Han pasado ocho años. Y parece que todo hubiera sido ayer...
Hoy mi hijo está bastante grande, ya parece un chico. Muy aplicado y listo para su edad. Y Maik esta grandioso, el pelaje se le ha ido cayendo un poco pero está rígido y fuerte como siempre, a pesar de lo que le sucedió hace algunos días.
Fue hace una semana y media que Maik se cayó de las escaleras, y se golpeó muy fuerte en la cabeza. Cuando ocurrió lo peor fui corriendo a ver que estaba pasando y luego me enternecí cuando vi al llegar...
Era mi hijo sosteniendo y sobando a Maik de la cabeza, dándole masajes a su pata derecha que se encontraba sangrando.
Fui corriendo a la cocina a buscar el botiquín para curarle las heridas, pero me conmoví mucho al ver a mi hijo tan pendiente de él. Era como si él mismo se hubiera golpeado... y yo que tenía mi corazón latiendo rápido también estaba muy preocupado.
Y sin darme cuenta al paso de los años ya no era Maik... sino mi Maik. Sonreí un poco al pensar eso.
Lo curé de su pata y luego lo vi mover su cola de lado a lado como siempre lo hacía, lo acaricie en la cabeza y le dije:
—Ahora vas a estar bien mi Maik.
Él asintió con la cabeza y maulló muy despacio con tono de alegría y, luego se durmió como un pequeño cachorrito.
Era adorable verlo...
Luego de eso, me quedé todo el resto de ese día junto con mi hijo acompañando a mi Maik hasta el final de la noche.
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Diario de Maik
Short Story¿Qué sucedería si te encuentras a un cachorrito abandonado en una canasta justo antes de irte para tu casa? Todos los derechos reservados. ©