U n o

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—Dit.

Un chico alado entró flotando en la habitación de paredes negras, decorada con una simple mesa baja en el centro de ésta con decoraciones en rojo y blanco.

La chica arrodillada frente al único mueble volvió su pálido rostro al del recién llegado. Ladeó la cabeza, provocando que un mechón de pelo negro y ondulado se colocara entre sus ojos.

—No está —respondió.

—Joder...

Él caminó hacia la mesa y se arrodillo junto a la ángel. Ambos quedaron en silencio, recorriendo con los ojos los delicados trazos dibujados sobre la negra madera.

—¿Sabes a dónde ha ido? —preguntó él, mirándola. Ella quedó con la mirada clavada en una esquina de la mesa, haciéndole fruncir el ceño a él— ¡Luna, te he hecho una pregunta!

—¡Mierda, Tash, no lo sé! —gritó la nombrada, claramente molesta— Ya sabes cómo es: estará por ahí seduciendo a algún mortal para luego... —Bajó el tono de la frase hasta quedar muda. No era necesario recordar qué pensaba hacer.

Tash resopló y se pasó una mano por el corto pelo.

—Es idiota... —murmuró— ¿Es que no se da cuenta de lo peligroso que es?

Luna volvió a fijar su mirada sobre la mesa, llevando el mechón de pelo rebelde tras su oreja con sus dedos de uñas comidas. Cerró los ojos unos instantes y dijo:

—Ya la conoces. Le da igual lo peligroso que puedas llegar a ser, o si acaban descubriéndola... Haría cualquier cosa por comer...

—Lo sé, lo sé... —Tash se abrazó las piernas y suspiró— Pero... Mierda, yo también tengo hambre, y tú, ¡y Lizzie...! ¡Todos tenemos hambre! Pero no podemos arriesgarnos... Y si los cafs la pillan...

—Cállate... —La ángel imitó a su amigo y se abrazó las rodillas— Sólo esperemos. Dita no suele tardar mucho cuando se trata de mortales.

Tash la miró de reojo. Al contrario que él, se encontraba en su forma humana en esos momentos, vestida con una camiseta negra de tirantes con la palabra "DANCE" escrita en ella, y unos pantalones cortos negros.

—La conoces bien, ¿eh? —sonrió el chico.

Luna dejó escapar una leve sonrisa.

—Claramente —respondió.

Dark Angels ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora