Capitulo quince.

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Capitulo quince.

Narras tú.

Luego de la incómoda conversación de Justin y yo, nos quedamos mirándonos. Me había perdido en su mirada, era penetrante. A los minutos de haber estado mirándonos reaccionamos sonriéndonos.

-¿Qué te parece si vamos con tus padres? –Le seguí sonriendo. –

-Claro. –Me miró sonriente. Caminamos en silencio hasta el parque donde se encontraban Pattie y Jeremy, ellos sonrieron. –

-¿Ya? –Pattie pregunto como si nosotros supiéramos a que se refería. –

-Sí, mamá. –Le contestó Justin sonriéndole. –

-Me alegra. –Ella respondió. – Entonces… ¿Cuándo saldremos?

-¿Qué les parece esté Sábado? –Les preguntó Justin, todos sonreímos. –

-Sí. –Dijeron al unísono Pattie y Jeremy. –

-Entonces, quedan dos días para que puedan salir. –Abracé a Pattie y Jeremy sonrió. –

-¿Saldremos todos, no? –Preguntó Jeremy. Justin asintió. –

-¿A dónde iremos? –Pregunte a Justin. –

-Es una sorpresa, linda. –Contesto él. Yo me sonroje. –

-Bien… -Mire la hora y ya eran casi las ocho. – Justin, ya son casi las ocho. Llegarás tarde. –Solté a Pattie y camine hacía Justin. –

-No te preocupes. Es mi empresa, puedo llegar tarde si quiero. –Contestó él sonriendo. –

-Sí, pero tienes que tener todo en orden, Bieber. –Lo miré. –

-Cierto. –Camino hacia mí. Lo acompañe hasta la puerta y él se quedó parado delante de mí. –

-Adiós, ___. Cuida de mis padres. –Sonrió y se inclinó a darme un beso en la mejilla. Voltee para que me diera el beso y accidentalmente nos golpeamos las narices. –

-Auch. –Nos quejamos por el dolor. Y luego reímos. –

-Adiós, Justin. –Le di un pequeño beso en la mejilla. Él se fue sonriente hasta su auto. –

Camine por la mansión sola hasta que encontré a María. Estaba sentada en un rincón llorando, me partió el alma verla así, me senté al lado de ella y ella rápidamente se seco las lágrimas.

-¿Qué te sucede, linda? –Le pregunté abrazándola. Ella suspiró. –

-Nada… -Intento decir. –

-Vamos, María. Puedes decirme lo que sea, no se lo diré a nadie. –Le sonreí. –

-¿Lo prometes? –Me miró, yo asentí. – Bueno, es que estaba recordando en cuando era una… -Ella trago grueso. – Prostituta. Cuando tenía que acostarme con muchos hombres, a veces, hasta me obligaban a acostarme con mujeres, era todo un asco, __. –Comenzó a soltar lágrimas. –

-No te preocupes, María. –La miré. – Yo también fui prostituta. Hace días vivía en la mansión de prostitutas que queda por aquí cerca. –Solté una lágrima. - ¿Pero sabes qué? Aún así el domingo iré a visitar a mis amigas. Y sí, sé que es del asco acostarse con un montón de desconocidos que te tocan, te hablan con placer, mientras tú quieres llorar e irte de ese lugar. –Ella se iba calmando a medida que yo decía cada palabra. –

-Gracias ____. Me alegra saber que no soy la única. –Me abrazó. –

-A mi también, linda. –Suspiré. – Y es hora que las dos salgamos adelante y no miremos atrás. Miremos hacia delante y no miremos por el retrovisor, sonriamos y no lloremos por nuestro pasado. Porque nuestro pasado se quedó atrás y solo vivamos el presente.
¿Está bien? –Ella asintió sonriendo. –

-Tienes razón, vivamos el presente. –Nos levantamos
y nos secamos las lágrimas.

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