CHRIS
Me hubiese gustado seguir hablando con Mark, pero perdí la cobertura cuando se cerraron las puertas. Guardé el móvil en el bolsillo mientras observaba los números de la pantalla. Odio los ascensores. Creo que es lo que más odio, bueno... y los aviones. La verdad es que me da pánico todo lo que suponga estar en un espacio reducido y a una altura del suelo tan grande que puedas acabar como un huevo frito. Como norma los evito utilizando las escaleras. Pero es un edificio moderno en el que sólo se usan las escaleras para emergencias. En parte me alegraba de que me hubiera salido mal la entrevista porque no me veía capaz de coger el ascensor todos los días para ir a trabajar.
Metí las manos en los bolsillos del pantalón para apretar los puños sin que el resto de los pasajeros lo viese. Aquel maldito cacharro parecía una tortuga. En el undécimo piso entraron dos mujeres charlando para bajar una única planta, en la cual subió un hombre que bajaría dos plantas después. No sin que antes se parase en el piso noveno donde entraron otras dos chicas que bajaron con el hombre en el piso octavo. ¡¡Sólo habíamos bajado cuatro plantas!! A ese paso me iba a dar un ataque al corazón antes de llegar al recibidor.
En el octavo no subió nadie y pasamos al séptimo sin parar. Solté un suspiro de alivio al pensar que por fin bajaría rápido. Pero duró poco, porque de repente la luz se fue de golpe y el ascenso se paró. Un segundo después el pequeño habitáculo estaba iluminado por la bombilla naranja de emergencia.
—No, no, no —Escuché detrás de mí. Pero no me di la vuelta, estaba concentrado en descifrar la imagen que aparecía en la pantalla.
—¡Error 154! ¿Qué mierda significa eso? —pregunté con el corazón a punto de salir de mi garganta.
—Según pone aquí: fallo en el suministro eléctrico. Lo que viene a ser, un corte de luz.
Me aproximé a la chica que estaba leyendo las instrucciones y me puse detrás de ella. Olía bien, era un olor dulce, como a fresa.
—¿Qué hay que hacer? —pregunté mientras acercaba mi rostro a las instrucciones que se leían bastante mal con la escasa luz de emergencia. Me dio la sensación de que la chica daba un pequeño brinco. ¿Se había puesto en tensión al notarme a su lado? Me habría parecido gracioso en otra situación, pero en ese momento me daba absolutamente lo mismo la chica. Tenía que buscar la forma de salir de allí como fuese—. Aquí pone que hay que pulsar la campana o llamar a este número.
Pulse repetidas veces la campana. Se oyó por todo el túnel del ascensor.
—No cogen el teléfono —dijo la chica detrás de mí.
—¡Y una mierda! No me puedo quedar aquí —murmuré mientras marcaba el número—. Cogedlo, cogedlo.
¿Cómo era posible que me estuviese pasando eso? Siempre evitaba los ascensores y por una vez que lo cogía, se rompía. Me limpié el sudor de las manos en el pantalón y volví a marcar. Pude notar el balanceo del ascensor al desplazarme de un lado a otro para combatir los nervios. Paré de golpe, era mejor estar quieto.
—Creo que lo mejor es que nos lo tomemos con calma hasta que vengan a rescatarnos —dijo la chica sentada en el suelo mientras sacaba un libro electrónico.
¡¡Tomárnoslo con calma!! ¿Estaría de coña? Estábamos a unos veinte metros de altura colgados por un hilo de metal. Si se rompía o se descolgaba la cabina seríamos una tortilla humana contra el suelo, y eso, hacía que no me lo tomase con calma. ¿Cómo podía estar tan tranquila? Se quitó los zapatos y estiró las piernas para ponerse más cómoda sin apartar la vista del libro.
La quinta vez que llamé sin éxito dejé de intentarlo. Tenía razón la chica, lo mejor era tomárselo con calma y esperar. Pero mi corazón y cabeza no lo tenían tan claro. Me apoyé contra una de las paredes y dejé que mi cuerpo resbalara hasta el suelo. Inspiré varias veces intentando convencerme de que estaba en suelo firme. Que debajo de esa plataforma, de unos diez centímetros, no había una caída en la que me rompería todos los huesos. ¡¡Oh mierda!! Eso no estaba ayudando nada. Tenía que pensar en otra cosa. Mis ojos se abrieron y enfocaron lo que estaba enfrente, la chica. Tenía el rostro medio tapado por el pelo e inclinado en su libro. Estaba ajena a todo lo que la rodeaba, concentrada por completo en lo que leía. "Eso tengo que hacer yo, distraerme" pensé. Saqué el teléfono. Estaba sin cobertura, pero podía jugar a alguno de los juegos que tenía descargados. Un cinco por ciento de batería. Con cargar el juego se apagaría el móvil. Sentí como una gota de sudor recorría mi frente hasta la mejilla. Necesitaba distraerme, no pensar en el balanceo, ni en la distancia al suelo. Volví a mirar al frente. "Tengo que hablar con ella" pensé con determinación. Hablar de cosas banales, por ejemplo, del tiempo. Un tema socorrido que todo el mundo usa para entablar conversación.

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Morticia
Conto¿Qué pasaría si te encontrases a tu pesadilla del instituto? ¿Y si te quedases encerrado en un ascensor? A Karen le aterroriza Chris. A Chris le aterrorizan los ascensores.