué naufragué en ese mar es de lo que trata este relato, supongo que debería empezar por orden cronológico las cosas, pero a decir verdad, la historia fue tan aleatoria que contarla de forma precisa y en una perfecta fidelidad a la realidad, sería algo contraproducente, pero partamos por el principio, por como la conocí, pienso que aquí es donde debe partir

Fue gracias a la clase de cálculo, dicha materia es una de las cosas que mejor se me da en la vida, me fascinan los números a decir verdad, y hasta ese instante, justo un segundo antes de conocerla a ella, me habría apostado todo el oro del mundo (es decir todo el que no poseo) que no hay problema (matemático o de cualquier tipo) al cual no pudiese dar solución, pero al igual que lo descubrió la muerte en aquella obra de Saramago, para toda regla hay una excepción.

Se acercó a mi después de una clase, y me preguntó que si le podía explicar algunas de las dudas que le habían quedado de la clase, de entrada, ya de por si es bastante atípico que te aborden después de una clase, pero que lo haga una chica de cabello castaño, de estatura un poco baja, de piel canela, y con el rostro más angelical que se pueda concebir, era algo sumamente extraordinario. Recuerdo su sonrisa, esa que después sabría que estaba calculada al milímetro y que muchas otras veces habían acertado.

Atine a contestarle de forma afirmativa a su petición, lo hice de forma más bien torpe, ya que como es típico de los hombres, a veces se nubla tanto la vista cuando estamos frente a una chica que nos cuesta enlazar las ideas aún más básicas y esenciales. Ese fue mi caso.

Quedamos en que el jueves de esa misma semana iría a su casa para explicarle temas, ahora que lo pienso, recuerdo muy poco de las palabras exactas que se usaron en ese dialogo, sin embargo, recuerdo cada una de sus expresiones, esos gestos quedaron tallados en mi memoria para siempre.

En el camino a casa pensé mucho, por una razón, que ya intuía yo de que se podría tratar, su imagen no abandonó mi mente hasta entrar en el más perfecto de los sueños, no diré que soñé con ella esa noche, porque sería mentir, pero si diré que me quedé dormido sonriendo, cada vez que reproducía el recuerdo en mi mente.


El ProblemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora