Café 1: la adicción

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"La buena comunicación es tan estimulante como el café negro, e igual de difícil de olvidar al dormir." Anne Morrow Lindbergh.

Amo el café negro por la mañana. No solía tomarlo pero desde el inicio de mi vida laboral, comencé a beberlo como una forma de mantenimiento efectivo de todos mis sentidos, para lograr un buen funcionamiento diario.

Ahora podría decirse que no lo necesito más pero, éste se ha convertido en parte esencial en mis amaneceres. Desde el olor a recién hecho hasta el último trago que le doy, estoy en completa adicción por el.

Es mi motivación por las mañanas. El solo hecho de pensar en una taza llena de ese líquido negro oloroso, comienza mi adrenalina a trabajar y mis glándulas gustativas agitadas, gritan desesperadas por sentir ese cálido sabor acibarado. Motivo que me obliga a salir de la cama sin duda alguna.

Recuerdo la primera vez que lo tomé. Fue un compañero de trabajo quien me llevó a mi lugar una taza de café cargado con leche y azúcar. Aún recuerdo ese sabor áspero al principio, que se convirtió en algo más afable; y esa quemazón momentánea en los primeros sorbos, que ahora pasan desapercibidos por mi garganta. Creo que a través de los años se ha chamuscado esa sensibilidad al calor en mis glándulas gustativas.

Un día, sin embargo, comencé a tomarlo negro. Así, simple y llano. No sabría explicar la razón, sólo sucedió. En ese momento descubrí que había desperdiciado años de mi vida desaprovechando ese sabor único.

Desde el primer trago me enamoré de su textura puramente amarga y ese olor virginal y exquisito. Sentí como si llevara mi confort a cualquier parte.

Conforme pasaron los años, fui descubriendo un océano de granos que cada vez se presentaban más a mi disposición, algo que me hace muy feliz día con día. Mis favoritos son los africanos y los asiáticos. Sabor fuerte y denso. Textura amarga y robusta, que logran transformar una simple mañana en algo insólito y divertido.

Así que, aquí me encuentro con taza en mano recordando cómo llegó el café a mi vida, y entre sorbos de éste placentero líquido amargo que enaltece mi vida, estoy escribiendo algunas reflexiones que compartiré de vez en vez.

Y, ¿a ti cómo te gusta el café?

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