El estruendo de los aviones al aterrizar y despegar dificultaba oír los anuncios que cada cierto tiempo se realizaban a través de los altavoces y se mezclaba con las voces de los pasajeros que transitaban de un lado a otro del aeropuerto a paso apresurado, reduciéndolas a un murmullo prácticamente inaudible. Sentado en una de las bancas, Gokudera sostenía su pasaje de avión entre sus manos al tiempo que miraba a su alrededor en todas direcciones con impaciencia.
Apenas 30 minutos lo separaban de la hora programada para el despegue de su vuelo a Italia. En cualquier instante harían un llamado a través de los altavoces a todos los pasajeros de dicho vuelo, solicitándoles someterse a las revisiones de seguridad finales antes de abordar el avión, sin embargo, el Décimo aún no había llegado.
Se sorprendió al percatarse de la tristeza que este hecho le causaba. Y es que, ¿No era acaso así como había planeado aquel viaje desde un principio? ¿Acaso no era mejor así? Si el Décimo se quedaba en Japón, estaría a salvo de cualquier peligro, en cambio, si iba a Italia con él como había dicho que lo haría...el sólo hecho de imaginar lo que podría ocurrir le resultaba aterrador. No podía permitirse exponerle de esa manera bajo ningún concepto. Sabía perfectamente que si alguno de sus temores se hacía realidad jamás se lo perdonaría, y entonces, ¿por qué la idea de realizar aquel viaje en solitario le resultaba de pronto tan triste? ¿Podría ser que, a pesar de todo, en el fondo no quería alejarse del Décimo aunque fuese sólo por unos cuantos días? ¿O tal vez era porque, si viajaban juntos, parecería que estaban disfrutando de unas agradables vacaciones en pareja en lugar de recopilando información acerca de una familia mafiosa enemiga? ¿Desde cuándo había comenzado a pensar de aquella forma tan egoísta? ¿Acaso se debía a que ahora sabía que el Décimo correspondía a sus sentimientos...?
Repentinamente, el sonido de unos pasos acercándose a gran velocidad hacia donde él se encontraba llegó con absoluta claridad hasta sus oídos, y el llamado de una voz extremadamente familiar lo sacó de sus cavilaciones.
— ¡Gokudera-kun! ¡Lo siento mucho por hacerte esperar!—Exclamó entre jadeos Tsuna al tiempo que tomaba asiento junto al aludido, exhausto.
—N-no se preocupe por eso—Dijo el peliplateado entre balbuceos, agachando la mirada.
—En cualquier caso, ya tengo mi pasaje y todos los otros trámites también están listos, así que lo único que falta es...—El castaño se vio interrumpido por una voz femenina que solicitaba a través de los altavoces a todos los pasajeros del próximo vuelo con destino a Italia acercarse a la puerta de embarque designada para realizar las últimas revisiones de seguridad protocolares y abordar el avión—...Precisamente eso—Finalizó al tiempo que reía por lo bajo.
Sin esperar una respuesta, el ojimiel se levantó de la banca y se dirigió hacia la puerta de embarque que había mencionado la mujer del altavoz hace unos instantes, sin embargo, se vio obligado a detenerse luego de haber andado apenas un par de pasos al darse cuenta que el ojiverde aún permanecía sentado en la banca, y lo observaba fijamente con una expresión de preocupación en su rostro.
— ¿Pasa algo?—Preguntó, levemente confundido
—En realidad, hay algo que necesito preguntarle antes de subir al avión—Admitió Gokudera tímidamente al tiempo que desviaba la mirada
— ¿Qué cosa?—
— ¿Está seguro de que quiere hacer esto?—Inquirió el peliplateado en un tono de voz amable y firme al mismo tiempo, mientras clavaba fijamente la mirada de sus ojos color esmeralda en Tsuna —Lo que quiero decir es que, si hacemos esto, no podremos volver atrás—
—¡Claro que sí!— Se apresuró a responder el castaño despreocupadamente al tiempo que una amplia sonrisa iluminaba su rostro—Así que, ¡Deja de preocuparte por eso y vamos, o si no el avión despegará sin nosotros!—Sentenció mientras se volteaba y retomaba la marcha hacia la puerta de embarque.
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Déjà Vu (5927)
Fiksi Penggemar'...El vacío en mi corazón es la única prueba de tu existencia que me queda'