» CAPÍTULO EXTRA «

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Emma no sabía cómo lo había logrado, pero Seunghyun había conseguido un permiso médico para salir durante tres días. Bueno, claro que tenía idea, no había nada que los contactos adecuados y un poco de dinero no pudieran arreglar. Todo lo que fuera necesario para atenderla durante su enfermedad. Enfermedad. Casi quiso colgarle el teléfono cuando escuchó cómo describía todo el asunto. Estaba sentada en el sofá del departamento que le pertenecía a él y en el que ella vivía cuando ella tenía la oportunidad de estar en Corea. Claro, después de tantos años, su departamento de Nueva York ya no le parecía su hogar.

Escuchó el sonido del pasillo detrás de la puerta. Sabía quién era. Percibió el sonido de las teclas de la cerradura e inmediatamente tomó un cojín para cubrir su abdomen, que todavía no mostraba señales de que un ser vivo estuviera creciendo dentro de éste. No hizo ningún ademán de levantarse y caminar hacia él cuando entró en el lugar. Los ojos de Seunghyun recorrieron toda la habitación antes de posarse en ella. Su cabello ya había crecido un poco pero aún era corto comparado con el tamaño que tenía antes de enlistarse. Tenía una bolsa cargada a cuestas que depositó en el suelo. Emma pudo observar que su cuerpo había cambiado, se había vuelto más fuerte.

—Hola —saludó ella tímidamente mientras él se quitaba las botas.

—Hola —respondió en coreano, dejando los zapatos a un lado de la puerta. Su respuesta fue corta. Casi demasiado. La vio directamente a los ojos por primera vez en meses y se sintió paralizada, como siempre que su mirada intensa se dirigía en su dirección. Las bolsas negras debajo de sus ojos delataban lo poco que había dormido. Su quijada estaba tensa. Todo él estaba estresado.

—¿Cómo estás? —preguntó Emma, aferrándose más al cojín. Él tragó saliva, su manzana de Adán moviéndose en su garganta.

—He estado mejor —contestó encogiéndose de hombros. Estaba de ese humor. Ese en el que no importaba lo que ella dijera, su amargura llenaría la habitación y sus palabras. Era raro verlo de ese modo y en esos momentos Emma prefería mantener su distancia. Serían tres días difíciles para ambos.

—¿Me vas a dar un abrazo? —apenas y pudo articular la pregunta. La tensión entre ellos era pesada y extraña. Nunca se había sentido así, ni siquiera cuando él fue en su busca en Nueva York y todo era un lío entre ellos.

—¿Quieres uno? —su respuesta la tomó por sorpresa. Él alzó sus cejas, curioso y sorprendido.

—Claro que sí, no te he visto en meses.

—¿Entonces por qué estás ahí sentada con ese ridículo cojín sobre ti? —Emma mordió su labio, quería reprimir su deseo de contestarle con un comentario igual de pedante—. Ven aquí y te abrazaré —se obligó a sí misma a levantarse y a tambalearse hacia sus brazos abiertos. Sus cuerpos encajaron perfectamente, su olor tan familiar embriagándola. Sintió como el cuerpo de Seunghyun se relajaba sobre el de ella, la tensión disipándose lentamente.

—Te extrañé —las palabras salieron inmediatamente, no tuvo tiempo de pensar nada. Su boca estaba contra su pecho, ahogando el sonido de su voz. Tomó su rostro entre sus manos y la acercó hacia él.

—También te extrañé, jagiya —dijo antes de besarla. El beso fue profundo y sensual, sus labios recorrieron los de ella, reconociéndolos de nuevo después de tanto tiempo. Cuando la chispa entre ellos se avivaba, Seungyun se apartó de ella bruscamente, dejándola algo aturdida. Se giró y caminó hacia la sala.

—Mi hermana y Yeonjun vendrán a visitarnos, tengo cambiarme antes de que lleguen.

—¿Qué? —exclamó Emma sorprendida. Lo tomó del antebrazo para detenerlo—. ¿No vamos a hablar de lo que está sucediendo? La cita es mañana —lo intentó pero no había podido llamarlo por su verdadero nombre. Tenían una cita para hacer algo... ilegal. No les había costado mucho trabajo encontrar un doctor que estuviera dispuesto a hacerlo.

Adicta a ti | T.O.PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora