Capítulo 13

5 1 0
                                    

Durante toda la mañana, estuve bastante nerviosa pensando en Willy. Él se veía como un niño pequeño que todavía necesitaba la protección del hogar. Yo no lo veía preparado para una misión secreta y, seguramente, importante. Pero claro, era su deber ir y ganar.

Durante el resto del día, estuve caminando por los alrededores. Acostumbrando a mi tobillo. El corte ya estaba casi cicatrizado, pero seguro que se me quedaría una marca para el resto de mi vida.

Realmente, no podía creer todo lo que estaba pasándome. Mi hermano había muerto, después mi padre, mi madre y, por último, mi hermana. Toda mi familia había muerto por la avaricia de Krisfoll. ¿Por qué teníamos nosotros que sufrir las consecuencias? ¿Por qué todo el mundo tiene que estar en tensión debido a un presidente chiflado? Hay más maneras de conseguir el poder, por ejemplo, con honor. Y el honor no se gana matando a millones de personas, a familias enteras. Arrasar con pueblos y ciudades, patrimonios nacionales que no se volverían a recuperar jamás.

Hay cosas que realmente no entiendo, y que no creo que pueda entender.

* * *

Dos semanas más tarde del día de partida de los soldados, mi tobillo ya estaba muchísimo mejor. Johanna me había también enseñado algunos trucos muy sencillos para poder defenderme mientras uno está lesionado. Obviamente, no podría aguantar tanto tiempo como mi adversario pero si podría llegar a lastimarlo. La capitana decía que servía para eso, que tenía la inteligencia y la fuerza de voluntad para ser un buen soldado.

Estaba leyendo en la habitación de Johanna, cuando entró ella por la puerta como si fuera un vendaval.

-Vamos al campo de tiro - me ordenó -.

Por el tono serio que usó, no rechisté. Me limité a seguir sus indicaciones. Ambas salimos al campo de tiro, estaba todo listo para que alguien practicase en aquel mismo instante. Pero, por mucho que buscase a alguien, todo estaba vació. Solo estábamos Johanna y yo.

-¿Ves las pelotas naranjas? - asentí. Las veía -. Con un solo tiro, tienes que darle a las tres. ¿Serás capaz de hacerlo?

-Depende del arma que use. Pero supongo que con una simple pistola podría bastar.

-¿Tienes todas las armas del ejército a tu disposición y pides una pistola? - la miré a los ojos, como si ella acabase de decir algún tipo de locura. Aunque, en verdad, tenía bastante razón -. De acuerdo, te la traeré. Espera aquí.

Bueno, tampoco es que tuviera muchos lugares a los que ir. Mientras que Johanna se iba a buscar una pistola, calculé la distancia que había entre la pelota y yo, la velocidad de balas de diferentes calibres y cual sería la manera más fácil y eficaz de dar en el blanco sin fallar. No tardé mucho en averiguarlo, si daba a la roca un poco más hacia atrás de las pelotas en un sitio justo, podría rebotar y dar a cada una de las superficies naranjas.

Poco tiempo después de acabar de analizar mi táctica, Johanna llegó con pistola en mano. La cogí con destreza y apunté a mi objetivo rápidamente.

-Sabes qué a lo que apuntas no es a la pelota, ¿verdad?

Ni si quiera contesté. Me estaba concentrando a la vez que calculaba a toda velocidad hacia el punto blanco que había en otra roca. Habían hecho esta prueba antes y alguien había acertado, pero solo una persona. Solo una vez.

Cargué el arma, apreté el gatillo y la bala salió disparada, cruzando el aire. Dio justo en el lugar que quería darle, rebotó en una de las pelotas, rozó el suelo elevando de nuevo la bala, y después hizo efecto rebote en las dos pelotas. Lo conseguí.

-Wow.

Todavía no había bajado mi pistola, seguía apuntando hacia la piedra. Pero había algo detrás de esa pequeña colina que me incomodaba. Era como una nube de gas.

-¿Qué es eso del fondo? - le pregunté a Johanna -.

-Debe ser alguna escapada de gas del interior de la tierra, será mejor que nos metamos dentro hasta que lo arreglen.

No. Era algo distinto. Algo olía mal. Algo andaba mal, tenía que averiguarlo.

-Yo seguiré practicando tiro, me ha gustado disparar.

La capitana solo sonrió antes de meterse dentro de la casa. Comencé a caminar, con la pistola en alto, hacia el lugar de la bruma. Tal vez sería peligroso cruzar por en medio del campo de tiro, por si alguien venía a practicar. Pero estaba dispuesta a correr ese riesgo por llegar antes a averiguar que era lo que había allí. Todo el mundo me había advertido que mi curiosidad a veces podía llegar a ser peligrosa y, esa vez, tenía la corazonada de que así sería, que todo lo que ellos decían era cierto. Mi curiosidad era peligrosa.

Ya había sobrepasado el lugar de las pelotas y de la roca. Estaba cerca de la bruma.

Al estar más cerca,me di cuenta que salía de un agujero del suelo. Pero no era una escapada de gas, olía a carbón. Estaban quemando carbón ahí dentro.

Miré a través del agujero, pero todo estaba inmenso en una terrible oscuridad. Y, con mi pie todavía mal, no me atrevía a arriesgarme tanto como para saltar.

Di dos pasos hacia atrás, pero me quedé inmóvil cuando escuché un disparo. Y casi me da un paro cardíaco cuando este pasó rozando mi hombro, haciéndolo sangrar.

RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora