JC

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No había ninguna palabra exacta que pueda describirlo certeramente. Unas veces era gruñón; otras, chistoso. Pasaba de estar inquieto a estar calmado. Era un niño tímido que se expresaba perfectamente y podía hacer amigos fácilmente. ¿Qué clase de tímido es ese?

Pero lo que más odiaba era ser el punto de juego de su hermana. Ella no lo hacía por molestar sino por bromear pero eso no le quitaba lo fastidioso. Un "YaiSiii..." suyo era la peor vergüenza, lo decía con una voz chillona y con ritmo desentonado aquí y en la China. Era horrible, se le caía la cara cuando la canturreaba disimulada "YaiYaiYai YaiiiiSiiii". O cuando la decía con cara  seria, "Jotase". Era gracioso pero tonto. 

Lily Boo era distinta y si tendría que elegir entre las dos, la respuesta era obvia. Volteó para verla dormir. Se enrareció al ver sus gestos, él no sabía que las personas podían retorcer la cara aún al estar dormidas y Alex lo estaba haciendo. Se percató sus manos y vio cabellos entre sus dedos. Si, la rareza venía de sus genes. Excepto Lucía, claro.

Sus 8 años las vivió al extremo aplanando su trasero poco a poco al estar todos los santos días sentado o bien en frente del monitor, o sosteniendo la tablet o cualquier otra cosa tecnológica. Su madre estaba colmada pero, ¿qué se podía hacer?

—JC te cansaste del celular por lo que veo —los ojos de su padre ni se molestaron en mirarlo

—La batería se bajo —tenía la cabeza gacha por el gran aburrimiento que estaba experimentando.

—Normal. Estamos a unos minutos de llegar a la casa, aún no sé si tus tíos van a venir —dijo torciendo levemente el labio

—Pero mi primo come mucho —miró hacia la ventana, taciturno

—¿Tú crees? —soltó una breve carcajada— Si ustedes juntos forman un 10

JC era despierto, sin embargo habían ocasiones en cuales no entendía ni una sola palabra de los demás. Su mirada se extravió.

—Papá, no te entiendo

—No es nada —se sintió incómodo al decirle gordo glotón a su sobrino con el pensamiento

José hizo una nota mental que le serviría mucho: Ignorar a papá cada vez que sea posible

Entraron a la casa con ganas de descansar después del agotador paseo. Los tíos venían y la casa no estaba limpia, era aceptable pero no llegaba a ser decente. JC ayudaría si tan solo no fuera flojo y huyó a su cuarto antes de que su mamá le mande a limpiar la sala. Se hacía de noche y todos estaban esperando a que llegaran; no por ellos, sino por la comida que iban a traer.

—Gregg —se escuchó la voz de su mamá— ayúdame con esto

No se decidía entre Minecraft o Geometry Dash. Estaba pensando en subir vídeos suyos jugando en Youtube, ya se imaginaba teniendo muchas visitas y un montón de suscriptores. Exacto, todo un niño "rata". No le gustaba leer libros y trataba de evitarlos, pero si tendría que leer alguno sería uno de aventuras y, ¿por qué no?, de suspenso.

—Mie... —JC sintió las ganas de su papá de decir una mala palabra y se alegró que su papá no lo dijera, no por él, sino por Lily Boo— Es imposible de abrirla —escuchó con atención desde su habitación

—¿Qué pasó? —esta vez escuchó la voz de Alex

—La puerta no se puede abrir —su mamá temblaba. Él lo sabía por el sonido de sus palabras, eran los que siempre delataban las emociones de su mamá. Por lo oído, ella estaba nerviosa.

—¡Agh! Ábrete —su papá se puso tenso y sintió que su cuerpo también lo hacía

Lucía comenzó a llorar. José se incomodó.

—Calma mi pequeñita... No te asustes, Lily Boo —era la voz consoladora de Miranda, JC vaciló al preguntarse a sí mismo cómo era posible que una persona nerviosa pueda tranquilizar a una asustada. Lo apuntó mentalmente en su lista mental, enigmas de la vida.

Mamá e hija, las dos se alteraban por todo.

Se cansó de tanto embrollo. Bajó por las escaleras, (ni modo, no va a bajar volando) y sintió un feo panorama de preocupación.

—¿No sería mejor salir por la puerta de la cocina que da con el patio? —se sintió inteligente diciéndolo

Todos fueron a la cocina e intentaron lo dicho por él. Su papá puso presión a la puerta con el hombro pero parecía inútil. Su cara se tornaba roja, sus mejillas se hincharon hasta el cansancio. Una pequeña chispa de miedo emergió.

—Por la ventana — dijo Alex aclarando su voz

Las ventana de la cocina eran grandes. Cuando los niños jugaban en el patio, Miranda podía verlos mientras lavaba los platos. Su hija tenía razón, abriendo ambas ventanas cualquiera podía salir. Gregg se subió al lavaplatos. Miranda tuvo una sensación de alivio.

—No se abre —miró a su esposa incrédulo

Ella sintió que el aire se le acababa.

—Rómpela, pá — JC hablaba en serio

Lo intentó colocándose su guante para protegerse y los demás retrocedieron para que no les caiga algún trozo de vidrio. Fue en vano, la luna no se rompía. Hubo un penetrante silencio que aturdía los oídos. Se miraron unos a otros pensando en otra solución. Todo pasó tan... rápido. Era absurdo, ¿quién se queda encerrado por su propia casa?

—Tengo miedo —Lily Boo masculló

Las caras le parecerían graciosas a José, si tan solo no estuvieran en esta rara situación. Se recordó cuando hubo una apagón por la noche y todos estaban en casa. Lucía no se despegó de mamá hasta que regresó la luz.

Eran las ocho, nadie se molestó en prender la luz de la cocina y se puso a oscuras. Miranda trató en controlar su miedo a ese encerrada, ella era claustrofóbica. De pronto, unas luces blancas llegaron de lo lejos y alumbraron brevemente el lugar, los tíos habían llegado.

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