Papi está mirando

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Había sido un chico muy, muy malo.

Malo, malo, malo. Llevar a Bert a casa la otra noche formaba parte del plan desde el principio. Sabía que Frank, mi padrastro, estaba todavía despierto, cuando nos colamos en la casa ya entrada la noche; se preocupa por mí. Sabía que subiría en silencio las escaleras mientras yo me lo montaba en mi habitación con el chaval del instituto. Y sabía que nos miraría mientras follábamos.

Había bebido demasiado, pero era mi decimonoveno cumpleaños.

Al final, resultó que Bert fue una decepción. Estaba bueno y era atlético, pero era un crío. Nervioso, había jugueteado con mi ropa interior como si no pudiera creerse la suerte que tenía, y luego me había enterrado la polla con tanto entusiasmo, que sólo duró un par de minutos. Y tampoco es que pueda culparlo, con mi sensual cuerpo y mi respingón trasero a su alcance, yo también me habría entusiasmado por darme una buena follada.

¿He mencionado ya mi estrecho, y casi ilegal agujero?

No era la polla de Bert la que yo quería, pero tendría que bastarme para mi propósito. De reojo, podía ver la sombra de Frank en el rellano de la puerta mientras follábamos. Me había preocupado de dejar la puerta entreabierta incluso habiéndole dicho a Bert que la había cerrado, pero el muy idiota estaba demasiado borracho para darse cuenta. Me llegaba la respiración pesada de Frank desde el otro lado de la puerta, y sabía que estaba acariciándose el apretado bulto bajo los pantalones. Aquello me puso cachondo y fue lo que logró que pudiera continuar, gimiendo, y fingiendo que mi rollo de-una- noche me estaba dejando satisfecho.

"Oh, Papi-Digo, Bert- fóllame el chochito..."

Soy malo, tomándole el pelo de esta manera.
Bert se deslizó en mi interior con la ferocidad de un gatito. Se estaba corriendo prácticamente antes de empezar. No importa. Si Frank estaba mirando, sabía que tendría que tomarme pronto. Todo lo que tenía que hacer era soltar algunos indicios.

"¡Córrete en mi boca! ¡Quiero todo tu semen Papi... uh, Bert!"

Cuando Bert se retiró, se quitó el condón y se corrió sobre mi boca y pecho paseé los dedos por el blanco y caliente líquido. Eso hizo que mis endurecidos pezones relucieran, y me llevé uno de mis dedos mojados a la boca.

"Mmm... sabe tan bien, Papi".

"¿Qué? ¿Me acabas de llamar Papi?"

Bert se arrodilló sobre mí, con su pene todavía sacudiéndose entre sus manos, mirando cada rincón de mí como el tonto machote cachas que era. Las apariencias no lo son todo, ya sabes.

"No, Bert. Debes haberme entendido mal. ¿Por qué iba a llamarte eso?"

"Uh, supongo. ¡Ahh, has estado increíble, Gee!"

Forcé una sonrisa. "Gracias. El baño está al final del pasillo, la tercera puerta a la derecha".

"¿El baño? ¿Qué, quieres que me lave?"

Lo miré, con la frustración estampada en la cara. "Sería todo un detalle. Porque tengo tu corrida por todas partes, y me gustaría ducharme, así que se rápido. Y no hagas mucho ruido... mi padrastro está en la casa".

Se subió los pantalones y salió al pasillo. Me pregunté dónde estaría Frank, si habría salido corriendo escaleras abajo cuando Bert se descargó, o si había huido a su habitación para masturbarse. Mi madre estaría fuera algunos días más en un viaje de negocios en Seatle, así que tenía toda la casa-o casi toda la casa- para él.

Y entonces lo escuché. El crujido de una tabla del suelo a la izquierda de mi puerta. Se había escondido en una esquina. Sonreí. No me había equivocado. Papi había estado mirando después de todo.

Él está mirando || FRERARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora