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"Solemos sentirnos agobiados por nuestra sensatez cuando es espontánea y tiene la capacidad de arruinar nuestras relaciones con las personas"
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Fernando se encontraba acostado en su cama, con su teléfono iluminando su rostro y su cara mostraba su profundo pesar: hoy era un día de esos, donde parece que te levantas con el pie izquierdo y todo los momentos malos se sienten como años. No podía creer que, de nuevo, Alejandra le ha dado celos con uno de sus amigos, y se nota a leguas que está igual de interesado por ella.

Pero la desventaja es que él está en otra ciudad, y el amigo estudia con ella. Ese recuerdo lo hacía bufar de furia y de preguntarse siempre "¿qué tiene él que yo no tenga?" "quizás no le gusta como soy, porque de seguro hay algo mal conmigo..."

–Hola. 👋🏻

Su teléfono, recién iluminado, emitió un pitido, Fernando se quedó mirando el Whatsapp y, resignado, contestó sin ganas de hablar con nadie.

–Hola Guillermo.

–¡A que no adivinas qué me pasó esta semana!

Los dedos bailaron sobre el teclado, pero borró y suspiró expectante, aunque sus ánimos no eran distintos.

–Me conseguí al imbécil de Kyle mientras andaba con su novia. Fue un momento muy incómodo porque no dejaba de lanzarme miradas acusadoras, y yo obviamente no me acerqué ni siquiera a saludarlo...

Una media sonrisa se dibujó en el rostro de Fernando, pero decidió esperar toda la historia.

–––

–¿Y bien?

Los dedos de Guillermo dudaban mientras marcaban y borraban las pocas palabras que había escrito, mientras se mordía el labio con nerviosismo.

–Bueno... no le hablé, eso sí– aún dudaba en lo que iba a decir– Pero, ¿sabes? siento que ya nada va a ser lo mismo con él otra vez. 😔

Y de nuevo estaban hablando de ese tema...

Ay Guillermo, por favor. Ese Kyle es un pobre imbécil que se come el cuento de que como es muy machito, debe huirle a todo lo que conecte con el lado que más teme. No puedo creer que una persona sea tan estúpida como para pensar que tu condición sexual es una especie de enfermedad contagiosa.

Y de nuevo Fernando le daba su apoyo con respecto a su sexualidad, no era un sueño que creía haber tenido.

–Es mejor que te desvincules con ese tipo de alimañas– prosiguió– y sobre todo si te hacen daño con su "supuesta amistad".

No paro de pensar que fue culpa mía que nuestra amistad se arruinara.

–Pero eres un ser humano, y te enamoras como cualquiera.

–Igual no debí enamorarme justamente de mi mejor amigo...–sus dedos dudaron si seguir, aunque lo hicieron de un impulso– todo estaba bien entre nosotros, jugábamos desde pequeños, estudiamos en el mismo salón de clases y estábamos allí el uno para el otro hasta que... bueno... le dije la verdad.

–¿Pero que tu amigo te confiese algo tan íntimo para él y tan difícil le va a dar el derecho de insultarte y de ponerte por el suelo? Eso no es de una persona madura y preparada... y, es más– Fernando escribía deprisa– es mejor que te hallas desecho de ese tipo de personas: así darás más espacio para conocer a tus verdaderos amigos y gente que te quiere.

Guillermo sentía como si Fernando estuviese a su lado como aquél día en la estación de trenes, donde se desahogó por fin, contándole su más grande secreto. y el chico de la cabellera azabache y mirada profunda lo había escuchado atentamente y, al final, le dio todo su apoyo, cosa que para Guillermo fue una de las mejores cosas que le ha pasado. Pero no todo termina allí, porque esa confesión fue un anzuelo para pescar: Guillermo llevaba tiempo conociendo a Fernando y, como no tiene novia, le gusta el teatro y suele ser un poco distinto a los otros varones (ya que a ellos les gusta el fútbol, son pervertidos y asquerosos, y aquél chico de cabellera azabache era lo contrario), ya creía que confiándole su mayor secreto, Fernando iba a ceder a contarle la supuesta noticia que ansiaba sonsacarle Guillermo.

Líneas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora