Capítulo 11

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Viernes, 5:30p.m.

Mi cabeza seguía dándole vueltas a lo ocurrido el pasado miércoles, ¿por qué me pasaba todo esto a mi? Recuerdo las risas cuando era pequeña, todos mis amigos de parvulario, mis padres, cuando saltaba en los charcos de agua que dejaba la lluvia, eso era una buena vida... Pero... ¿qué es esto ahora? ¿en qué me he convertido? Quería volver a nacer, evitar el accidente de mis padres, ser mejor persona, no ser tan caprichosa, he hecho tantas cosas mal... Me doy vergüenza a mi misma. ¿Hasta este punto tenía que llegar de querer morir? Hoy en día todos los niños insultan, ofenden, critican, pegan, amenazan... Todos son unos inmaduros. Todos van a por lo débiles, las mejores personas, los que no harían daño ni a una mosca. Me dan arcadas solo de pensar en esa gente irrespetuosa.

Todos somos personas, merecemos que nos traten bien, ¿quien no tiene ni si quiera un defecto? Incluso la "maravillosa" Barbie de la que todos dicen que es perfecta tendrá un defecto o incluso más, quien sabe, a lo mejor de pequeña también se metían com ella. Aunque ahora pueden meterse contigo incluso por ser guapa. Que asco. Los insultos al principio pues meh, no te afectan, pero que todos los putos días te repitan lo mismo a todas horas al final cansa y hacen que quieras cambiar, obviamente, a lo mejor si cambias la cosa que hace que te insulten dejan de hacerlo, pero nooo, tienen que buscarte algún otro defecto y hacerte sufrir con él. Al final te insultaran incluso por tener brazos, bueno que algunos ya lo hacen.
Si tienes pelo? Te insultan.
Si tienes granos? Te insultan.
Si tienes gafas? Te insultan.
Si te muerdes las uñas? Te insultan.
Si eres chica y te gusta el fútbol? Te insultan.
QUE MÁS HOMBRE! TAMBIÉN TE VAN A INSULTAR POR TENER UN LUNAR EN EL BRAZO!?

Es que pienso en estás cosas y me dan ganas de llorar de lo patético que es.

Dejando al lado esto, hoy tampoco he ido al instituto, al final me llamaran y todo, no tenía ganas, mi tía no se ha quejado, supongo que entenderá mi situación.

-Katya, deberías salir a que te de un poco el aire, ¿no crees?

No le contesté. Mi cabeza en ese momento estaba pensando cosas muy raras, como en quemar la casa de Pablo, sería la polla. ¿y si lo hago? No me queda nada que perder. Vale, esto es muy psicópata. Va, seguro que no me encuentran. Pero... ¿Donde vive Pablo? Si el lunes voy... le sigo y ya. ¿de verdad voy a hacer esto? Bueno, me lo pensaré mejor.

Bajé al piso de abajo y fui con mi tía.

-Katya, yo me voy a tomar algo, ¿te quieres venir?

-Vale va.

Le dije que si ya que si me quedaba allí podría pasar cualquier cosa, y hoy no tenía ganas.

Ella siempre iba con su grupito de amigas, Lidia y Sara, eran amigas desde la infancia, quien dice infancia dice instituto.

-Uy! Que mayor te has hecho Katya! -dijo Lidia, yo solo sonreí.

-Ya ves, que rápido pasa el tiempo. -añadió Sara.

Allí estábamos, yo me pedí un batido de chocolate, ellas un café, era aburrido, ellas solo hablaban de cotilleos y miraban a los chicos que pasaban comentando su aspecto físico y si saldrían con ellos o no. La verdad, no me gustaba su jueguecito, si salen con alguien de verdad espero que no se fijen solo en el físico porque si no les irá muy mal, porque puede ser guapo pero un asco de persona.

-Pues aquel es guapete, pero me parece un chulo.

-Pues a mi me gusta.

-Pero que decís, si es horrible. Katya, ¿tú que opinas?

Me giré para verlo, era Pablo! Era mi momento perfecto! Podía seguirle.

-A mi me parece un gilipollas -todas rieron por mi comentario. -Tia, un momento, ahora vuelvo ¿vale?

-Mmm. Vale, no tardes.

A mi tía se le notaba insegura al dejarme ir, normal, con todo lo que había pasado ese mes.

Pablo ya estaba lo suficientemente lejos como para no ver como le seguía. Cuando va solo no se hace tan el chulo, me da mucho asco esa clase de gente que solo se hace el guay delante de sus amigos.

Pablo paró, yo me escondí por los coches. Era una casa bastante grande, con jardín y rodeada de vallas. Eso me dificultaría a la hora de quemarla. Joder, nunca pensé que fuera a decir eso. Me apunté la dirección, no estaba muy lejos.

Volví con mi tía.

-¿Donde tenías que ir? -preguntó ni tía.

-Hay una tienda do cómics aquí cerca y quería ver que tenían -mentí.

-Yo tengo muchos. -dijo Sara- Si quieres te doy alguno.

-Vale! Ya me pasaré por tu casa para leerlos, no hace falta que me los des.

-Vale, ven cuando quieras, serás bienvenida.

Le sonreí, era una chica muy amable.

-Ya son las 8, será mejor que nos vayamos.

Nos despedimos y volvimos a casa.

-Tengo albóndigas de estás que sólo hay que calentarlas ¿cenamos eso?

-Vale.

Pues cenamos eso y ya me fui a dormir, meh, un día aburrido.

Una suicida inmortal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora