____ se dio la vuelta y miró al hombre conectado a todos aquellos cables. Se acercó más y se dio cuenta de que no podía apartar la mirada. Parecía tan vulnerable tumbado en esa cama, con su atractiva cara llena de heridas y contusiones, era tal su desamparo, que algo en su corazón se conmovió y se le hizo un nudo en la garganta. Su reacción la sorprendió incluso a ella misma e intentó racionalizarla. «Estoy sufriendo una reacción normal», se dijo a sí misma. «Le estoy agradecida, aunque Caroline no lo esté y siento mucho que esté tan malherido. Es la curiosidad lo que hace que siga mirándolo».
Así que aquél era Justin Bieber. Incluso inconsciente, tenía una cara llena de carácter y personalidad. Aunque era muy guapo no había nada suave o débil en sus rasgos. Se preguntó de qué color serían sus ojos, pero lo único que podía ver eran las pestañas más largas que había visto nunca en un hombre y una boca llena de sensualidad, que hablaba de fuegos escondidos. Fuegos que podrían no volver a calentar a nadie nunca más. No sabía explicarse por qué ese pensamiento le hacía daño, pero tampoco podía ignorar el hecho de que era así. Sentía como si alguien le hubiera dado un puñetazo en el pecho y se hubiera quedado sin fuerza en las piernas.
Temblando, ____ empezó a buscar una silla con la mirada y se fijó en el brillo del anillo que seguía sobre las mantas. Lo tomó, conteniendo el aliento ante la belleza del zafiro rodeado de diamantes. Debía de haber costado una pequeña fortuna y su hermana lo había tirado como si fuera una baratija. Igual que había arrojado de su vida a Justin Bieber. ____ iba a guardarlo en el bolso, pero recordó que había salido sin él. Había guardado las llaves y el dinero en el bolsillo de la gabardina y había salido corriendo. Si metía el anillo en el bolsillo de la gabardina se podría perder, así que decidió ponérselo. En el único dedo en el que cabía sin que se cayera o le apretara demasiado era el anular de la mano derecha y le dio una extraña impresión verlo allí. Si hubiera sido del tipo soñador hubiera pensado que era el destino, pero ____ estaba orgullosa de tener su cabeza sobre los hombros y sabía que no era más que una coincidencia.
Entró una enfermera y ____ se apartó para que pudiera hacer su trabajo. Mientras estaba esperando, se dio cuenta de que le hubiera gustado poder hacer algo por él, pero no podía hacer nada más que mirar y esperar. Nunca se había sentido tan angustiada. Pero, por supuesto, era natural, considerando que ese hombre acababa de salvar a su hermana con considerable riesgo para su propia vida. Incapaz de estar sin hacer nada, ____ se quitó la gabardina y la dejó sobre una silla para que se secara. Después intentó peinarse un poco el pelo mojado. Por lo menos su ropa, el traje negro y la blusa blanca de seda que había llevado al Juzgado estaban secos. Hasta que la enfermera terminó su trabajo se paseó arriba y abajo por la habitación.
— ¿Puede decirme si la familia del señor Bieber ha sido avisada?
—Sí. Yo misma les avisé. Deben de estar a punto de llegar.
— ¿Puedo hablar con el médico? Tengo que saber si el señor Bieber se va a recuperar. -
La enfermera sonrió comprensiva.
—Claro. Le diré a la doctora Sparks que venga.
____ le dio las gracias y durante los quince minutos siguientes anduvo arriba y abajo por la habitación. No había estado tan nerviosa desde que esperaba la resolución del Jurado en su primer caso. Cuando por fin apareció una mujer con bata blanca, ____ respiró profundamente para tranquilizarse.
—Le alegrará saber que la situación del señor Bieber es estable. Las heridas que traía eran muy graves, como sabe, pero la buena noticia es que no tiene dañada la espina dorsal, que era lo que nos temíamos al principio.
—Entonces ¿podrá volver a caminar?
—Desde luego.
____ se sentía casi mareada de alivio.
—Gracias a Dios.
—Y al cirujano —añadió la doctora Sparks con una sonrisa burlona—. Lo que no sabemos es cuánto tiempo tendrá que quedarse en el hospital. El señor Bieber parece un hombre muy fuerte y eso será de gran ayuda. Además lo ayudará mucho saber que está usted a su lado.
El comentario sorprendió a ____. Se dio cuenta entonces de que la doctora creía que ella era la prometida de Justin Bieber. Estuvo a punto de sacarla de su error, pero en el último momento no dijo nada. Explicárselo a Justin ya sería suficientemente horrible como para tener que contarle los trapos sucios de su familia a todo el mundo. Además, era preferible que fuera ella quien se lo contara y no que lo supiera por boca de otros. Lo mejor sería no decir nada por el momento.
—Mientras me necesite no me iré de aquí —prometió ella. Si eso servía para que él se recuperara rápidamente, se quedaría. Además, alguien tenía que quedarse. Lo que ese hombre había hecho por Caroline era muy generoso y su hermana debería haberse dado cuenta. La doctora Sparks miró la quieta figura del hombre.
—No se despertará del todo hasta dentro de unas horas. ¿Por qué no se va a casa y descansa un poco?
____ negó con la cabeza. Estaba cansada, pero no tenía intención de marcharse por el momento.
—Sus padres ya han tomado el avión. Yo los esperaré —insistió la doctora, pero sabía que no valdría de nada insistir. Sola de nuevo, ____ acercó una de las sillas a la cama y se sentó. Una de las blancas manos de Justin, de dedos largos y fuertes, estaba sobre la sábana. Inconscientemente, la tocó. Su piel era cálida y le pareció lo más natural del mundo apretarla en la suya. Quería reconfortarlo y lo que consiguió fue reconfortarse ella misma. Curiosamente empezó a sentirse más tranquila y suspiró, poniéndose cómoda. El silencio los envolvía, excepto por el continuo sonido de los monitores. Un poco más tarde, el cansancio empezó a hacer ella. Había tenido un día duro en el bufete y una batalla en el Juzgado, seguida por el susto del accidente. Los nervios, que la habían mantenido de pie hasta entonces, empezaron a relajarse y se sintió exhausta. Poco a poco, sus ojos se fueron cerrando.
— ¿__...______?
La voz dolorida despertó a ______. Durante unos segundos se sintió desorientada y parpadeó un par de veces mirando alrededor. No tenía ni idea de qué hora era, sólo que estaba en el hospital y que Justin Bieber estaba despierto.
— ¿______? — La voz era ahora más urgente.
Así que su hermana había vuelto a hacerse llamar ______. Nunca la había molestado que lo hiciera porque Caroline siempre había preferido su nombre y ahora que no vivían juntas debía usarlo todo el tiempo. Cuando se inclinó sobre la cama para tranquilizarlo vio los ojos pardos más hermosos que había visto nunca. Sin darse cuenta, se perdió en su insondable profundidad. Su corazón empezó a latir a gran velocidad y algo pareció removerse dentro de ella. Su cerebro dejó de funcionar, pero a nivel sensorial era como si cada nervio de su cuerpo hubiera sido encendido por un impulso eléctrico que latía dentro de ella.
— ¿______?.
Dijo su nombre por tercera vez con angustia. Como si estuviera saliendo de un sueño, ella lo miró mareada, con la boca seca y el corazón acelerado. Asustada por lo que le estaba pasando, intentó recuperar la compostura y la ayudó el dolor que vio empañando los ojos de él.
—Estoy aquí —contestó apretando su mano cálidamente. Justin Bieber tragó saliva con dificultad. Su respiración era muy dificultosa.
— ¿Estás bien? —preguntó él. No, no lo estaba. No sabía si volvería a estar bien alguna vez, pero eso no era lo que él preguntaba. Quería saber si la mujer que amaba estaba herida. Ya habría tiempo más tarde para decirle que ella no era quien él creía. Que Danielle tampoco era quien él creía. Pero, por el momento, lo que necesitaba era tranquilidad.