Capítulo 8

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Se escuchan unos golpes en la puerta de la cabaña que comparten Nate y Feli. Este último suspira y se frota los ojos.

—¿Qué? —murmura sin levantarse de la cama. Al seguir los golpes, se para de mala gana y abre la puerta. —¿Qué? —repite malhumorado. 

—Buenos días... —dice el profesor mirándolo con una ceja alzada por su respuesta. Feli no puede evitar sonrojarse ante aquella mirada de reproche. —Daremos un comunicado en una hora, en el comedor. Tienen que estar ahí, ¿de acuerdo? Avísale a su compañero —y tan rápido como fue, se va.

—Okay —susurra atontado por tanta información de golpe. 

Decide despertar a Nate golpeándolo con su almohada, ya que los fuertes ruidos anteriores no lo lograron. Pero mala idea, recibe un puñetazo en el estómago como respuesta.

Riendo le comunica lo que el profesor le acaba de decir y se dirige al baño para asearse.

Cuando sale, ve a un Nate armado con dos almohadas, mirándolo maliciosamente.

Oh, oh...

Comienza una pequeña guerra en aquella cabaña, en la que a Feli no le queda otra que correr alrededor del lugar para no ser atrapado por Nate. Realmente están haciendo el ridículo, aún más al pensar que sólo duermen con una bermuda. 

El atacado decide saltar a la cama y defenderse con su mochila, pero eso también resulta ser una mala idea de su parte, ya que duerme en la litera de arriba y para saltar tendría que impulsarse de la de abajo...

Y le erró.

Por lo que Nate aprovecha la situación para acorralarlo y dar su venganza, no tan merecida.

El pobre Felipe no tuvo otra opción más que ponerse en posición fetal y aguantar los golpes.

Su compañero se las va a pagar...

Una vez que dejan de jugar, o mejor dicho, de golpearse, la víctima busca su ropa y el golpeador se encamina al baño, pero antes de entrar, voltea a ver a su amigo.

—Tardas demasiado en el baño, princeso —comenta y cierra la puerta.

Feli ríe y, ya cambiado, sale de la cabaña en camino al comedor.

El lugar está algo lleno, pero por suerte, encuentra una mesa desocupada y decide sentarse ahí.

Aún no tiene demasiados amigos, pero hasta ahora no ve a ninguno de los chicos de su salón.

Luego de un rato, ve entrar a Nate y Kate que, como siempre, se están besuqueando.

—Dejen de hacer eso —les pide con una mueca de asco.

—Estás celoso —dice Kate mientras le saca la lengua.

—Claro que lo está. Pero tranquilo, Feli, a la noche soy todo tuyo —susurra y guiña exageradamente el ojo derecho.

—Eres un idiota —niega con la cabeza mientras ríe con Kate.

 Por la puerta ve entrar a Lau bostezando mientras se tapa la boca con la mano. Pasea su mirada por el comedor y, cuando conectan sus miradas, sonríe y le indica que vaya a sentarse con ellos. 

Le devuelve la sonrisa y camina. 

—Buenos días —saluda alegre.

—Buenos días —responden los tres a la vez. —Siéntate con Feli. Se siente solito —agrega Nate mirándola con diversión. 

Feli le patea la espinilla por debajo de la mesa. 

Ríe un poco y se sienta junto a él.

—Hola —vuelve a repetirle aunque ya se hayan saludado.

Lo prometoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora