La propuesta que Jaime le había enviado a la Universidad donde trabajaba su amigo era algo imposible de rechazar y fue contactado inmediatamente por el jefe de recursos humanos y contactos.
Edgar en cambio lo llamó un poco después para ofrecerle alojamiento en su casa, podían beber algo y quizas hacer un asado como en los viejos tiempos, con la diferencia de que su buen amigo ya era un hombre casado y con tres pequeños hijos. Fue por eso que Navarro negó la propuesta, pero para no sonar mal agradecido aceptó la invitación a un asado para conocer a los niños, aunque poco le gustaban.
Antes de tomar el avión para terminar con su ruta mensual por sus hoteles a lo largo de latinoamerica, llamó a su hotel mas grande en chile y pidió reservar la suite presidencial para la fecha de su llegada.
Los días pasaban con rapidez entre reuniones y papeleos, viajaba de un país a otro revisando que todos los hoteles se encontrarán en perfecto estado y el personal estuviera contento, porque el personal feliz hace la pega bien y eso es importante económicamente hablando.
- Cuando quieres que las cosas salgan bien José, debes hacerlo todo por ti mismo - Comentó Navarro al supervisor del Hotel Navi en Playa del Carmen - No entiendo como aún trabajas para mí si no eres capaz de cumplir bien tu trabajo cuando te dejo solo.
- Lo siento señor, no sabía que este lugar se encontraba en este estado tan deplorable. Prometo solucionar este problema antes del amanecer - El hombre ya mayor ocupaba su teléfono celular para ubicar a la persona que debía solucionar el problema.
- Eso espero - Negó con la cabeza en forma de reproche
Jaime volvió a su habitación para tomar la maleta y viajar por fin a Chile. Tenía sentimientos encontrados, pero la palabra dinero era algo importante en su vida, mucho más que los recuerdos familiares o malas experiencias en el país que lo vio nacer.
En el avión le ofrecían distintas tablas de quesos, vinos y chocolates. Amaba viajar en bussines desde la primera vez que lo probó y quizás por eso viajaba tanto, la atención de primera clase, las mujeres y los hombres apuestos que te atendían con un acento medio alemán o quizás también podía ser por que se acaba la soledad que sentía después de unas semanas en el mismo lugar. Al no tener amigos con los cuales conversar de temas importantes, de la empresa o personales se la pasaba entre papeleos y cheques, intentando llenar esa soledad hablaba con los empleados o daba largas caminatas por los lugares turísticos.
Al llegar a su país natal lo esperaba su mano derecha y chofer personal, un hombre de unos 28 años, bien vestido y con una gran sonrisa.
- Como un perro moviendo la cola luego de no ver por mucho tiempo a su dueño - Pensó Navarro
Jaime dejó las maletas a un lado de la limusina y le tendió la mano.
- ¿Cómo estás amigo? - Sonrió mientras se daban un fuerte apretón.
- Muy bien señor, contento con su visita - Bastian tendió la mano a la mochila que traía su jefe - ¿Le llevo el bolso?
- Ésta se queda conmigo - Bastian asintió abriendo la puerta de la limusina - Gracias.
La mochila claramente llevaba el dinero en efectivo que el magnate tenía y bueno, ya conocemos un poco como es el chico cuando se trata de sus dólares.
- ¿Cómo va todo aquí en Chile Bastian? - Soltó Navarro cuando el chico hizo partir el auto.
- Muy bien señor, subió la economía y han estado solucionando los problemas que dejó el gobierno anterior - Bastian lo miró a través del espejo
- Por fin un buen gobierno para el país - Jaime se recostó en los asientos de su limusina - Y, ¿cómo van mis hoteles?
- Cada vez mejor, necesita de dos meses para poder encontrar una habitación desocupada señor.
- Genial - Sonrió - Esas si son buenas noticias.
Y claro que sí, eso era bastante bueno para el bolsillo de nuestro amigo, tan bueno como la barra libre de la suite en la que se encontraría en unos minutos.
Bebiendo un whisky miel sentado en el gran sillón rojo de la suite presidencial, pensaba en como le gustaría estar acompañado en ese preciso momento. Quizás unas caricias en el mismo dormitorio donde Obama se besaba y hacía hijos con su mujer no sería malo. Se levantó del sillón para caminar hasta su teléfono satélital y marcando el número de Edgar se recostó en la cama.
- Me voy a desmayar weón - Bromeó el ruliento al otro lado de la línea.
- Siempre fuiste un exagerado edgarin - rieron - Estoy en Chile esperando el asado.
- Ya pueh, ahora te mando la dirección por whatsapp y salgo a comprar, nos vemos a las siete en mi casa.
- Edgar - Lo Llamó Navarro
- Te conozco amigo - Interrumpió - A las siete en punto, la puntualidad es importante para Don Jaime.
- Te quiero weón - Sonrió
- No te pongai' fleto amigo - Rió el profesor - Yo también te quiero y te extraño, ¡a las siete!
Ambos finalizaron la llamada al mismo tiempo y a los segundos la dirección de Edgar estaba en el teléfono de Jaime.
Se levantó con lentitud, abrió sus maletas y buscó la ropa interior, tomando las toallas que le dejaban en el dormitorio se dirigió al baño.
- Vida de ricos - Susurró cuando abrió la llave del agua para prender el jacuzzi.
No había pasado mucho rato cuando la espuma ya le llegaba hasta el cuello y encendiendo los chorros de agua se dispuso a disfrutar del masaje, cerrando los ojos y dejándose llevar. No faltaba su vaso de whisky almendrado en la mesita y la música relajante que tanto le gustaba de fondo.
Pero se sentía solo, hace un tiempo que realmente se sentía solo.
Ya faltaba poco para las siete, así que se puso a caminar por los pasillos del Hotel mientras se reía con verguenza al darse cuenta de como las féminas se giraban al verlo. Nunca fue un weón que siguiera las modas, pero mentiría si dijera que Jaime Navarro no le gustaba verse bien. Tanto tiempo que estuvo con sobrepeso cuando adolecente que ahora a los 35 años disfrutaba de su cuerpo, su dinero, la ropa de marca y su atractivo rostro.
- Y eso que me vestí como cualquier mortal - Pensaba mientras bajaba por el ascensor hasta el primer piso donde lo esperaba Alex con la limusina.
Navarro se miró al espejo que tenía el ascensor, saco los lentes negros que guardaba en su bolsillo superior y antes de que la puerta se abriera el hombre se los colocó. Caminó a paso ligero hasta la entrada y divisó al joven maceteado vestido formal que sujetaba la última puerta del auto.
- Buenas tardes señor - Bastian lo saludó con una sonrisa.
- Hola Bastian, hoy vamos a la casa de Edgar - Esperó que su chofer asintiera antes de subir al auto y esperar que aquél muchacho, quizás un poco menor que él y con un atractivo facial bastante llamativo cerrara la puerta.
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Saludos mis estimadas/os, espero que les esté gustando como se va editando esta historia. Ya la había subido antes, pero realmente esa no me gustó del todo 🤷🏻♀️
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Pagaría tu vida Nicolás.
FanfictionUn multimillonario y un pobre weon... ¿Qué puede salir bien?