Capítulo 4

10 1 0
                                    

-¡PARA! - gritó una voz de hombre -. Estate quieta, nosotros te ayudaremos.

Dejé de cortar y miré hacia donde provenía la voz. Ahí fue cuando noté que no podía ver con nitidez, mis ojos estaban llenos de lágrimas.

El muchacho, que tenía el pelo castaño, se acercó a mí y colocó una caja negra encima de la piedra que me tenía prisionera. Esta explotó y el gran bloque se descalabró, liberándome.

El chico me cogió en brazos, llevándome hacia un lado de las ruinas donde habían más chicos vestidos como él: uniformes de camuflaje. Soldados.

-No debes moverte – me dijo el chico -. Ahora, un compañero te curará.

El castaño se levantó y volvió a ponerse alerta junto con su arma de fuego. Era grande y parecía ser pesada, las había visto cargadas por mi padre o mi hermano. Nunca me aprendí los nombres de ninguna de ellas, no quería saber nada relacionado con guerras.

Otro muchacho, no muy alto con el pelo y los ojos negros, se arrodilló al lado de la pierna herida mientras sonreía:

-Me llamo Williams – dijo -, pero puedes llamarme Willy. Aquí todo el mundo me llama así – contesté con una leve e incómoda sonrisa -. Ahora, vamos a curarte esa pierna.

Williams comenzó: cosió el corte que me había hecho con anterioridad, lo desinfectó, colocó vendas y, para finalizar, dos tablillas para mantener la pierna recta.

-No los mataréis así – le dije al grupo pero mirando al castaño, que me había salvado, en especial -. Continuarán avanzando.

-No debes meterte en temas que no sabes.

Hice una mueca de desagrado. Me levanté, indignada, y saqué de la funda del cinturón de Williams (que estaba distraído en ese momento) una granada. Tiré de la pequeña cuerda y la mandé lejos, apuntando justo a la cima de una de las ruinas que estaba al lado del supuesto enemigo. Aunque yo todavía no sabía si esos chicos estaban de parte de Krisfoll o Peemod.

La granada explotó y grandes trozos de roca cayeron sobre ellos. Una gran masa de polvo nos azotó.

Me giré hacia el chico castaño con las manos en la cintura y las cejas elevadas:

-¿Merezco una disculpa? - sonó más como afirmación que como pregunta -.

-Debemos revisar – dijo otro chico -.

Varios soldados desaparecieron y se acercaron al lugar donde deberían estar los cuerpos sin vida y aplastados del enemigo:

-¿Quién eres? - preguntó mi salvador -.


-Soy Edna Steele – contesté -, encantada de conocerte.

____________________________________

NOTA DE AUTORA :D

Edna ya ha conocido a los hermosos soldados... O no. 

Edna ha matado a los hombres del bando contrario... O no.

Edna se ha ganada su confianza... O no.

Todas las respuestas y mucho más en los próximos capítulos.

Saludos, So He ;D

RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora