Prólogo

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Los meses continúan transcurriendo. La verdad, estudiar nunca se me había hecho tan difícil como en los últimos meses, pero mi cabeza y mi estado de ánimo, que no parece mejorar, han sido los únicos responsables.

Avanzo por los pasillos a la mínima velocidad que mis pies me permiten. Las miradas de varios se posan sobre mí con desagrado, pero continúo mi camino a pesar de ello. No los culpo, con estas ojeras debo verme terrible.

Suspiro para mí misma segundos antes de empujar la ya conocida puerta del salón 407, el mismo de todos los lunes para la clase de metodología. Me adentro al lugar antes de darme cuenta de que la profesora ya se encuentra ahí, haciéndome saber que he llegado tarde. Me preparo de cierto modo para que me llame la atención a pesar de que no me detengo, pero por suerte, no dice nada. Me siento en la fría silla de madera que se encuentra al fondo, ya que el salón está lleno. Me paso ambas manos por el rostro mientras exhalo ya agotada por un día que apenas comienza.

Una mano pálida coloca rápidamente un trozo de papel blanco sobre mi mesa, me quito las manos del rostro y volteo a mi derecha para ver que se trata de Ezra. Desdoblo el papel y leo su contenido.

"¿Mala noche otra vez? :-("

Volteo a mirarlo nuevamente, mientras me regala una pequeña sonrisa compasiva. Junto mis labios y en ellos se forma una pequeña sonrisa también, que parece más bien una señal de lástima hacia mí misma.

Abro mi bolso y saco un lápiz, antes de darle un vistazo a la profesora y asegurarme de que no me está mirando para poder responder.

"Algo"

Eso es lo que escribo en respuesta, doblando nuevamente el papel y entregándoselo rápidamente, para que en pocos segundos lo devuelva con una nueva respuesta.

"Creo que sé cómo animarte. ¿Un café de esos de vainilla que tanto te gustan después de clases? :-)"
Sonrío, pero esta vez un poco más real. Coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja y me dispongo a responder.

"Suena bien :-)"

Se lo entrego una última vez de manera sigilosa, evitando un buen regaño. Él lo lee, para luego sonreír y levantar su pulgar para mí.
Río suavemente y niego con mi cabeza. De no ser por Ezra, que es el único que se ha acercado a mí, esto sería mucho peor. Él ha sido muy dulce y atento conmigo desde que llegué, y nos hemos hecho muy buenos amigos.

(...)

Mis pies me guían una vez más, pero esta vez fuera del campus. El frío choca contra mi piel como todos los días, a pesar de que los rayos de sol sean realmente intensos, pero sin calentar. Busco con la mirada en varias direcciones, hasta que un silbido me hace girar y encontrarme nuevamente con Ezra.

Recargado sobre su motocicleta negra, con los brazos cruzados y abrigado con una chaqueta de cuero negra que combina con el azabache de su cabello. Su piel pálida y llena de tatuajes resalta con la luz solar, mientras su mandíbula se mueve repetidas veces al masticar una goma de mascar, pero dejando escapar una pequeña sonrisa ladeada.

Sonrío antes de avanzar hacia él, mientras no despega el azul de sus ojos de mi silueta andante.

-Sube. -me dice, haciendo una seña con su cabeza.

Lo dudo por unos segundos al mirarlo, pero entonces él ríe como sabiendo lo que me preocupa. Toma un casco negro y me lo entrega en las manos, haciéndome sonreír y colocarlo sobre mi cabeza.

-Así está mejor. -respondo, mientras él se coloca el suyo, de un rojo fuerte como la sangre subiéndose sobre ella.

Me subo justo detrás de él. Ezra enciende la motocicleta y el rugido del motor resuena por todo el lugar. Los típicos nervios que me invaden cada vez que me subo en ella aparecen, pero él, simplemente continúa con el protocolo tomando mis manos y haciéndome rodear su cintura para sostenerme.

Arranca a alta velocidad, y hace que me aferre posiblemente más de lo debido a su cuerpo. El viento sacude bruscamente el cabello que sobresale debajo del casco, mientras mi pulso y mi corazón se aceleran al temer caer a gran velocidad.

Afortunadamente, el café al que Ezra me trae no se encuentra demasiado lejos, y celebro cuando mis pies tocan nuevamente el suelo. Ambos nos quitamos los cascos, le entrego el mío en las manos y los lleva hasta que entramos al local, sentándonos en una mesa a la derecha.

La mesera llega y ordenamos los cafés. Recuerdo momentáneamente mi antiguo trabajo haciendo lo mismo, en mi antigua vida, lo cual me provoca nuevamente una nostalgia dolorosa. Sacudo la cabeza intentando alejar los recuerdos, mientras me enfoco en mirar a Ezra.

-Lo siento, debo lucir terrible con estas ojeras -le digo, cubriéndome el rostro con las manos.
Él sonríe, dejándome admirar sus dientes blancos como perlas.

-Nada. Ya hasta te lucen. -bromea, dándole un sorbo a su café.

Sonrío, sin decir mucho más. Me he tomado la molestia de analizarlo todo este tiempo dentro de lo posible. Siempre ha sido bueno conmigo, bastante atento. Sin embargo, no parece llevarse bien con todo el mundo, a veces parece ser bastante reactivo a ciertas situaciones. Me pregunto qué es lo que ha hecho que se acerque a mí cuando claramente no soy ahora el mejor ejemplo para establecer una amistad, y cuando sus ojos me dejan saber que no se siente precisamente atraído por el resto de sus compañeros.

De todos modos, me alivia que alguien aún quiera tenerme cerca, que se preocupe por mí aunque yo no me sienta muy valiosa.

Él busca la manera de hacerme reír varias veces mientras estamos en el café. Al terminar, ambos nos levantamos y salimos nuevamente hasta la motocicleta.

-Espera. -me pide, haciéndome voltear y mirarlo confundida-. Hay algo que quiero decir.

Ladeo levemente la cabeza, mirándolo de manera expectante. Ezra se aclara la garganta y suspira.

-¿Qué pasa? -le pregunto, con los brazos cruzados.

-Sé que somos amigos y todo eso. Pero en verdad me gustaría intentar ser algo más.

Sus palabras me paralizan, porque no eran lo que esperaba escuchar. Sin duda, él es una persona bastante impredecible.

No digo nada, porque no sé qué decir. Sin embargo, él avanza y coloca sus dos manos a lado de cada una de mis mejillas. Mis ojos se conectan en pocos segundos con los suyos acompañados de su ceño fruncido, los cuales parecen verse aún más azules que antes. Sus pulgares rozan mis mejillas con suavidad, mientras una pequeña estela de vapor abandona sus labios con cada exhalación a causa del frío. Sus labios siguen viéndose cálidos y rosados.

Ezra se inclina y finalmente presiona sus labios sobre los míos. A pesar de que no siento la chispa que he sentido anteriormente, decido no apartarme. Él me besa con determinación moviendo sus labios lentamente sobre los míos. Intento dar lo mejor de mí por apartar el rostro de Drew de mi cabeza con cada segundo. Le sigo el paso, y de cierto modo, no se siente mal.

Ezra no es Drew, y probablemente nunca llegue siquiera a parecerse a él. Pero creo que es hora de que continúe con mi vida. Ezra es diferente, y me atrae. De cualquier modo, probablemente él sea el único que vaya a sentir algo por mí.

Supongo que así es como acabo de iniciar una nueva relación, después de un año y medio.

La Venganza (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora