PLATINUM «E D I T A N D O»

«Solo te tengo a ti»

Capitulo 1

Estar en un funeral no era nada divertido.

Era demasiado aburrido, toda la gente estaba hay presente. No soy de esas personas que les gusta estar rodeada de personas ahora. El pasto verde hace resaltar las lapidas grises, cada una en línea recta muy lindo pero no para mí. Las personas visten de negro sollozando por algún ser querido o algún amigo en particular. Me siento asfixiada. No quiero estar aquí. Me dirijo en donde estan sepultados y leo la descripción que han puesto para ellos.

Aquí los nombres de: Prudence Emilie Jons 1984 & Arthur Schmidt 1985 (2014)

—Loreto, tenemos que irnos—dijo con la mirada hacia el suelo, acercándose a mí, cuando lo mire el parecía alerta. 

Esto ya termino. No podre dormir en paz el resto de mis días ahora.

—No—decidí mirarlo, estaba enojado pero no sabía el porqué. Ahora no quería irme, necesito volverlos a ver una vez más. 

 Mamá diciendome que no dejará los libros tirados o papá que dejará de molestar a Kendall.

—Por favor—suplica Kendall—no comiences.

Quería llorar lo miraba en sus ojos grises, no podía evitarlo.

— ¡Como que no comience!—alzo la voz llamando la atención del público en nuestra burbuja, Kendall quería sacarme de aquí. ¡No hay más por hacer!– ¡QUE QUIERES QUE HAGA! ¿Qué me quede callada?, a estas personas ni siquiera los conocemos.

«—Te equivocas—decía él».

Quiero hacer a mi mente razonar.

—Déjame llorar—le dije. Sentí que me derrumbaba en mis adentros. Mis mejillas estaban tornando un tono de color pálido, mojado y rojo. Mis ojos se humedecen con las lágrimas el siente mi reacción acercándose a mí, dándome un fuerte abrazo, sentí nuestros cuerpos hacerse chocar cada uno mientras sollozábamos el uno al otro de dolor. Un beso me disparo sin previo aviso de mi hermano.

—Te necesito... y mucho–sentí sus lágrimas por mi rostro—Solo te tengo a ti—le dije.

«—Claro que no–decía el».

Me siento algo mareada tomo su brazo cuando un fuerte y obscuro negro aparece en mi vista, cayendo al suelo por segundos. Después de eso, no supe absolutamente nada.

(...)

«No necesitaba ver esto ¡Esto no! Ella lloraba rápidamente y me dirijo a ella dándole un abrazo, espero y la haya sentido mejor. Para mí lo fue. Tengo instrucciones tengo que obedecerlas».

—Yo solo no puedo—me dije a mí mismo.

Acelero hacia la autopista que nos dirige a casa...

— ¡Estúpido, Estúpido! ...—en eso recuerdo algo—Carl, Dios como pude olvidarlo, estúpida lista.

Faltaba poco para llegar a casa. Se escucho un gemido. Loreto se estaba despertando.

—Buenos días dormilona—el sonríe como si fuera la cosa más graciosa del mundo, lo es. Mi rostro le da gracia.

— ¡Es... –miro hacia la ventana—de noche!—miro a Kendall con sueño.

— ¿Estas mejor? —pregunto. Si, necesitaba preguntárselo.

— ¿Qué es lo que ocurrió? —toco mi cabeza y esta hace que de un gritito...