Capitulo 13: "Lo que hace falta"

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Capitulo 13.

- Señor, perdón por interrumpir, pero lo llaman por teléfono.- dijo Emilio con el teléfono en la mano. Sebastian no deja de mirar a Cari, solo estira su mano. Emilio le da el teléfono.
- Hola.- no dejaban de mirarse a los ojos. La cara de Sebastian cambia, pasa de relajado y divertido, a frustrado y enojado. - ¡Mierda, lo olvide!.- pone los ojos en blanco. - Deciles que estoy allá en media.- Carina se preguntaba quien era. - ¡En media!, nos vemos.- corta y le da el teléfono a Emilio, quien se retira enseguida. Él se levanta. - Tengo que irme.- ella solo lo mira. - ¿No hay problema?.- ella se encoge en hombros. - ¿No va a hablarme?.- vuelve a hacerlo. Él pone los ojos en blanco. Se acerca a ella, y se agacha para quedar cara a cara. - Nuestra charla no terminó.- ella abre la boca y él piensa que va a hablar, pero solo le saca la lengua. Él ríe, ese gesto le pareció infantil, además de adorable. - ¿En serio?.- ella se encoge en hombros nuevamente. - Okey, no vemos después.- le da un beso rápido muy cerca de la boca, se da vuelta y se va. Ella suspira cuando ya no le ve.
- Lindo estupido.- susurra y ríe.
La mañana pasó bastante rápida para Sebastian, el trabajo lo distraía bastante. Para Carina, en cambio, se paso más que lenta, aburrida.
A eso de las 12pm Sebastian llegaba a la casa, la busco por la sala y la cocina pero no la encontro.
- Esta en el jardín.- dijo Emilio. Él ni se lo había preguntado pero Emilio se dio cuenta de a quien buscaba.
- Ah, gracias.- dijo y salió. La vio a lo lejos, sentada en el pasto verde, del gran jardín. Se acercó y la vio mirando el cielo. - Señorita Zampini, ¿Como esta?.- se sentó a su lado.
- No estoy de ánimos para charlas estúpidas, estúpido mayor.- le dijo directa y sin mirarlo. Él rió.
- Ah, ¿Ahora soy el estúpido mayor?.- divertido.
- Si, estúpido mayor por hacer cosas estúpidas mayormente.- él rió.
- Bueno, prefiero ser el estúpido mayor, a el cerdo mayor.- ella ya no dijo nada. - ¿Qué le pasa?, ¿Esta bien?, ¿Pasó algo en mi ausencia?.- preocupado.
- Estoy bien, no paso nada.- seguía con la mirada perdida, y su voz sonaba apagada. A él lo mataba escucharla así, quería que siempre este alegre, y era obvio que en ese momento no lo estaba. Tomó su cara e hizo que lo mire.
- Dígame que le pasa, hable conmigo.
- No me pasa nada.- tomó sus manos y las sacó de su cara.
- Por favor, no me gusta verla así.
- ¿Así cómo?.
- Triste.- ella suspiró.
- No sé que me pasa, siento...- se quedó callada.
- ¿Qué siente?.
- Que me falta algo.- el funcio el ceño, confundido. - Recuperé me vida, estoy con mi familia y todos estamos bien, pero siento que me falta algo para volver a ser feliz.
- ¿Qué le falta?.
- Ese es el problema, no lo sé.- enojada consigo misma. Él la abrazó, no sabía que hacer para subirle el animo. Ella sintió su perfume y automáticamente sonrió, lo abrazó también. Después de un rato abrazados, ella se dio cuenta de que le pasaba. Lo miró sonriendo. Él sonrió.
- ¿Y ahora qué pasó?.- ella rió.
- Ya se que es.- dijo feliz.
- ¿Qué es?.- ansioso.
- No sé si decirlo.- jugaba, divertida.
- ¡Por favor, digame!, me gustaría ayudarla.- ella sonrió.
- No es algo fácil de conseguir.- empezó a tirarle pistas, indirectas.
- Yo lo consigo, se lo juro, lo consigo si eso la hace feliz.- ella volvió a sonreír, muerta de amor.
- No es algo material.- seguía con el misterio, y él no podía creer lo ansioso que estaba, quería saber.
- ¿Es...?.
- Sería imprudente y desubicado de mi parte pedirle eso.- él empezó entender un poco, aunque no estaba seguro de si era lo que pensaba.
- No pasa nada, dígame.- le pidió sonriendo.
- Es algo chiquito, o bueno, eso depende de la como vaya la situación.- pícara. Él empezó a pensar.
- No puedo adivinar, dígame.- insistió.
- Bueno... Es algo que solo usted puede darme.- con eso lo dijo todo. Él entendió, pero quería que lo pidiera.
- Con más razón, dígame por favor.- se acercó, quedando cara a cara. Ella lo miró a los ojos, bajó la mirada a sus labios, y volvió a sus ojos.
- No puedo, no me animo.- susurró. Él suspiró.
- ¿Tengo que adivinar entonces?.- ella asintió. - ¿Es.- lo interrumpió una suave voz.
- ¡Tía, Sebastian!.- corría hacia ellos. Ellos la miraron y se separaron rápido.
- Chiquita, ¿Como estas?.- le preguntó él, levantándose.
- Super bien. Y ahora que llegué mejor.
- ¿Ah sí?, ¿Por qué?.- preguntó su tía, sonriendo.
- Por... Nada.- se calló mirando abajo, sonriendo. Cari rió entendiendo.
- ¿Qué?.- preguntó Sebastian mirandola.
- Nada, nada.- dijo riendo. - ¿Vamos adentro?.- estiró su mano para tomar la de su sobrina.
- Vamos, mi mamá dice que quiere verte.- empezaron a caminar adentro. Sebastian suspiró y las siguió.
- Hola.- lo saludaron al verlo entrar.
- Hola, ¿Como les fue?.
- Bien.- dijeron al unísono.
- Sebastian, ¿Puede venir un compañero a hacer un trabajo para el colegio?.- le preguntó Pablo.
- Si, claro. Siéntanse libres de invitar a quienes quieran, siempre y cuando no hagan una fiesta.- dijo divertido, no quería una fiesta y menos sin su autorización.
- Eso me recuerda, Ana dijo que iba a venir hoy a la tarde.- le dijo Cari. Él asintió.
- Mamá, prestame tu celular, así le mando un mensaje a Gonzalo para decirle que si, y pasarle la dirección.- le pidió Pablo, a su madre.
- ¿No tenes un celular?.- preguntó Sebastian. Pablo negó. - ¿Qué chico de 15 años no tiene un celular?.- él solo se quedo mirandolo, Liliana bajó la mirada. - ¡Ahs, el estupido mayor tenía que ser!.- dijo dándose cuenta. Cari rió. - Perdón, es que aveces no me doy cuenta de que no todos tenemos la misma suerte.- Pablo sonrió apenas y Liliana asintió.
- No pasa nada.- dijo ella.
- ¿Qué vamos a comer?.- dijo Bárbara para romper la tensión. Fueron al comedor, ya que la comida estaba servida. Entre chistes de parte de todos se olvidaron de todo aquello.
En la tarde...
- ¿Noticias?.- dijo Ana cuando subían al cuarto de Cari, miraba cada rincón.
- Espera que lleguemos.- al llegar, entraron y se sentaron en la cama.
- Eso del depósito no se lo cree ni él.- dijo riendo.
- ¿Qué queres decir?.- Cari no entendía.
- Que es obvio que te quería más cerca. Sos tonta, eh.- Carina lo pensó.
- Tch, nada que ver.- Ana hizo un gesto como diciendo "Okey, si no me queres creer, yo te lo dije". Se pusieron al día, le dijo lo de Polo y después lo de Sebastian.
- Es obvio que quizo ponerte celosa.
- ¿Por qué lo haría?.
- ¡Porque gusta de vos, date cuenta mujer!.- Ana estaba harta de que no se de cuenta.
- No creo.- Cari se negaba a pensarlo.
- Por dios, es obvio. Pensalo, hizo todo por vos, si hoy estas bien y acá, es por él.
- Solo quiso ser amable, lo hizo por lastima.- insistía.
- Si serás terca, Carina.- después de tanto insistir se rindió, pero sabía que tarde o temprano se daría cuenta, y era obvio que esos dos terminarían juntos.
Ya oscureciendo Ana se iba.
- Cualquier cosa me llamas.- le dijo. - Y cualquier avance o paso que de Sebastian, me llamas enseguida.- le susurró cerca. Cari puso los ojos en blanco.
- Vos también llamame.- apareció él. Estaban en la entrada.
- Ana, ¿Como estas?.- quedaron en llamarse por el nombre y tutearse, los únicos que se trataban de Sr y Srta eran ellos.
- Sebastian, ¿Bien y vos?.
- Excelentemente.- sonreía. Ana rió dandoce cuenta el porqué, "Por dios, hasta un ciego se daría cuenta".
- Bueno, yo me iba.- miró a Cari. - Chau amiga.- la abrazó. - Que lindo, lo pones feliz.- le susurró al oído y Cari volvió a poner los ojos en blanco.
- Chau Ana, nos vemos.- dijo.
- Chau Sebastian.- finalizó ella.
- Chau Ana.- dijo él, viéndola irse. Cuando ya no la veía, se acerco a Cari. Cuando ella lo miró, lo tenía enfrente.
- Dígame, Señor Estevanez.- ocultando su sorpresa y fingiendo que todo estaba normal.
- ¿Ahora me va a decir que le faltaba?.- estaban muy cerca.


Continuara...

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