Capitulo 9: "Un día muy normal"

629 17 2
                                    

Capítulo 9.

En cuestión de minutos presentó a todos los empleados. La familia se sorprendió al ver cuantas personas eran: 3 chicas de limpieza, 1 cocinera, y 1 mayordomo. Estos se encargaban de la casa; 14 de seguridad en total. 2 se encargaban del portón y 5 en los alrededores. Se dividían, 7 en el día y 7 en la noche; 1 chófer; Y Juan que era el jefe de seguridad, su guardaespaldas y también su chófer.
Después de eso todos menos Cari subieron, y los empleados se fueron a seguir trabajando.
- ¿Necesita algo más señorita Zampini?.- ella sonrió.
- Gracias.- él se acercó.
- ¿Sabe?, estoy empezando a odiar esa palabra cuando sale de su hermosa boca.- ella se sonrojo, nerviosa pasó un mechon de pelo atras de la oreja.
- Gracias.- le dijo otra vez con una sonrisa picara. Lo decía por lo de "hermosa boca", pero él creyó que lo decía para molestarlo. Él le sonreia. - Ahora si, me voy a...- señaló las escaleras y él asintió. Se alejó caminando para atrás sin dejar de mirarlo. Cuando llegó a las escaleras subió corriendo. Él rió por ese gesto tan infantil.
Lo que quedaba de la tarde se pasó volando. En la noche todos bajaron a cenar, y Sebastian aprovechó para conocerlos.
El domingo pasó más rápido que un rayo (?). Sebastian alagaba a Carina cada que podía y esto no hacía otra cosa que confundirla más, pero se negaba a pensar que había segundas intenciones en sus palabras, y solo pensaba que estaba siendo amable y atento con cada acción. Él no sabía lo que hacía cada vez que le decía esas cosas, lo pensaba, sin saber que pensaba en voz alta. No sabía que le pasaba tampoco, nunca, y nunca es nunca, sintió lo que estaba sintiendo por alguna mujer, nunca. Pero se quedo más tranquilo al reflexionar y quedarse con la idea de que solo lo calentaba (jaja). De todas maneras seguía inquieto por lo mismo, "¿Como mierda hago para controlarme?", se preguntaba. Ninguna de las mujeres con las que había estado se hacía de rogar y no tenía que esforzarse en lo más mínimo para conquistarlas. De todas maneras se prohibió intentar algo con ella, tenía miedo de asustarla y alejarla, y no sabía como iba a reaccionar si eso hacía, ni dos semanas de conocerla y sentía que era vital en su vida, que la necesitaba cerca.
El lunes no tardo en llegar y todos, excepto Carina, volvían a su rutina, ella todavía no tenía una, dado que aun no empezaba a trabajar.
Los Zampini tenían un horario distinto al de Sebastian, así que no se encontraban en el desayuno, los días de semana.
- Buenos días.- dijo al entrar al comedor donde ella estaba sentada tomando un café.
- Buenos días.- le respondió con una sonrisa.
- Que lindo empezar el día con esa vista.- murmuró él refiriéndose a su sonrisa. Ella lo miró con una ceja levantada y él entendió que lo escuchó. - La de la ventana.- señaló el gran ventanal, mientras se sentaba.
- Claro.- dijo riendo. Emílio, el mayordomo, le sirvió el desayuno.
- ¿Se les ofrece algo más?.- preguntó Emílio.
- ¿Qué comió la señorita Emílio?.- le preguntó Sebastian y ella puso los ojos en blanco.
- ¿Por qué no me lo pregunta a mi?.- le reclamó ella, cuando se comportaba así parecía su padre.
- Por lo mismo que se lo tuve que preguntar a él ayer.- contra atacó él. El día anterior ella no tenía mucha hambre, no desayuno, pero para no preocuparlo le dijo que comió todo lo que Emílio, bajo indicaciones de Sebastian, le sirvió. Ella se cruzó de brazos con cara de niña regañada.
- Tranquilo Sebastian, comió todo lo que le servi esta vez.- le dijo el mayordomo, divertido por la situación. A Emílio se le hacía raro que se preocupara tanto por alguien, y menos alguien que recién conocía.
- Muy bien. Podes retirarte, gracias.- dijo mirándola con una sonrisa. Emílio se fue. - ¿Y esa cara?.- le preguntó divertido.
- No me gusta que me controle.- le dijo seria.
- Es por su salud, recuerde que tiene las defensas bajas (?), el doctor le exigió comer bien.
- Soy responsable, más que consciente de lo que tengo qué hacer. Si no comí ayer temprano iba a comer más tarde. No sea exagerado, por favor.- él la miró un rato hasta que suspiro.
- Esta bien, ya no me meto, pero si me llego a enterar.- ella lo interrumpió.
- Voy a comer.- le puso los ojos en blanco otra vez.
Después de eso no hablaron mientras desayunaba. Él se despidió y se fue a trabajar. Ella empezó a recorrer la casa, ya que antes de que se vaya le pidió permiso, él le dijo que estaba en su casa y podía hacer lo que desee.
Empezó por la planta baja. Fue a: la cocina, el comedor, la sala, un escritorio, un baño. Y los cuartos de Emílio, Juan, y Denise, la cocinera, que vivían ahí, y por supuesto no entró. Después subió. En el primer pasillo de la izquierda, los cuartos de sus hermanos y su madre, no entró ya que sabía lo que eran. Intento entrar al cuarto o "deposito" como él le dijo, pero estaba cerrado. Supuso que en el primer pasillo de la derecha tambien eran cuartos, ya que ahí estaba el suyo y el de Sebastian, así que lo evito. Fue al segundo pasillo de la derecha y empezó "chusmear" o como ella prefirió decirle "curiosear". Se encontró con: Otro escritorio, "¿Quien necesita dos?", se preguntó; un salón de juegos, se sorprendió con eso, tenía billar, metegol, un monton de juegos electrónicos que ni siquiera supo que eran, una televisión de pantalla plana, las más grande que había visto en su vida, un buen equipo de música, que también era el más grande que había visto y un montón de cosas que le parecieron inútiles, "Los ricos tienen tanta plata que la gastan en lo primero que les llama la atención", dijo saliendo. Ya en otro cuarto se encontró con un mini gimnasio, "Era obvio que hacía ejercicio, por eso esta tan bueno" pensó riendo, y salió. Entró a la siguiente habitación y quedo boquiabierta al encontrarse con una biblioteca, libros, libros y más libros, "Esto definitivamente no es un desperdicio", decía asombrada.
Pasó al segundo pasillo de la derecha, buscaba y buscaba pero solo encontró una puerta, la abrió y casi de desmaya al ver un gran, y cuando es gran, es GRAN, salón. Había un hermoso piano de cola en el medio, las paredes estaban cubiertas por espejos, grandes espejos. En el techo había un hermoso candelabro. En una esquina había otro equipo de musica, un tocadiscos, y al lado una repisa (?) llena de CDs y vinilos. También un sofá. Miraba el lugar fascinada, sin duda era su lugar favorito de la casa. Lo más hermoso era como entraba la luz desde un balcón e iluminaba todo de una manera única. Estaba para pintar un cuadro o sacarle una foto. Era realmente hermoso.
Se acercó al piano y se sentó. Tocaba las teclas suavemente, y recuerdos inundaron su cabeza. Esas tardes cuando su padre tocaba solo para ella, esas melodías que tanto la calmaban. En ese momento deseó saberse alguna de ellas para poder tocarla, pero no supo hacerlo, su mente solo pensaba en él. Lo extrañaba, en ese momento le hacía tanta falta.
Después de unos minutos decidió salir de ahí, no sin antes elegir un disco para llevarse con ella. Fue a la biblioteca por un libro y con esos dos tesoros en la mano, bajó.
Llegó a la sala y puso en vinilo en el tocadiscos (?). Se sentó en el sofá y empezó a leer.
A la media hora no se percató de que alguien llegó.

Continuara...

Holaaaaaa.. como están? Les explico porque no estuve subiendo durante 1 año, sisi leyeron bien 1 año, lo que sucedió ahrre, lo que paso fue que me había olvidado la contraseña, si como una boluda me olvide la contraseña, pero bueno me la he acordado a... estuve subiendo todo de nuevo en otra cuenta pero como vi que no funciono tuve que romperme el bocho para acordarme esta contraseña ahrre... bueno eso fue todo, gracias a todas por esperar ahrre, chauuuuuu 😘

SÁLVAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora