Martes, 6:45a.m.
Martes. Bien. Jaja. No.
Hice lo mismo que hago todas las mañanas pero esta vez me puse ropa de deporte ya que me tocaba gimnasia, no tenía muchas ganas ya que todos me miran mal. A parte, soy la más patosa.
Como me sobraba tiempo esta vez bajé andando así que cogí los auriculares, me despedí de mi tía y salí.
Me puse la musica y seguí caminando con la esperanza de no encontrarme con nadie que me diera asco.
-Eh! Katya! -me gritó alguien.
Yo me giré con miedo, pero vi que era Oliver, entonces se formó una sonrisa en mi rostro.
-Y eso que bajas andando? -preguntó curioso.
-No sé, tenía tiempo de sobra y he decidido hacerlo.
-Ah, guay! A la próxima podrías llamarme y bajar juntos.
-Vale.
Ya que estaba con Oliver me quité los auriculares y le presté atención a él.
-Que te toca ahora? -Me preguntó.
-Inglés.
-Ah! Es verdad! Si vas conmigo.
Me reí.
En ese momento recordé el mensaje que me mandaron un día antes y sentí de nuevo esa sensación de tan solo tener ganas de morir. Agaché la cabeza para que Oliver no pudiera ver mi cara de sufrimiento.
-Katya? Te encuentras bien?
-Si, claro. Por?
-Ah, no sé, como estabas con la cabeza agachada me había parecido que no.
-Meh, estoy bien, no te preocupes. -Sonreí.
Me dolía mentirle.
En seguida llegamos al instituto.
Fuimos juntos a la clase que nos tocaba. La verdad, inglés era una mierda. A parte de que no entendía nada tampoco me importaba nada.
Después de unos minutos de clase pusieron ejercicios para hacer, los cuales no entendía, guay.
-Como se hace el primer ejercicio? -pregunté a la profesora.
-Por qué no se lo preguntas a tus padres! -dijo el mismo que me pegó el día anterior lo del gato.
-Pero tú eres gilipollas o que te pasa? -me defendió Oliver.
-Basta. -Dijo en un tono alto la profesora. -Que decías, Katya?
-No, nada, ya sé lo que hay que hacer. -mentí.
Después de eso agaché la cabeza y alguna que otra lágrima cayó de mi ojo.
-Katya, ¿estás bien? -Me preguntó desde atrás Oliver.
Me sequé las lágrimas rápidamente.
-Si, gracias. -me giré y le contesté.
Recordé que en mi estuche tenía una cuchilla, la busqué. Al encontrarla la puse sobre mi muñeca. Pensé en lo que estaba a punto de hacer. Otra lágrima cayó. Guardé la cuchilla antes de que hiciera algo de lo cual me arrepentiría y me puse a hacer los ejercicios.
En ese momento recordé cuanto había hecho con esa cuchilla. Miré mi brazo, era raro, no habían cicatrices de otras veces. Pero esta vez no, no iba a hacerlo otra vez.
Acabó la clase y me dirigí hacia mi aula. Tocaba Matemáticas, como era con mi tutora me tocaba todos los días, no me disgustaba, pero al final se hacía pesado.
Entré a la clase y la pizarra me llamó la atención. Había dibujado un coche estrellado con otro y una cruz. En serio era lo que estaba pensando que era?
-Ey! Gato! Ya has visto la pizarra? -dijo, esta vez un chico diferente.
Me quedé observando el dibujo hasta que se me nubló la imagen, cerré lo ojos y entonces las lágrimas cayeron.
Me senté en mi mesa sin que pudieran notar mi sufrimiento y saqué los libros.
La maestra tampoco se dio cuenta así que bien.
Acabó la clase y ya tocaba gimnasia. Asco.
Fuimos hasta el gimnasio y algunas chicas fueron a cambiarse de ropa, yo me quedé en el banquillo ya que venía cambiada de casa.
Teníamos que hacer acrosport (lo de figuras hechas por personas) justo lo que menos me gustaba.
Me puse en plan haciendo flexiones para que una chica se pusiera encima de mi. Pero de repente un chico me dio una patada en el brazo que tenia apoyado haciendo que este se debilitara y yo cayera al suelo haciéndome daño en la barbilla. Él y dos amigos suyos empezaron a reírse mientras a mi me sangraba la barbilla por el golpe ya que el suelo estaba muy duro.
No le dije nada al profesor, ni mostré una pizca de importancia. Limpié la sangre y volví a mi posición inicial.
Casi al final de la clase el profesor nos llamó y nos dijo que teníamos que hacer una interpretación de algo que tenga que ver con los animales pero teníamos que representarla con figuras.
-Y por qué no de un accidente de coche? -dijo el chico y me miró con una sonrisa.
-No, he dicho animales. -dijo el profesor.
-De gatos? Katya sería perfecta para uno de gatos.
Después de que eligieran fui a los vestuarios y me encerré en un baño. Me senté en una esquina y me puse las manos a la cara. Estaba llorando. No podía aguantarlo más, estaba harta de que me insultaran y recordaran la muerte de mis padres. Les echaba mucho de menos, la verdad me parece demasiado cruel burlarse de eso ¿a caso le ha pasado para saber cuanto duele? Que asco de gente en serio. No tienen ni una pizca de empatía. Y no saben el daño que pueden llegar a causar con una puta palabra.
Me calmé un poco y ya me cambié de ropa.
Mi dirigí a nuestra zona de patio y por fin ellos consiguieron sacarme una sonrisa. Ninguno se dio cuenta de mis ojos rojos. Bien, no quería dar explicaciones.
Me puse a revisar el móvil, tenia mensajes pero preferí borrarlos sin mirarlos. No quería llorar otra vez.
*****
Tocó el timbre de salida y por fin ya estaba en casa.
Hice los deberes de castellano que me mandaron el lunes para el miércoles y los de matemáticas.
Solo con los de castellano ya pasaron 2 horas, el profesor se pasaba de deberes la verdad.
Mi tía no estaba, ella había ido a hacer una visita a la abuela y yo no tenía ganas de ir.
Recordé a mi madre, lo mucho que me quería, mimaba y todo lo que hace una buena madre, salieron unas pocas lágrimas, les echaba mucho de menos... Pero entonces recordé lo del chico de mi clase, mis sentimientos cambiaron de tristeza a furia y tenia ganas de pegarle a algo, enserio me daba demasiado sida ese xaval. Cogí la cuchilla y esta vez sin pensarlo empecé a pasarla repetidamente por mi muñeca. Veía la sangre salir, me sentía bien, pero de repente un reflejo hizo que tirara la cuchilla. Miré mi muñeca ¿qué estaba haciendo? Bajé mi manga para que no se vieran. Empecé a llorar más y cada vez más hasta que quedé dormida.
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Una suicida inmortal.
על-טבעיKatya, una chica de 15 años la cual no es que sea muy feliz... Lo típico hoy en día ¿no? Muchos llaman la atención con sufrimiento, en cambio, ella prefiere esconderse, estar sola y escuchar música durante horas.