— ¿E-era necesario decir eso, Décimo?— Preguntó Gokudera entre balbuceos al tiempo que su rostro adquiría marcadas tonalidades rojizas
—Claro que sí—Se apresuró a responder el aludido en un tono de voz que resultaba firme y sumamente amable a la vez—Después de todo, si no lo decía, tu papá jamás hubiera entendido porqué usé la máquina del tiempo para venir aquí desde el futuro—
—Entonces fuiste tú el que usó la máquina. Debí haberlo imaginado desde el principio—Afirmó el padre en un tono de voz desbordante de curiosidad—Continúa, por favor—Finalizó mientras se acomodaba en la silla que ocupaba y clavaba su mirada en Tsuna.
—En el futuro, Gokudera-kun y yo estábamos saliendo, ¿sabe?, De hecho, todo empezó un día en el que teníamos una cita— Confesó el castaño en un tono de voz lleno de melancolía y dolor al tiempo que agachaba la mirada —Cuando llegué al lugar en donde debíamos encontrarnos, él ya estaba ahí, pero de repente lo perdí de vista, y después...después el tiempo se detuvo. Los autos dejaron de moverse, la gente que caminaba por las calles se quedó inmóvil, toda la ciudad se quedó en silencio de repente. Fue algo muy extraño y difícil de explicar con palabras, pero eso no es lo peor. Cuando todo volvió a la normalidad, Gokudera-kun no estaba por ninguna parte y yo...yo ni siquiera recordaba porqué había ido a ese lugar—Se vio obligado a realizar una pausa en su narración al percatarse de que su voz temblaba y de que algunas lágrimas habían comenzado a luchar por desbordarse desde sus ojos— Después de eso, yo siempre tuve la sensación de que algo no marchaba bien, de que faltaba algo, de que estaba olvidando algo muy importante, pero por mucho que lo intentaba, no podía recordar qué era, ni siquiera podía encontrar una pista. De hecho, mientras más me esforzaba por recordar, más triste e intranquilo me sentía. Muchas veces pensé que todo eso era simplemente un producto de mi imaginación al ver que mi familia, mis compañeros de la escuela y todo el mundo a mi alrededor actuaban exactamente igual que siempre, como si todo estuviera bien, pero aunque me repetía eso a mí mismo una y otra vez, esa sensación de que algo faltaba no desaparecía—Hizo una nueva pausa para tomar aire y organizar sus ideas antes de continuar—Semanas después de que Gokudera-kun desapareció, Reborn me dijo que los Scaglietti habían confiscado una máquina del tiempo hecha por usted. Por alguna razón, en cuanto oí eso supe que la máquina era la pista que estaba buscando tan desesperadamente, y que si lograba verla con mis propios ojos, por fin entendería lo que estaba pasando. Cuando le dije eso a Reborn, al principio se burló de mí, pero después habló con los Scaglietti y de alguna forma logró que nos dejaran ver la máquina, y cuando por fin la tuve frente a mí, no dudé ni un solo segundo en usarla para venir aquí. A pesar de que era la primera vez que veía la máquina, tenía la sensación de que la conocía desde siempre, y por eso no tuve ningún problema para usarla. Ahora que lo pienso, tal vez esa fue una decisión demasiado temeraria de mi parte, pero terminó siendo la correcta porque recuperé todos mis recuerdos apenas llegué aquí—Hizo una nueva pausa para darle tiempo al hombre de analizar y comprender lo que acababa de decir—Decidí venir a contarle todo esto por dos razones. En primer lugar, creo que es necesario que usted sepa a qué clase de enemigo se enfrenta. Si de verdad está dispuesto a luchar contra los Scaglietti para poder terminar de construir su máquina, es necesario que usted sepa la enorme tristeza y soledad que serían capaces de causarles a todos quienes no les agradan si nadie los detiene sólo para poder perfeccionar su nueva arma. En segundo lugar, y lo más importante, Ahora que recuperé mis recuerdos sé que no quiero volver a separarme de Gokudera-kun, mucho menos de esa forma, y que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para evitarlo— Finalizó en un decidido de voz.
Luego de que Tsuna pronunció aquellas palabras, la habitación se sumió en el silencio más profundo e incómodo que los presentes habían experimentado hasta ese entonces. Los chicos observaban fijamente al hombre, intentando desesperadamente adivinar a través del rostro de este el tipo de impresión que había causado en él la narración del ojimiel, sin embargo, el padre mantuvo la expresión de su rostro completamente inalterable durante los largos instantes que duró aquel incómodo silencio. Repentinamente, el hombre se levantó de la silla que ocupaba y, acto seguido, dio un par de pasos hacia el ventanal con vista a los jardines de la mansión, dándole la espalda a sus visitantes y dejando que su mirada se perdiera en un punto lejano del horizonte.
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Déjà Vu (5927)
Fanfiction'...El vacío en mi corazón es la única prueba de tu existencia que me queda'