Ascensos

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Mi desayuno de la mañana siguiente consistió en un plato de avena grumosa, que provenía envase cartón de marca no reconocida y una taza de café instantáneo barato. Había conseguido reunir el dinero suficiente para comprar un envase barato de crema para café, incluso el sabor artificial de la vainilla no podía enmascarar el amargo sabor del líquido oscuro de mi taza. Yo me forzaba en dar los últimos bocados de la sosa avena cuando mi compañera de cuarto Elyse salió de su habitación con ese pesado olor a cigarrillo flotando detrás de ella. Se acercó a la cocina con pasos ligeros, alcanzando su costosa caja de cereales de la alacena y luego caminó hacia la nevera para tomar un bote de leche orgánica. Casi ajena a mi presencia, a tan solo unos metros de mi, se situó en la barra de la cocina y se sirvió su cereal con leche en voz baja. El silencio entre nosotras era incómodo. Después de darle otro trago a aquel café rancio en mi taza, levanté la vista.

—Buenos días —Dije amablemente.

Después de colocar la leche en la nevera, se acercó a la mesa con el mismo gesto inexpresivo que poseía desde que conocí hace una semanas. Elyse era hermosa, en una forma no convencional. Era estudiante de medicina, su intelecto era innegable en sus gestos y dicción. Muchas veces me sentía inferior y un tanto estúpida en mis intentos de mantener una conversación con ella. Se sentó en la mesa frente a mí y tomo un periódico que había estado descansando en medio de ella con su mano delicada. Elyse tenía el cabello corto y fleco por delante. Su cabello era un precioso tono oscuro y sedoso. Su piel parecía como de porcelana por su tono de piel pálido y textura perfecta, su aspecto era completamente fino en conjunto a sus extremidades delgadas y esbeltas.

—Buenos días —dijo finalmente, tomado un pequeño bocado de cereal con la cuchara.

—El clima parece estar agradable hoy —Me observó dándole una mirada rápida a las ventanas. Y era la verdad. Sabía desde el instante en que desperté que sería un día cálido y soleado, con esa dulce brisa que rápidamente me había embargado mas temprano.

Independientemente de lo válida que era mi apreciación del clima, estaba mortificada conmigo misma de que había caído en lo patético por comentar las condiciones del clima, en un esfuerzo para cubrir la incomodidad entre nosotras.

—Mmm...  —ella asintió, fijando la vista lentamente a través del periódico que sostenía con sus largos dedos. Cuando alzó la vista hacia mí, sus grandes ojos marrones barrieron rápidamente sobre mi, deteniéndose en la vestimenta que había escogido para utilizar en el día. Sabía que me estaba juzgando, siempre lo hacía. Elyse llevaba ropa hermosa y sencilla, lo cual consistía en una falda  color beige y un suéter marrón acompañados con brillosos brazaletes dorados  y zapatos bajos. Mi armario, por lo contrario era simple pero nada remotamente cercano a las cosas bellas que ella poseía. Yo usaba una falda de color marrón oscuro de una longitud incómoda y una blusa de color azul claro de botones. Yo no tenía nada de joyería a excepción del hermoso brazalete que Tom me había dado el otoño pasado. Me negaba a usarlo, sin embargo, estaba asentado sobre en tocador polvoriento como un recordatorio por los sentimiento enfermizos que albergué alguna vez.

—Ya quiero que termine esta semana —Me mordí el labio inferior incomoda, jugando con la cuchara sobre el plato vacío que tenía delante de mí.

Ella me miró de nuevo, una débil sonrisa tiró la comisura de sus labios.

—Sí, porque trabajar en el departamento de periodismo de una universidad mediocre es ciertamente causante de estrés, ¿no es así?

Aunque su voz era suave y fácil de escuchar, las palabras picaron. Tragué saliva y la cuchara tintineó alrededor de mi taza rápidamente.

25 Weeks Without Mr. Arrogant en EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora