Capitulo 2: "¿su nombre?"

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Capitulo 2.

El hombre empezó a caminar de un lado al otro, sin dejar de mirarla. Ella se estremeció, se levantó secandoce las lágrimas, y se sentó en la cama esperando lo peor. Después de varios segundos aquel hombre dejó de caminar y solo la miraba. Ella lo miró.

- ¿Qué tal?.- preguntó él, sacudiendo la mano. Ella frunció el ceño, "¿Qué?" se preguntó, ellos no solían desperdiciar ni un segundo. - Se preguntara que hace un hombre en un prostíbulo con su pene en sus calzones.- dijo mirando cada rincón de la habitación. Ella río, río por primera vez en mucho tiempo. La miró. - Solo para que se quede tranquila, no voy a tener sexo con usted, no es mi estilo. Supongo por las lagrimas que tenía en sus ojos hace un momento no esta acá por su propia voluntad.- ella lo miró. - ¿La secuestraron?.- se removió incomoda. Él se acercó. - ¿Su nombre?.- Carina empezó a pensar, "¿Qué es esto?, ¿Qué pretende este hombre?". - ¿Su nombre?.- insistió, sentándose en la cama. Ella pensó, le habían dado un nombre falso por si le preguntaban, además de 17 claro, como el numero de su habitación.
- Ma-Male-Malena.- tartamudeó ella, temblando.
- Su nombre real.- dijo él rodando los ojos. Sabía que allí le daban nombres falsos. Si bien nunca había estado en un prostíbulo, sabía eso, era básico. Ella lo miró.
- Perdón, pero no me permiten dar mi nombre.- dijo con la voz temblorosa igual que ella temblaba. Él se levanto y ella automáticamente se cubrió la cara con los brazos formando una "X". Aquel hombre la miró confundido.
- ¿Qué hace?.- le preguntó. Ella sacó sus brazos y lo miró. Él la miró a los ojos. - Confié en mí, no voy a meterla en problemas.- ella por alguna razón pudo calmarse al ver sus ojos, y sintió confianza. Suspiró.
- Carina.- y tragó saliva.
- ¿Y su apellido?.- preguntó.
- Zampini, Carina Zampini.
- Sebastian Estevanez, un gusto.- ella frunció el ceño nuevamente, no sabia que demonios estaba pasando. Sebastian volvió a sentarse. - Vine a investigar.- dijo sin más.
- ¿Para algún trabajo?.- preguntó ella bromeando, pero enseguida se puso seria. - Espere, ¿Usted es policía?. Vayase, acá corre peligro. El año pasado vinieron 2 policías y los asesinaron, vayase.- dijo algo alterada. Él río.
- No soy policía.- le dijo. - Vengo a investigar porque...- suspiró. - Solo quiero saber como vive una prostituta.
- ¿Por qué?.- preguntó ella.
- Mi mamá biológica fue prostituta.
- ¿Fue?.
- Si, esta muerta.- dijo con una perfecta poker face.
- Lo siento, ¿La mataron en un prostíbulo?.- él asintió. - El año pasado también mataron a dos, por querer ayudar a aquellos policías.- él volvió a asentir. - ¿Ella estuvo en este prostíbulo?.
- No, pero era uno de Colombia. Estoy acá de paso, por trabajo y aproveché. El que está
investigando acá soy yo, eh.- ella río. - ¿Respondería algunas preguntas para mi?, juro no
meterla en problemas.- Carina asintió.
- Es lo mas que puedo hacer, en modo de agradecimiento por no...- detuvo sus palabras y él suspiró.
- Bien. ¿Como fue que llegó acá?.
- Estaba de vacaciones en Brasil con mi mejor amiga, festejábamos nuestra graduación de la
universidad. Una noche, en una fiesta en la playa, nos emborrachamos mucho, al despertar
estábamos acá.- dijo sin más, aquel hombre le generaba confianza.
- ¿Usted es Argentina?.- preguntó y ella asintió. - Sí, yo también.
- Me di cuenta, por el acento.- dijo riendo y él sonrió.
- ¿Hace cuanto esta acá?
- Más de un año.- esa conversación se le estaba haciendo agradable, después de todo.
- ¿Duerme acá?.- dijo mirando la habitación.
- No, esta es la habitación para... Eso.- él río. - Dormimos todas juntas en una habitación, en realidad es el sótano.
- ¿Acá las...? ¿Las maltratan?.- ella asintió.
- ¿Acaso no es obvio?.- preguntó mostrandole sus brazos y piernas, también su cara. Tenía algunas cicatrices y un millón de moretones.
- Sí, lo siento.- siguió haciéndole preguntas, pero ahora empezaba a interesarle ella y no su puta investigación. Hablaron de lo que era vivir allí.
Ella le contó de su familia y de Anabel, la numero 18. Él también le contó algo de su vida. Estaban hablando tan a gusto, que ya se olvidaron de donde estaban, sentían que se
conocían de toda la vida. Sin que se dieran cuenta, se pasó la hora. Sonó el reloj de la pared
avisando que se termino, ambos lo miraron. Los dos se pusieron serios. Carina empezó a
temblar, se le aceleró el corazón y la respiración. Era hora de que Sebastian se vaya.

Continuara...

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