KAREN

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KAREN

No me había reconocido. Eso me puso furiosa. Todavía no tenía claro por qué, pero me molestó. Quizás porque no había tenido ningún problema para olvidarme mientras yo no le había olvidado. Claro, que yo había cambiado y estaba distinta. Ya no vestía toda de negro, aunque seguía siendo mi color favorito. Y me había quitado el pendiente del labio porque se quedaban mirándolo fijamente en las entrevistas de trabajo. Pero él también había cambiado mucho, ya no tenía el pelo largo como antes y su rostro había perdido la redondez de la adolescencia para ser más anguloso. Y aun así le reconocí sin problemas. Eso me cabreaba. Aunque era muy probable que el enfado estuviese más dirigido a mí que a él por permitir que me hubiese dejado una huella tan profunda.

Noté el momento exacto en el que me reconoció. Sus ojos y su boca se abrieron ligeramente por la sorpresa.

—¡Hey! —dijo intentando entonar una alegría que no existía—, te conozco. Estudiamos juntos en el instituto.

Estreché los ojos mirándole con precaución. ¿Qué pretendía que dijera? "¡¡Hey Chris!! ¡Que alegría verte! ¿Te acuerdas de esa vez que pensaste que sería divertido meter una mierda de perro en mi mochila? Jajaja. Tuve que tirar la mochila a la basura y no pude quitar el olor a mierda de los libros. Lo más gracioso de todo fue que durante medio curso me estuvieron llamando Morticia Mierdaddams. Gracias, fue divertidísimo. ¡O espera! Mejor fue aquella vez que las imbéciles de tus amigas me cogieron mi ropa interior mientras me duchaba para que la colgarais en la pizarra de clase." Respiré varias veces para calmarme. Ya era una mujer adulta, eso fue hace mucho tiempo. Le iba hablar con respeto y normal. Afirmé con la cabeza sin apartar la vista de él por lo que pudiera hacer.

—Sí, el último año fuimos a la misma clase. ¿Te acuerdas de mí? —me preguntó—. Chris Sullivan.

—Sí —dije apretando los dientes.

MorticiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora