Parte 3.

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Los agentes de la policía se quedaron helados al ver el cuerpo de un chico rubio tirado a media habitación, tenía moretones, la ropa desgarrada y en el pecho, la marca de una bala que acabó con su vida.
Al otro extremo de la habitación, en una esquina, se encontraba un chico pelirrojo, que tenía una mirada de temor y arrepentimiento, pero la sonrisa de su rostro demostraba felicidad, alivio.
¿Qué había pasado exactamente? Ambos chicos se encontraban solos en la casa cuando el incidente se hizo presente, las autoridades se enteraron puesto que los vecinos reportaron gritos semejantes a una pelea y para después, una bala.

Despejaron el área, llevándose el cuerpo de la víctima, llamando a su madre, mientras hablaban para saber que se haría con el atacante. Temblaba en una orilla y su mirada no se movía de donde anteriomente había estado el cuerpo, él estaba hecho un ovillo: con las rodillas pegadas a su pecho y los brazos sujetando éstas, mientras que a pocos centímetros se podía ver lo que seguramente era el arma homicida.

Al ser un asesino deben llevarlo a prisión, no había duda de ello, pero luego de un interrogatorio y revisión con el médico, se llegó a la decisión de llevarlo a un hospital mental.
Y, ¿Cómo no? Si al declarar había dicho que unas voces le ordenaron que lo asesinara.

El chico homicida se había encogido de tal forma que su cuerpo simulaba a un bebé en el vientre de su madre, por lo cual se vieron obligados a sujetarle a unas bandas especiales para que no se moviera o intentara huir, pues se encontraba en ese lugar debido a que asesinó a alguien.

Los asesinos no deben estar en hospitales psiquiátricos, lo están cuando ellos afirman que una voz les ordenó que lo matara.

Sonidos innentedibles era lo único que salía de los labios de aquel chico y afirmaba que estaba vivo, pues en ningún momento había abierto los ojos.

La habitación donde se encontraba era de extrema seguridad, no habia ventanas, ni barrotes, sólo una gran puerta metálica que permanecía sellada.
Ahí llevaban a los pacientes que por sus ataques psicóticos se volvían peligrosos.
Aunque ése chico no parecía peligroso.
Tenía un buen cuerpo, se podía notar lo bien trabajado que estaba, sus cabellos estaban bien cuidados que a lo lejos notabas el resplandor.
Y su rostro.
El rostro fue lo que más sorprendió a los doctores.
Tenía las facciones bien marcadas, sus labios finos y rosados, y a pesar que la primera impresión que tuvieron de él fue cuando estaba con manchas de sangre, lo clasificaron como un 'Ángel'
Un ángel que mató a alguien.

Las autoridades dijeron que al ser alguien joven, sería mejor que se le llevara a tratamiento antes de ser juzgado y encarcelado por el resto de su vida, pues a base de su condición mental, el sujeto no estaba en la posición de entrar y testificar los hechos.

Las luces parpadeaban al mismo ritmo que un molesto sonido inundaba la habitación.
Enfermeras iba y venian, acomodando medicamentos, sábanas y verificando los signos cardíacos del paciente.
Era la primera vez en algunos años que eso pasaba, incluso las personas encargadas de DongHae tuvieron que recapitular los hechos, ver los avances que había tenido al igual que su comportamiento, pues no les resultaba posible que estuviera teniendo ese retroceso tan grande.

Los primeros días que DongHae llegó era de esa forma.

Sangre salía de su nariz mientras murmuraba cosas que no eran del todo entendibles, está vez no era tan grave, no había sangre y sólo parecía encontrarse inconsciente, pues de vez en cuanto sus labios se entre abrían y murmuraban algo que las personas al rededor no lograban escuchar. Suministraron medicamentos y llevaron a una habitación normal a DongHae después de haberlo normalizado, ahí podría esperar a que estuviera totalmente recuperado; después le interrogarian sobre que hacía en una habitación vacía.

- ¿DongHae? - El pelirrojo comenzó a mover el cuerpo de su amigo con suavidad, depositando un suave beso sobre su frente. -Despierta... Por favor.

El mencionado no estaba dormido. Se encontraba consciente de todo lo que pasaba a su alrededor, podía escuchar y sentir. No sabía como informarle a su amigo que estaba despierto pues tampoco se podía mover, sentía el cuerpo pesado, seguramente por todos los medicamentos y cosas extrañas que le colocaron después de su desmayo.

- Vamos... Por favor, no me dejarán estar tanto aquí y necesito saber que estás bien. - Podría notarse cierta desesperación en el tono de voz de Hyuk Jae, decía todo aquello mientras le tomaba la mano.

Frío.
DongHae pudo sentir como su piel se erizaba ante el tacto contrario, la mano de Hyuk se encontraba helada y no sabía por qué, ya que siempre había sido una persona muy cálida.
Escuchó el sonido de una puerta el frío de su mano desapareció.

- Debo irme... Pero vendré mañana por ti. -

; Dum, Dum [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora