Café 4: La niñez olvidada

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El café que sirven en esta cafetería es pasable, pero lo que me gusta de aquí es el refil. 

A dos mesas de distancia se encuentra una familia con tres hijos. Un niño de unos 3 años, que llora desconsolado por que no lo dejan pararse de su lugar; una niña más grandecita, tal ves 8, a la que regañan constantemente por que no puede sentarse correctamente en la silla; y un adolescente que esta inmerso en su celular, con audífonos en las orejas.

La diversidad de las personas es como la inmensidad de las plantas, pienso. Las hay inmensas, poderosas y perpetuas; y las hay básicas pero escenciales.

A mi en lo personal me atraen mucho las "hierbas malas". 

Desde el punto de vista de un botánico las malas hierbas no existen. Este termino es más bien utilizado por los productores agrícolas al no cumplir éstas con la función determinada.

Las "malas "hierbas" cumplen con un destino establecido. Pueden ayudar a la trasminación del agua en la tierra; a repeler insectos; a equilibrar los nutrientes del suelo; entre otras cosas.

Como las plantas, las personas tienen su función. Los hay artistas, matemáticos, científicos, administrativos o humanos, entre otros. Cada uno ejerce una función que favorece en menor o mayor grado a la sociedad, o a las plantas.

¿Pero qué sucede cuando "guiamos a nuestros niños hacia un rumbo mejor"? Me pregunto. Como cuando tienes tu campo, donde cultivas de todo Y cuidas de todo. Ya sea planta escencial, hierba mala o alguna otra que no planeaste.

La escena en el restaurant me obliga a pensar, que nosotros como adultos, vamos podando poco a poco a la niñez, esa forma original de ser de los niños. Vamos tajando, por la obligación del deber comportarse ante la sociedad, esa "hierba mala" que todos llevamos dentro y que de una forma u otra, nos hace lo que somos. 

Vamos dejando de lado la libertad, la indepencia, la forma de disfrutar las cosas y la diversión. Dejando todo, porque tienen que cumplir y aprender las reglas de sociedad. Claro, una cosa es enseñar a respetar a los demás y a las reglas, y otra muy diferente, es obligar a limitarse en la vida. La sociedad tiende a la última opción.

Yo como madre, he cometido los mismos errores ancestrales. Errores que se han enseñado a traves de los años y que los llevamos tatuados en nuestro código genético. Uno lo hace sin pensar, creyendo que es lo mejor y lo correcto. Pero una vez identificados, podemos cambiarlos e intentar dar una mejor educación. Al menos, dar opciones.

La ventaja de los adultos es que ya pasamos por la adolescencia y la niñez. Nos la sabemos de todas a todas. Pero pareciera que a la mayoría de nosotros se nos ha olvidado o bien, no hemos sabido explicarnos. 

Un paso sencillo, es recordar qué hiciste o pensaste tú en ese caso, en ese momento cuando tenías esa edad y te enfrentabas a una situación parecida con tus padres. Hay mucha historia en nuestras mentes de adulto y algo se puede recuperar y utilizar a favor. Nuestra experiencia nos aporta conocimientos que nuestros pequeños carecen. He aquí la ventaja de saberse explicar y mostrar las ventajas.

Los hijos estan en contra de los padres y toda autoridad. Te guste o no. 

Por que somos el mando y los obligamos a cumplir cosas que ha ellos no les gusta. Así que siempre estarán en contra nuestra. 

Es difícil llegar a los hijos pero, simpre hay que buscar el momento correcto para hacerlo, si realmente deseas enseñarles en base a tu experiencia. 

Sé inteligente. Ten paciencia. Tienes la ventaja de la experiencia. Recuerda cuántas veces te escapaste de casa. (Perdón tal ves, fui solo yo). 

Cuántas veces les mentiste a tus padres para ir con tus amigos. Y así. Esas travesuras que solías hacer y te parecían divertidas, dalas por hecho en tus hijos.

Pero volvamos al tema por el cual hoy me tomé el tiempo de escribir. Aclamar por tu mentalidad de niño o adolescente y entender los sentimientos de tu hijo y sobrino. ¿Qué hacía yo en ese momento ante esa situación? Seamos sinceros. 

La verdad, he de confesar, es que no varía mucho de la realidad de antaño a la de hoy. Los ideales y sentimientos son los mismos, bañados de tecnología y acompañados de redes sociales. Lo díficil para uno es, darse a entender, como ya lo dije. 

Uno va perdiendo cosas que son auténticas y únicas de niño o adolescente, como lo es el descubrir algo nuevo; la imaginación demesurada. Apasionarse con algún tema interesante, algo así, como un animalito que se mueve en el piso y te emocionas o te espantas a muerte. 

Dejamos de hacer y sentir esas cosas que, por ende, nos obliga a ir olvidando los sentimientos que vivimos hasta convertirnos en un adulto con Alzheimer de nuestra vida propia. Dejamos de ser gunuinos, como una "hierba mala", que debe ser extraída para no estorbar al cultivo masivo.

Pero, por otro lado, el mundo adulto no es nada sencillo. Es un mundo que no acepta este tipo de comportamientos, que extrae toda "hierba mala" y la tira a un lado. Un mundo difícil que, todo lo que hagas, será juzgado minuciosamente y si haces lo que haces, pueden tacharte de inmaduro, de comportamiento infantil, extraño o de incapacidad intelectual.

Así que hay que buscar un equilibrio entre la vida adulta y la niñez.

Despertar ciertas características de nuestro niño y disfrutarlas a nuestro favor. Claro está, que debes tener una personalidad dura para poder aguantar las posibles bromas en base a tu desición. No olvidemos que vivimos en una sociedad llena de bullying y para sobervivir en ella, debe valerte madre.

¿Cómo era tu vida de pequeño? ¿Qué es lo que más extrañas o deseas recuperar?

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