Cuando Normani abrió sus ojos no sabía donde se encontraba.
No despertó por puro gusto, el sonido de pasos y la puerta cerrándose fuertemente y con prisa fueron los causantes de ello.
Lo primero que vio al intentar ubicarse fueron sus cuadros de importación inglesa, esos que le obsequio su abuela poco antes de mudarse a Miami. Y terminó poniéndolos en la sala, justo al frente del sofá más grande. Oh si, ya sabia donde se encontraba.
No sabia como teniendo una cama y estando en su propio apartamento terminó durmiendo en él incómodo sofá. Pensó mientras él sonido de sus huesos del cuello y la espalda traqueando llegaba a sus oídos.
Tal vez había terminado la noche demasiado borracha y la chillona de la ojiverde no quiso llevarla hasta su habitación. Pero solo era un tal vez que de nada le servía.
Normani era una de esas personas que se embriagan y no recuerdan nada al día siguiente. Que mal.
Mientras trataba de levantarse del todo en su campo de vista se interpuso una Lauren despeinada, con cara risueña y con una taza de café humeante.
Rogaba a Dios que fuera para ella. Los dolores de cabeza la estaban matando.
—¿Que-e — Oh por Dios. Su boca parecía él mismísimo desierto. Mas seca imposible, y no ayudaba mucho el sabor a trago viejo. Simplemente asqueroso
Limpiando su garganta lo intentó una vez más.—¿Que demonios pasó ayer?— dijo tratando de estirarse, tratando.
Lauren notando de inmediato él estado deplorable de su amiga recordó que él café en su mano era para la morena, así que con cuidado se lo entregó.
—No vayas a asustarte o salgas corriendo pero..— dijo tomando su gesto mas creíble de seriedad— perdimos a Ally y tu te casaste con una prostituta, sin olvidar el tatuaje que tienes en el rostro— termino de decir Lauren con voz neutral.
Pasaron unos pocos segundos para escuchar el grito aterrado de Normani en todo él apartamento.
Rápido se deshizo del café sin el minino tacto de quizás regarlo y se levantó del sofá directo al espejo.
Vale. Reviso por todas partes y tatuajes no tenia. Tampoco una argolla en su anular.
No salió de aquella revisión exhaustiva hasta que escuchó la risa de Lauren.
Resopló, por fin dándose cuenta de la broma que le jugó su amiga. Típico de la ojiverde y su humor negro.
—Quisiera matarte.
Desde un principio estaba considerado la opción pero él dolor de cabeza era mas jodido que sus ganas de ahorcar a la ojiverde.
—Perdona pero es que no puede evitarlo. Me preguntaste que paso ayer, lo siento— declaró la pelinegra aun riendo.
—Callate chillona, me voy a dar una ducha— porque si que lo necesitaba. Pensó —Después me contaras que paso ay..— se detuvo a mitad de la frase. No cometería ese error otra vez. —Lo que hicimos ayer. Anoche.
Luego de aquellas palabras y un café olvidado Normani se fue a bañar como lo había dicho.
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