El retorno a casa no ha sido más que una película transitando por mi cabeza. La lluvia ha cesado casi por completo, pero el frío es intenso e incluso empaña las ventanillas de mi auto.
Mi corazón aún se encuentra acelerado, siento como si se inflara. Lo que pasó hace un rato atrás ha hecho que mi cabeza de vueltas y vueltas, aún siento sus labios sobre los míos y a pesar de que no fue correcto, ansío poder sentirlos nuevamente.
Estaciono el auto en la cochera, tomo mis cosas y me bajo para avanzar hasta la puerta. La brisa fría causada por el ambiente habitual y la lluvia, ocasionan que se escape una pequeña estela de vapor a través de mis labios. Introduzco mi mano en el bolsillo de mi pantalón y saco las llaves, abriendo la puerta y adentrándome en el calor de mi hogar. Me quito el abrigo y lo cuelgo en el perchero, lanzo mis apuntes sobre la mesa y suspiro antes de que una pequeña sonrisa involuntaria aparezca en mi rostro.
Drew y yo nos besamos. Después de todo este tiempo que hemos pasado separados, de alguna manera sigue existiendo algo entre nosotros. Su voz retumba en mi cabeza, su invitación a ese café el día de mañana para vernos otra vez me llena de ilusión.
Pero entonces recuerdo que yo estoy en una relación, y mi sonrisa se desvanece. Estoy con Ezra desde hace un año y medio, además de que Drew vive en Chicago mientras que yo vivo aquí. Suspiro ante la inmensa ola de confusión que me agobia, y decido ir rumbo a la cocina a tomar quizá un poco de té. Una silueta sale de la sala, y me hace voltear, encontrándome con los ojos azules de Ezra.
Su ceño está fruncido, y sus ojos están inyectados en sangre. Frunzo el ceño ante su aspecto descuidado, el cual jamás había observado en él.
—¿Ezra? ¿Qué te pasó? —pregunto, girando mi cuerpo por completo para mirarlo. Su mandíbula se tensa, y la forma en la que me mira comienza a incomodarme.
—¿Dónde estuviste? —pregunta, en tono bajo pero firme. Por alguna razón que desconozco luce bastante molesto.
—Estuve aplicándole pruebas a un paciente. —respondo, sin siquiera pasarme por la cabeza la idea de decirle que mi paciente es Drew.
Ezra no dice nada, simplemente avanza hasta mí. Su aura comienza a incomodarme, él se inclina y coloca su cara en mi cuello, antes de olfatearme. Entonces se aleja, y su mirada se vuelve aún más atemorizante.
De pronto, de un momento a otro él me toma con una fuerza terrible de la muñeca, atrayéndome a él y sujetando de manera violenta mi rostro entre su mano.
—Hueles a hombre. —me dice entre dientes, como si hablarme le diera asco. Tiene aliento a alcohol y entonces me doy cuenta de lo ebrio que está.
El pánico me inunda, y su fuerte agarre me lastima. Sus dedos están clavados en mi piel y estoy segura de que me va a dejar unas marcas terribles. Mi corazón late con demasiada fuerza, y la incomodidad que percibía se transforma en terror. Le doy un empujón como me es posible y logro apartarme, sintiendo como mi muñeca y mi rostro arden por la agresión previa.
—¡¿Qué te pasa, Ezra?! ¡¿Ahora también me vas a pegar?! ¡Eres un maldito animal! —le grito, sintiendo un nudo en mi garganta e intentando sonar valiente.
Él se frota los alrededores de la boca con cinismo, y parece que va a darse la vuelta para marcharse, pero lo siguiente que siento, es un empujón que me hace caer al suelo. Ezra comienza a patearme los costados, y como puedo me encojo en posición fetal para protegerme.
—¿Te vas a hacer la valiente ahora? —dice, nuevamente entre dientes—. Estúpida inservible —añade, con más patadas para mi cuerpo.
El dolor que siento a nivel físico me dificulta respirar. Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos y lo único que puedo hacer es soltar quejidos. Finalmente, Ezra se detiene, me mira unos minutos y se marcha de casa dando un portazo. El dolor es inexplicable, me duele respirar y siento que me ahogo, tanto que incluso empiezo a toser. Mi rostro arde, y no tengo fuerzas, pero hago lo posible por levantarme.
Cojeo hasta la sala, y al pararme frente al espejo me levanto la camiseta para encontrar hematomas tan grandes y notorios que sé que si puedo moverme mañana, será suerte.
Logro recostarme sobre el mueble, soltando quejidos con cada movimiento. Las lágrimas inundan mis ojos, y el dolor en mi corazón es aún más fuerte que el dolor de mis ahora heridas. ¿Qué diablos hice mal? ¿Por qué me pasa esto a mí?
Ezra era bueno. Todo el tiempo que pasé con él desde que lo conocí me trató con amor, era atento, era cariñoso. Todo cambió desde aquél día que salió a reunirse con alguien y comenzó a ponerse agresivo. ¿Cómo alguien que luce como un ángel cuando te sonríe puede convertir tu vida en el mismísimo infierno?
Ahora no sólo tengo miedo, sino que estoy más vulnerable que nunca. Me siento humillada, me siento herida a nivel sentimental y me siento como una basura. Todo esto me lo merezco de alguna manera, Ezra nunca fue malo, no quiero aceptar que él haya hecho esto, simplemente no me cabe en la cabeza qué fue lo que pudo haberlo hecho cambiar tan drásticamente.
Mis ojos arden de tanto llorar, y apenas hacer un pequeño movimiento es como si me clavasen cuchillos en las costillas. Dios mío, no valgo nada. Tal vez este es un mensaje que me está enviando el karma por haber besado a Drew esta tarde.
Lo que más me pregunto es si realmente podré ir a encontrarme con él mañana. Si ahora mismo no me puedo mover, no quiero imaginar cómo será mañana.
Todo esto es mi culpa. Yo lastimé a Ezra, yo fui la que lo hizo sentir inseguro, no entregué todo de mi en esta relación.
Mis párpados comienzan a ponerse pesados, mientras me abrazo a mí misma intentando consolarme de alguna manera. El agotamiento de los golpes y de tanto llorar, me llevan poco a poco a dejarme vencer por el sueño, tal vez así dejaré de sentir dolor.
(...)
El dolor punzante me hace abrir los ojos, sólo para ver la claridad del día. Intento incorporarme sobre el mueble, pero me duele demasiado como para hacerlo, así que suelto un quejido. Giro la cabeza para ver el reloj y me doy cuenta de que son las tres de la tarde, mi corazón da un vuelco al recordar la cita con Drew en el café.
Me obligo a levantarme, a pesar de que siento que me voy a desplomar cuando lo hago. Necesito ir a verlo, necesito que sepa que sí me importa. Este dolor es lo más horrible que he sentido, pero empeora cuando intento caminar y sólo logro arrastrarme.
No podré ir a verlo. Maldita sea. Drew me espera y yo no llegaré.
Me detengo frente a la escalera y comienzo a llorar, casi dejándome caer.
Él pensará que yo no quise ir a verlo, pensará que no me importa. Mi corazón se rompe con la idea de su decepción. Con la imagen que se forma en mi cabeza de que él esté esperándome y yo nunca llegue.
Me cubro el rostro con las manos y lloro como una niña pequeña. Con cada sollozo, el dolor incrementa.
Él pensará que ese beso no valió nada para mí. Y ahora estoy atascada en este puentre entre nosotros.
Pero yo lo amo. Nunca dejé de hacerlo.
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La Venganza (Libro 2)
ActionADVERTENCIA: Es necesario haber leído la primera parte de esta historia (La Protegida) para entender de manera adecuada. Dos años después, Cailyn continúa con su vida de la manera más normal que le resulta posible, intentando dejar atrás cada una la...