Parte 5

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Muy abajo la fiesta había aumentado su fragor. Los cantos sonaban altísimos, incluso fuera del domo. El licor corría por cada grupo de personas, y lo mismo la comida. Prácticamente la base estaba desierta. A excepción de los vigías y los pocos soldados que estaban en sus puestos de vigilancia, y claro, algunos pilotos que habían subido con sus conquistas de la noche.

En la pequeña habitación donde había pasado las últimas horas, Roger se dejaba abrazar mientras se aquietaba. El reloj de péndulo, una total antigüedad, le daba la hora, en poco menos de media hora serían las doce, Nochebuena.

Habían bebido un poco más, y claro, habían comido. El Coronel parecía tener una gaveta secreta con un motón de comida de contrabando que nada tenía que ver con la dieta estricta del ejército y sus alimentos deshidratados. Habían reído bajo la sábana que los cubría parcialmente, y se portaban como dos chiquillos en un campamento hecho de linos, que compartían un secreto.

Dick le había enseñado innumerables maneras de besar, y otras tantas de llegar al orgasmo sin necesidad de penetrarlo. Roger se lo había implorado en un momento en que no soportó las caricias en su entrada, pero el hombre parecía firme en su resolución.

-¿Lo harías si me caso contigo? -le preguntó de improviso, pensando que tal vez no tendría otra oportunidad de tener una experiencia tan gratificante y enriquecedora como esa. Ricardo le besó el hombro haciendo un ruido de duda sobre el mismo. -Me dijiste que el tiempo pasaba volando.

-¿Quieres decir que nos casemos sólo por el sexo?

Roger apeló a su mejor argumento. -¿Dejarías que alguien te quite el privilegio sólo por una formalidad?-Dick perdió el aliento, su argumento estaba siendo usado en su contra, él había dicho que tomar la virginidad del chico era un privilegio, y al parecer el muchachito estaba desesperado.

Le parecía lindo, tierno, y muy bello, no tomaría una decisión así a la ligera, pero luego pensó en Douglas quien siempre decía que si no sobrevivía a la próxima exploración o al próximo ataque, al menos su esposa y sus hijos lo recordarían en tierra.

Lo de los hijos estaba descartado, y no porque ambos fueran hombres sino porque aborrecía a los niños. Sin embargo, pensar en alguien en tierra como Roger, con su carita de porcelana y su cuerpo delicado, pensando en él todo el tiempo, esperando porque volviera bien, le despertaba flamas en el corazón. Además no es como si fuera a dejar que su consorte siguiera animando a las tropas, con su sueldo podía tenerlo mejor que bien instalado.

Roger podría tomar su propio rumbo en la vida mientas él se jugaba la suya en el aire. Su recompensa sería una cama caliente, un cuerpo dispuesto y tal vez un corazón que latiera por él. -¿Quieres enamorarme, verdad?

El pelirrojo se quedó en silencio, en la ambivalencia de la noche le parecía algo bueno el comprometerse, tal vez formalmente. Luego pensó en Moira y su novio desaparecido. Un dolor en el pecho se le instaló cuando reconoció la magnitud de la situación: Si en tierra vivían relativamente a salvo era porque hombres como Dick exponían el pellejo arriba o en el mar.

Sería muy triste que personas como el novio de la rubia desaparecieran sin que nadie los llorara.

-¿Si lo hiciéramos, lo mantendrías en secreto?

-¿Quieres conservar tu empleo?

-No es este mi estilo de vida favorito pero no me quejo -Dejó que Ricardo trazara círculos con su dedo índice sobre la palma de su mano.

-¿Cuál sería tu estilo de vida favorito entonces? -Dick se preguntó si se estaba tomando en serio lo de la boda. Se sintió confuso, en otras circunstancias no habría pasado más allá de querer saber como quitar el atuendo de turno, ¿Qué tenía este muchachito para hacerlo pensar diferente?

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