Capítulo 14

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Pero yo estaba con el ejército y no podía dejarlos en ridículo. Subí mi pistola en alto, di media vuelta y disparé recto sin mirar ni si quiera. Sentía como la sangre estaba corriendo por mi cuerpo y no era algo muy agradable. Caminé otros pasos hacia atrás, mirando hacia todos lados en busca del tirador. Y justo, mi pie entró dentro del boquete que había en el suelo. Chillé de dolor cuando me ripió toda mi herida, sintiendo como se clavaban las piedras y metales que allí había.

Comencé a desesperarme, con mi hombro en mal estado y una pierna dentro no podía hacer nada. ¿Moriría allí?

Cerré los ojos cuando vi un hombre acercarse, no quería ver como apretaba el gatillo y me mataba. No quería ver la cara de mi asesino. No quería ser asesinada, no quería que me mataran:

-¿Edna?

-¿Kevin?

Abrí mis ojos lentamente y me encontré con la cara de Kevin a pocos centímetros de la mía, con los ojos muy abiertos y múltiples magulladuras por todo su varonil rostro. Ahí pude fijarme mejor en el color de su iris, tenía un pequeño bordeado verde oscuro después del color miel.

El chico se aclaró la garganta antes de ayudarme a salir del agujero. Tenía puesto su uniforme militar de camuflaje, pero tenía muchos agujeros y marañones dejando ver profundos cortes llenos de sangre.

-¿Estás bien? - preguntamos los dos a la veces. -.

Durante un rato hicimos contacto visual, pero en ningún momento contestamos. Ambos caminamos muy cerca, yo dejada caer en él, hacia la casa Ross. ¿Era él quién me había disparado? ¿Él había visto quién había sido? ¿Y qué hacía allí, no estaba en una misión secreta?

-Me han mandando de vuelta – se explicó -.

-¿Por qué?

Pero él no contestó a mi pregunta, solo se mordió el labio y continuó caminando.

Llegamos a la casa Ross donde Johanna me atendió muy preocupada. Me dijo que se había asustado mucho cuando salió y no me vio por ningún sitio, pensó que los hombres de Krisfoll me habían llevado.

Después de ser curada, me tumbé en mi cama. Me habían disparado. Me había caído en un hoyo y estaba malherida. Podría haber muerto, hubiera muerto si no hubiera venido Kevin a rescatarme. No hubiera podido salir de aquel hoyo.

Comencé a llorar en silencio, pensando que hubiera tenido el mismo cruel final que tuvo toda mi familia y que no había conseguido nada para vengarlos. Habría muerto con solo 18 años de edad, sería demasiado joven y no habría vivido nada. Absolutamente nada. Solo guerra, miseria, muerte, desgracia, hambre. ¿Cómo podemos vivir en un mundo así de cruel?

-Estás a salvo, no deberías llorar.

La voz de Kevin sonó asustadizamente demasiado cerca de mí, al girar mi cabeza rápidamente hacia al lado contrario que estaba mirando, vi a un señorito de pelo castaño claro con las heridas ya curadas al pie de mi cama.

-¿Qué ha pasado en esa misión, Kevin? - le pregunté -. Eres el teniente, el que manda sobre todos ellos cuando Johanna no está. ¿Por qué te han mandando justo de vuelta a ti, al importante?

-Tal vez por eso mismo, porque soy el importante.

El chico rodeó mi cama para acercarse a la suya y coger su placa, que estaba minuciosamente colocada al lado de una foto donde salía un niño de 12 años que parecía ser él junto a una niña de también su misma edad.

-¿Tu hermana? - en realidad, ambos niños no se parecían en nada. Ella tenía el pelo muy rizado y de un color naranja muy intenso y con unos ojos tan negros como la noche misma. Los demás rasgos, nariz, boca, ojos, tampoco se parecían. -.

-No – su voz sonó de nostalgia -. Una gran amiga. - se volvió hacia mí, cambiando completamente su expresión triste a una presumida. Aquí está otra vez... -. ¿A qué era guapo? ¡Qué digo! Sigo siendo guapo.

Y comenzó a reírse.La verdad, tenía una risa bonita. Tal vez solo pensaba eso por el hecho de que siempre me habían atraído las voces roncas, por lo demás nada. Era un maldito egocéntrico mimado y presumido. No tenía nada en comparación con Williams. Espera, ¿por qué lo comparo con Willy?

Rodé mis ojos, en señal de que era un completo estúpido y cogí mi libro de la estantería para seguir leyendo. Ahí, me di cuenta que había dejado de llorar. No había ni una sola lágrima, estaba completamente seca.

Bueno, al menos el señorito Black servía para algo.

* * *

-¡Ha pasado algo! -gritó Johanna cuando entró por la habitación, sorprendiéndonos a Kevin y a mí -. El equipo Ross necesita refuerzos.

Kevin corrió fuera del cuarto al lado de la capitana, yo intenté alcanzarlos pero iban demasiado deprisa para ello. Mi pie no estaba completamente recuperado y, con la reciente herida, se me haría más larga la espera de recuperación.


Les había pasado algo a los chicos Ross. ¿Williams estaría bien?

RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora