CAPÍTULO VI

191 20 4
                                    

Esa noche habían pocos clientes en la tienda y ya que la televisión había sido apagada, el ambiente era de un silencio sepulcral, tan tenso que hasta era palpable. Eso, hasta que Andreas, quien estaba con la boca tan abierta que casi tocaba el piso, lo rompió.

-¡¿Que?! ¡¿Como que los busca la policía?!- lo había susurrado, pero fue lo suficientemente audible como para que algunas personas que se encontraban cerca voltearan.

-Cierra la boca- dijo Tom con expresión malhumorada. No le había hecho gracia tener que contarle toda la historia después de haber visto el reportaje en la televisión. En parte, porque aun le dolía la cabeza y por otra parte, porque hablar no era lo suyo. Ojala que con tanta tecnología, un día construyeran algún aparato para proyectar sus pensamientos, así se ahorraría esfuerzo innecesario.

-Viejo, ahora si te metiste en una grande...-dijo Andreas pasándose una mano por el cabello con gesto resignado, luego reparó en Bill y cambio inmediatamente su actitud pasota a una de alerta.- ¡Tú!

-¿Yo?- preguntó con inocencia.

-¿Él?- dijo Tom sin enterarse de nada.

-¡Si, él!- gritó el rubio señalando a Bill. Al darse cuenta que los clientes los miraban otra vez, bajó la voz de nuevo a un susurro. - ¿Viejo, que no lo ves? Él fue quien te metió en un lio tamaño la Guerra de los Confines y tú sigues trayéndolo a cuestas. Yo que tú lo entregaba.

-¿La Guerra de los Confines?- Al parecer, Bill había ignorado todo lo dicho.

-Te lo explicare más tarde- le dijo Tom, después se dirigió a Andreas- ¿No te lo dije? Si lo entrego yo mismo me veré en más problemas. Por ahora esta bien así.

-Ay, viejo...-empezó el otro- Si solo fuera un asunto de la Zona 7 te creo, pero esto ya se extendió a la Principal. Ya sabes lo que dicen de la Prisión Principal. Tendrás más problemas si lo atrapan ellos.

Se lo pensó un instante, lo más que la migraña lo dejaba. Tomara la decisión que tomara salía perjudicado. Mierda, mierda, mierda. Como dolía, joder...

-Andreas, metete en tus asuntos- respondió en tono serio. Él otro puso cara de ofendido y no era para menos, pero Tom no se andaba con amabilidades.

-Okey, como sea, jodete tú si quieres, ¿Pero era necesario que trajeras a este freak a la tienda de la señora Mallory?- Andreas se veía más molesto que nunca, o tal vez era que nunca lo había visto molesto- Podrían incriminarla a ella, podrían incriminarnos a todos nosotros.

Era verdad. Odiaba cuando las demás personas tenían razón. Miró a Bill, quien estaba abriendo un vibrador para ver el mecanismo por dentro y luego miró a la tienda, buscando algún disfraz que noresultara tan vulgar.

-Necesitamos esconderte- le dijo al de cabello azul.- Que no te reconozcan.

-Oh, eso es muy fácil- respondió- Puedo cambiar de forma.

A esas alturas a Tom ya no lo impresionaba nada (de hecho, desde antes) pero tuvo que taparle la boca a Andreas para impedir que gritara cuando Bill se transformó. Fue muy rápido, de hecho. Su estatura, antes pequeña, había aumentado hasta ser mas alto que el mismo Tom. Su cabello azul se había vuelto negro, con algunos mechones totalmente blancos. La facciones de su cara, que eran infantiles y redondeadas, se habían afilado. Incluso su ropa había cambiado. Ahora toda era negra y
muy ceñida al cuerpo. Encima llevaba puesta una capa igual negra, con plumas en toda la zona del cuello y la nuca. A Tom le recordó a una gran araña, por sus largas extremidades. Quizás al esqueleto de The Nightmare Before Christmas.

-Irreconocible. Perfecto.- admitió Tom.

-¡Santa madre!- gritó Andreas, sujetándose del mostrador para no caer de la impresión mientras hiperventilaba.

For the lulz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora