Capítulo 20 | El pasado de Emma

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Los seis meses para terminar el mural casi llegaban a su fin. Una semana y el trabajo de Emma en YG estaría terminado, lo que implicaba que Seunghyun volvería a Corea y eso lanzaría a la luz la interrogante de lo que pasaría con su relación.

Los meses pasados habían sido de ensueño.  Él no recordaba haber sido tan feliz y Emma tampoco. Los sentimientos que había descubierto el día de la fiesta con sus amigos gracias al alcohol seguían ocultos. 

Ella se encargaba de reafirmárselos todos los días. 

Emma, por otro lado, había decidido contarle sobre su pasado. Había llegado la hora. Era una historia oscura que había requerido tiempo, siendo más exactos, dos meses y medio después de que T.O.P hubiera pisado tierra americana.

Estaban acostados en la cama de Emma. Habían ido al cine por primera vez, con Seunghyun cubierto por un cubrebocas. Asistieron a la función más tarde que habían encontrado. Batallaron mucho para escoger la película, pero al final lo dejó escoger a él haciéndolo prometer que la próxima la elegiría ella. Habían pasado un buen rato molestándose y comiendo palomitas. Durante más de la mitad de la película habían procurado mantener sus manos alejadas del cuerpo del otro, desgraciadamente no habían podido evitarlo. Estaban algo desesperados pero no pasaron de más de unos cuantos besos.

Habían cenado en el lugar al que habían llevado a los chicos el día de su despedida para que volvieran a Corea. Llegaron al departamento ya casi en la madrugada y se acostaron juntos, habían puesto música para relajarse y quedarse dormidos, Emma rodeada con sus brazos. Su boca estaba contra su pecho y él hacía dibujos en su espalda con su dedo índice hasta llegar a su cicatriz, la cual acariciaba aún con más delicadeza. 

Fue ahí, en ese momento tan inesperado, acompañados de la música, que decidió contarle.

—Tenía seis años. Acabábamos de llegar a Estados Unidos y mis papás no tenían dinero ni para comer. Dormíamos en donde podíamos. Casi siempre estaba con mi mamá porque papá se iba casi todos los días a conseguir trabajo. Recuerdo mi estómago doler del hambre y sentirme mareada por la sed pero no estaba asustada. Mamá me decía que todo estaría bien, que saldríamos juntos de esta y que por eso habíamos llegado aquí, para tener una vida mejor —empezó a decir, la voz entrecortada por el nudo en su garganta más apretado que había sentido jamás, sus ojos llenándose de lágrimas sin siquiera ir a la mitad de la historia. Seunghyun no se movía y sólo acariciaba su cicatriz, pero Emma sabía que le estaba prestando más atención que nunca—. Pronto a mi papá le empezó a ir mejor, consiguió un trabajo del que ninguno de mis padres me contaba nada. Todo mejoró muy rápido, tan rápido que hasta a mí, tan pequeña, me parecía extraño. Compramos una casa rodante y aunque no vivíamos en la mejor zona de la ciudad, vivíamos mejor que antes. Mis padres arreglaron los documentos, empecé a ir a la escuela... Todo parecía ir bien hasta que cumplí siete años.

» Los vi por primera vez cuando regresaba de la escuela. Estaban en la puerta de la casa y tenían a papá agarrado por el cuello, con un arma apuntando a su cabeza. Le pedían dinero y mi papá les contestaba que no lo tenía, que le dieran más tiempo. Yo estaba asustada, no sabía lo que pasaría y empecé a llorar tanto que los hombres voltearon a verme y sonrieron con malicia. "Si no nos pagas, nos la llevamos a ella" dijo uno de ellos que estaba completamente calvo. Lo recuerdo bien porque nunca había visto tanto miedo en los ojos de papá —hizo una pausa, tomando aire, la parte más brutal de todas acercándose cada vez más—. Las cosas dejaron de ser iguales, ya no iba sola a la escuela que se encontraba sólo a unas cuadras, no podía jugar con mis amigos o ir a sus casas. Debía estar en la mía, acompañada todo el tiempo. Al principio supongo que funcionó, que mis papás pensaban que funcionaría... Pero no lo hizo.

» Semanas después yo estaba en la camioneta de un desconocido, casi berreando. Algo se había quemado en la sala de profesores y habíamos sido evacuados a las afueras de la escuela un momento en lo que controlaban el fuego. Todos empezaron a entrar de nuevo y yo me atrasé unos momentos para atarme los zapatos y me llevaron. En el camino el señor calvo ya me había abofeteado tres veces por no parar de llorar. Tenía los ojos vendados y me ardía el lugar del golpe —se detuvo para tratar de tranquilizarse. Seunghyun empezó a acariciar su cabello para calmarla  un poco—. Me tenían en una habitación húmeda en donde a veces podía escuchar la ratas caminar por los alrededores. No entraba la luz del sol excepto cuando la puerta se abría para que el señor calvo me diera de comer. Los primeros días no pasó nada, pero sentía mucho miedo. Quería estar en casa con mamá. No sabía por qué estaba ahí, sólo quería irme.

»Las cosas empezaron a empeorar cuando el hombre calvo dejo de aparecer y en su lugar había un señor gordo con los dientes amarillos. Él... —no terminó la frase. Sentía mucho pánico. La historia aún la aterraba, no entendía cómo había podido ser capaz de contársela a Ashton antes. Le dolía mucho, pero tenía que hacerlo. Las lágrimas inevitables empezaron a caer por su rostro—... Él no me ignoraba como el hombre calvo. Se burlaba de mí y de lo delgada que era. De lo "bonita" que era. Le gustaba patearme hasta perder la conciencia, disfrutaba de lanzarme objetos repitiéndome lo "asqueroso y estúpido" que era mi papá, que él estaba permitiendo que me hiciera todo eso. Ese hombre... Me rompió, Seunghyun. Me torturó hasta que deseé morirme. Una niña de siete años deseaba morir y quería escapar de ahí. Una vez grité tanto mientras me golpeaba con un palo que se enojó mucho. Se fue por unos momentos y deseé que esa fuera la último del día pero regresó con una botella rota y me cortó en el cuello —Emma ya no hablaba, gritaba sin poder contener el llanto. Su rostro estaba rojo y distorsionado. Se forzó a sí misma a continuar—. Casi deseé que hubiera cortado más profundo para que toda la sangre saliera de mi cuerpo y así ya no poder sentir nada, pero el maldito lo que hizo fue dejarme ahí, diciéndome que por suerte sólo me quedaría una pequeña cicatriz mientras yo me desmayaba y la sangre bañaba mis manos.

» Mi salvación llegó justo cuando las cosas estaban muy oscuras. El tipo gordo había dejado de golpearme por unos días pero se sentaba y me veía todo el día. Me decía que tenía un cuerpo de niña, bonito e inocente, y que no podía soportar que fuera de esa manera —Seunghyun la acercó más a ella, vio su cuello tensarse—. Los policías llegaron justamente cuando me tenía en el piso, inconsciente, e intentaba quitarme la ropa. Me sacaron de ahí como si fuera de papel, recuerdo a mamá llorando todos los días al lado de mi cama. Me explicó que papá había hecho negocios con gente muy mala, tan mala como para hacerme daño. Les debía dinero, mucho dinero, casi todo el que habíamos necesitado para salir adelante. Lo llevaron a prisión mucho tiempo. Salió cuando tenía 18, justo cuando dejé de tener pesadillas sobre esos días. Al hombre gordo le dieron sentencia de muerte y al calvo, según mamá, jamás lo veríamos salir de prisión. Ella nos sacó adelante trabajando en un restaurante como mesera, pero pronto se volvió en cocinera y todo fue relativamente bien. Iba a psicólogos que pagaba el Estado para mi rehabilitación, pero yo no quería. Lo que quería era olvidar, no superar. No tuve amigos esos años, nadie me hablaba por ser la niña torturada con el padre en prisión. Ni siquiera en la Universidad. Todos me juzgaban antes de conocerme y la cicatriz que había causado esa botella era la prueba viva de ella. La noticia había recorrido todo el país, así que no era fácil pasar desapercibida. Cuando conocí a Ashton, todo cambió. Él no conocía la historia y para serte sincera fue él quien me ayudo a tener paz conmigo misma. Me ayudó a superar, a olvidar, a calmar la rabia que sentía y a enfocarlo todo en lo que creaba. Le debo mucho y por eso es mi mejor amigo —dijo antes de tomar un gran respiro. Ya no sentía a su cuerpo convulsionarse por el llanto. Sólo sentía una cuantas lágrimas caer por su rostro—. Por eso no te conté nada acerca de quién era cuando nos conocimos, no quería exponer mi historia, quería que la artista en mí no fuera relacionada con mi pasado y tampoco quería que la gente que conociera me diera una mirada de lástima o se alejara de mí. Necesitaba ser otra persona.

Por fin había alzado su rostro para verlo a los ojos y lo que vio le partió el corazón. Seunghyun estaba llorando, tenía los ojos rojos y se limpiaba las lágrimas antes de que llegaran a su boca. 

No la miraba con tristeza, ni con lástima.

La miraba como si estuviera orgulloso, admirándola, como si estuviera agradecido de que no se hubiera dejado vencer. 

La miraba agradecido de que estuviera viva.

Adicta a ti | T.O.PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora