Sushi para la cena

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Un sabor rancio y ácido se quedó en mi lengua mientras desechaba el agua sucia de color rosado por el inodoro. Limpiándome la boca, me encogí y alcancé la botella de enjuague bucal genérico para aliviar la amargura que recubría mi boca. El enjuague bucal no era de mi gusto, con toda honestidad no me hacía sentir mejor. Quemó como el demonio y tenía un sabor fuerte a alcohol, enmascarado en un sabor de menta artificial pero alivió las secuelas del desagradable residuo, así que era algo.

Oliver todavía estaba recostado en mi cama cuando salí del baño. Sus gafas estaban posadas torcidamente por encima de su nariz y su camisa de botones estaba arrugada contra su cuerpo esbelto. Me ofreció una amplia sonrisa mientras me acercaba a la cama, me senté cerca de la orilla frotándome las sienes.

—Fue una buena noche, ¿No es cierto?

Su voz aunque era ligera y alegre, remarcaba una somnolencia innegable por si misma. Me las arreglé para forzar una leve sonrisa a su dirección, aunque evité su mirada. Anoche, la había jodido de una manera astronómica. Me prometí a mí misma que el alcohol no estaría en mis planes en un futuro próximo.

—¿Cómo hemos llegado a casa? —Pregunté mirando el reloj antes de mirarlo a él—. ¿Lana está bien?

Su sonrisa se ensanchó mientras ladeó la cabeza.

—¿No te acuerdas?

—No —Bostecé contra mi mano, el fuerte aroma de menta y la calidez de mi aliento cosquilleó mi nariz—. Creo que no recuerdo nada después de la tercera copa.

—Cuarta copa —corrigió él—. Y sí, todos estábamos así —Se detuvo, estirando los brazos ligeramente delante de él—. Sin embargo, Lana está bien. Creo que James la llevó a casa.

—¿Y nosotros? —Lo miré.

—Esos tipos extraños que entrevistamos nos trajeron —Mi rostro palideció.

—¿Bill y Tom? —Él asintió con la cabeza y se acomodó un poco más.

—Sí, nos hicieron el favor de traernos —Exhalé poco, volviendo mi atención sobre el suelo.

—¿Pasó algo más?

—¿Qué? ¿Además de besarnos? —Su sonrisa se extendió de oreja a oreja, pero mis labios se presionaron con fuerza. Yo no quería recordarlo, mucho menos en ese momento.

—A duras penas fue un beso, Oliver.

—No, no —negó con la cabeza—. No estoy hablando de lo que paso en la barra. Estoy hablando cuando estábamos bailando.

Mis ojos se abrieron tan pronto giré la cabeza hacia él.

—¿Nosotros bailamos?

—Y nos besamos —terminó, sin dejar de sonreír. El seguía complacido.

Me llevé las manos al rostro y gemí contra ellas, cerrando los ojos en un aleteo.

—No volveré a beber nunca mas —Dije—. Anoche fue demasiado —Volví mi  atención a Oliver, mis manos todavía estaban en mi rostro, tuve dudas antes de seguir hablando—. Cómo terminaste...  Quiero decir... ¿por qué estás...?

—¿En tu cama?

Asentí.

—No pasó nada, te lo aseguro —Agitó levemente la mano—. Me ofrecí a dormir en el piso, pero de alguna manera terminé a tu lado.

Me quedé en silencio. No podía creer lo que estaba sucediendo. Se suponía que no debí terminar en la cama con Oliver. Se suponía que no debí beber hasta morir y besar a alguien. Debí haberme quedado en casa como siempre lo había hecho.

25 Weeks Without Mr. Arrogant en EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora