5. Una sorpresa muy inesperada

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Al día siguiente nadie del grupo fue al colegio, estaban demasiado cansados como para madrugar, pero tenían trabajo por la tarde, el viernes tenían que presentar el teatro y era hora de empezar a prepararlo todo.

Lucía salió de casa sin dejar de pensar en Jorge y Lorena, ella confiaba en Jorge pero en ella no. El tiempo se le había pasado volando, estaba ya en casa de Mario y ni se había dado cuenta. La fachada del edificio era moderna, y decorada con muchas plantas. Llamó al timbre, Piso 27 n° 2, entró, subió al ascensor, y a los pocos minutos se encontraba en  el pasillo buscando la puerta 2, mientras se preguntaba cómo era la casa de Mario, y como era su familia.
Ahí estaba, el número 2, llamó a la puerta y al abrirse encontró una sorpresa muy inesperada.
-Tu!-Gritó sin darse cuenta. - ¿Qué haces aquí?
-¿Yo? ¿Qué haces tú en mi casa?- Preguntó el joven.
Era él, sus mismos ojos azules, y su perfecta mandíbula. Llevaba el pelo alborotado, como si se acabara de despertarse. Estaba tan asombrada de verle, que no se había dado cuenta de que iba ¡sin camiseta! Lo único que cubría su cuerpo eran unos bóxers negros, mientras ella observaba el esculpido cuerpo del chico este la miraba riendo.

-Si no dejas de mirarme pronto se te van a quemar los ojos por ver tanta perfección.
-¿Qué? No te estaba mirando!
-Díselo a tu baba que está ya por el suelo.- Dijo él provocando que ella se tocara los labios comprobando si realmente estaba babeando, era mentira.
El joven empezó a reír. Entonces apareció Mario.
-¿Qué es tan gracioso?-Dijo Mario.- Hey, Hola Lucia. Pasa.
-Hola, Mario.- Dijo ella entrando en el piso, y cerrando la puerta tras ella.
-Este es mi hermano, Alex.- Dijo señalando al chico. - Esta es Lucia, una compañera de clase, con la que tengo que hacer el teatro de Hamlet.
-Encantado de saber tu nombre, Lucia.- Dijo Alex agachándose para coger la mano de la chica y darle un beso provocando su sonrojo.
-¿Ya os conocías?
-Ayer el destino nos hizo conocernos, y hoy ha hecho que nos encontremos.
-Que poético estás tú hoy- Dijo Mario.- Vamos a mi cuarto Lucia, a si empezamos ya a trabajar.
-Cuidado con ella hermano, como le hagas algo a la invitada te las verás conmigo.
-Vete a la mierda.- Dijo riendo.

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Llamaron a la puerta de casa de Julia, su amigo por fin había llegado.
-Pasa.- Dijo ella.
-Hola.
-¿Qué tal?¿Quieres algo para beber?
-No gracias.- Dijo Rafa observando la casa nostálgico.
-¿Estás bien?
-Si, solo recordaba los momentos que vivimos aquí juntos. Esta era como mi casa antes, siempre estaba aquí contigo, ¿te acuerdas?
-Como iba a olvidarlo, cuando no estabas tú aquí, estaba yo en tu casa.
-Ventajas de ser vecinos.- Dijo él riendo.
-Te he echado mucho de menos.- Dijo ella echándose sobre sus brazos. Necesitaba un abrazo suyo.
-Y yo a ti, Julia.-Dijo él dándole un beso en la frente.
Se quedaron los dos muy cerca, se observaban a sus ojos profundamente, podían escuchar sus respiraciones, estaban tan cerca... Pero ninguno de los dos sentía nada, tan solo amistad.
-Tenemos que hablar.- Dijo Rafa, dando el primer paso.
-Lo sé.
-Julia, yo... -Dijo creando un gran nerviosismo en la chica. Ninguno de los dos quería nada con el otro, pero no sabían que pensaba el otro. - Ya no estoy enamorado de ti.
-Uffff... Menos mal- Suspiro la chica aliviada, aquello era una sorpresa muy inesperada.
-Que tampoco soy tan feo.- Dijo él riendo..
-No es por ti- Dijo ella riendo también.- Es por nosotros. Nuestra amistad es lo más importante ahora, tenemos que recuperar todo el tiempo perdido. Pero prométeme que no te irás nunca más, por favor, no me vuelvas a dejar.- Dijo ahora más seria.
-Te lo prometo.- Dijo, mientas se entrelazaban los meñiques.

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